Cortázar oculto

Cortázar oculto

El español Miguel Dalmau habló con LA GACETA sobre Julio Cortázar - el cronopio definitivo, polémica biografía sobre el escritor argentino en la que habla de culpas, incesto y HIV. “Si Cortázar se hubiera quedado en Buenos Aires, se habría convertido en heredero de Borges”, afirma

11 Septiembre 2016

Por Alejandro Duchini - Para LA GACETA - Buenos Aires

En Julio Cortázar - el cronopio definitivo (Edhasa), el español Miguel Dalmau va a fondo con la figura del escritor argentino. No se trata de una simple biografía, sino de un detallado recorrido por su vida. En ese camino destaca aspectos poco mencionados, en algunos casos, y silenciados, en otros. Publicar este libro le costó la oposición de la agente literaria Carmen Balcells, y de la ex esposa de Cortázar, Aurora Bernárdez, quienes le impidieron reproducir citas textuales que lo obligaron a rever la escritura. Es que algunos de los temas no son menores en cuanto a la figura cortazariana. Por eso no pudo publicarlo para el centenario del nacimiento de Cortázar (2014). En sus casi 650 páginas, Dalmau refiere miedos de Cortázar, el incesto en relación a su hermana Ofelia, el sentimiento de culpa para con su familia, las ataduras a su madre, sus tendencias en algún momento suicidas, sus mujeres y hasta su muerte. A causa del HIV, según Dalmau. Quedará para el final una detallada descripción de sus últimos días que decantará en un gran sentimentalismo.

Desde España, Dalmau desmenuzó el libro y se explayó en algunos temas. No solo para darle continuidad a lo publicado, sino para que futuros lectores entiendan de qué se trata este enorme trabajo sobre uno de los más grandes escritores argentinos.

- Cuando habla de la infancia de Julio Cortázar lo refiere miedoso, muy sensible y gran lector. ¿También se obsesionaba con el suicidio?

- Creo que la obsesión por el suicidio fue mucho más tardía, cuando vivía en Buenos Aires, solo, y rodeado de un ambiente político, el peronismo, y de una sociedad demasiado machista que le impedían respirar.

- ¿Su relación con Buenos Aires era conflictiva?

- Cortázar decía que llevaba Buenos Aires en los zapatos y que nunca había podido quitárselos. Pero tampoco le importó. Su vínculo emocional con Argentina jamás se rompió. Aquí tenía a su familia, a los amigos de la infancia y juventud y a una legión de lectores que le amaban.

- Hay un hecho fundamental en la vida de Cortázar y que usted destaca: la muerte de su amigo Paco Reta, tras la cual se aferra a la idea de que hay que disfrutar el día a día. ¿Lo consigue finalmente?

- Me alegra que recuerdes a Paco Reta, su amigo del alma y gran confidente de juventud. Su muerte afectó muchísimo a Julio. De algún modo le cambió y le hizo descubrir el valor impagable de estar vivo.

- ¿Qué hubiese sido del Cortázar escritor sin el peronismo?

- Todos somos hijos de nuestro tiempo. Quizá él se hubiera quedado en Buenos Aires y no habría escrito una literatura tan experimental y cosmopolita. Se habría convertido en heredero de Borges.

- Justamente, quien le dio su primera oportunidad como escritor. ¿Cómo fue la relación entre ellos?

- Siempre respetuosa y cordial, pese a que se produjo un distanciamiento por razones políticas. A diferencia de otros escritores latinoamericanos, Borges no escribió nada para la muerte de Julio. Pero al final le dedicó una semblanza muy bella en un prólogo.

- También destaca la influencia de Edith Aron en su vida. ¿Fue ella, finalmente, la famosa Maga de Rayuela?

- Quizá no exista una sola persona que sirva como modelo único para un personaje. Los escritores los suelen construir un poco como el Dr. Frankenstein, tomando de acá y de allá. Pero Edith Aron, sin duda, es la Maga a un 80%. No Aurora Bernárdez.

Culpa, incesto y dinero

- Habla también de un Cortázar culpógeno.


- El sentimiento de culpa se desarrolló principalmente a raíz de su llegada a Europa, y tenía relación con el pesar de Julio por la distancia. Sabía que las mujeres de su familia estaban solas y que de algún modo le necesitaban.

- ¿Cuál es el peso del incesto?

- El tema del incesto lo aborda el propio Cortázar en alguna entrevista y surgió de su vínculo con su hermana Ofelia, que era una muchacha atractiva, inquietante y con un lado algo maléfico y perverso. Pero no creo que se resolviera en episodios sexuales sino más bien en obsesiones del inconsciente que terminaron reflejadas en sus primeros cuentos.

- ¿Siempre vivió preocupado por el dinero?

- Estaba preocupado porque el abandono de su padre dejó a la familia en una situación muy precaria. Y creció en un hogar con algunas estrecheces. Enseguida se puso a trabajar como maestro en pueblos de la Pampa para mandar dinero a su madre, y tuvo que renunciar a la universidad. Esta dinámica se mantuvo a lo largo de casi medio siglo.

- Hay algo que no deja de sorprenderme: usted destaca que cuando se compra su primer departamento en París, pide que no le cuenten a su mamá.

- Esa cautela obedece al lazo materno-filial. Durante años no le confesó a su madre que pensaba radicarse definitivamente en París. Y la compra de un apartamento allá habría sido la prueba definitiva.

- ¿Cómo se llevaba con la fama y el egocentrismo?

- Era una persona verdaderamente humilde. Venía de un país donde los escritores y los profesores eran vejigas hinchadas, como decía él, y nada le parecía más ridículo que la vanidad y la presunción. Quienes tuvimos la fortuna de conocerle estábamos asombrados de que el autor de Rayuela pudiera ser tan cercano y afectuoso con todo el mundo.

- ¿Hay un Cortázar depresivo y fármaco-dependiente?

- Tuvo sus momentos oscuros, como todo el mundo, y en ocasiones recurrió a píldoras, pero no podemos considerarlo fármaco-dependiente. Sus drogas fueron la aspirina, el jazz, el whisky, el tabaco negro y un buen asadito. En el hospital fue su última voluntad: ver árboles y devorar un buen bife.

- Describe a un Cortázar generoso con los colegas y poco envidioso.

- Yo creo que no conocía la envidia. Antes de Rayuela escribía por diversión, sin sentimiento de rivalidad hacia nadie. Después escribió desde el Olimpo pero sin tomarse demasiado en serio. Esto le protegió de la envidia. Y por supuesto reconoció el valor de sus colegas y fue generoso con los jóvenes. Algo que no está al alcance de casi nadie.

Muerte

- Dinero, sexo, fama, status: ¿todo lo que quería le llegó tarde?


- No tengo tan claro que aspirara a eso. Porque como te decía, escribía por placer. Pero cuando le llegó la gloria fue mucho más tarde que a otros escritores célebres.

- ¿Por qué soportó infidelidades, como la de su pareja Ugné Karvelis, con Milan Kundera, entre otros?

- Pienso que el “affaire” Kundera fue anterior a la llegada de Julio. Pero parece que su relación con Karvelis operaba a veces como pareja abierta. Hay que situarlo en el contexto de la época, los años 60, y además en París. Fue un período de gran liberación sexual. Quizá en Buenos Aires habría sido distinto, o al menos de una forma más subterránea.

- ¿Murió de tristeza por el fallecimiento de Carol, como cita a Osvaldo Bayer; de leucemia; o de sida, como escribe?

- La muerte de Carol lo hundió totalmente. Jamás se repuso del golpe. Su corazón murió de pena, eso es seguro, pero su sangre murió de leucemia y también de sida. Lo contrajo accidentalmente en Francia, justo cuando se trataba de unas hemorragias estomacales. Fue un azar nefasto.

- ¿Publicar que murió de HIV le provocó enojos por parte de allegados a Cortázar?

- Sí, hubo gente que se enojó cuando hablé del VIH. Todavía hoy la enfermedad se considera un estigma.

© LA GACETA

PERFIL

Nacido en Barcelona, en 1957, Miguel Dalmau pudo haber sido médico pero se hizo escritor. Abandonó los estudios de medicina y se dedicó a escribir. Algunos de sus libros son La grieta, La balada de Oscar Wilde, Los Goytisolo y El reloj de Hitler, que le valió el XV Premio de Novela Breve Juan March Cencillo.

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