La importancia de plantar árboles y cuidarlos

La importancia de plantar árboles y cuidarlos

Testigos mudos del tiempo. Hogares de aves. Dan vida a las plazas, a las ciudades. Pasan a menudo inadvertidos, hasta que alguno, cansado de enfermedad, vejez o indiferencia, se desploma estrepitosamente, o se muere porque ha sido herido por seres sin corazón. Se suele decir con frecuencia -no sin razón- que el ser humano valora debidamente algo cuando lo pierde o le falta. En pleno verano, cuando los 40° son un latigazo en el pavimento, si a la siesta se camina por las primeras cuadras de la calle Córdoba o de la Ayacucho, se extraña con cierta desesperación la sombra. “Los árboles son poemas que la Tierra escribe en el cielo”, escribió el poeta Khalil Gibran.

El 29 de agosto se celebra en nuestro país el Día del Árbol por iniciativa de Estanislao Zeballos. La primera conmemoración tuvo lugar en 1900. Los tucumanos no tenemos una relación con estos amigos de la naturaleza. Hace pocas semanas, funcionarios municipales dijeron que un 40% de los árboles que se plantan no llegan a superar los dos años de crecimiento como consecuencia del vandalismo. Según un experto de la Facultad de Ciencias Naturales, durante mucho tiempo el Estado dejó en manos de los vecinos la plantación, y la falta de conocimiento o de planificación generó problemas. Una bióloga de la Fundación Lillo sostiene que el vecino es corresponsable del riego y del cuidado del ejemplar que tiene su vereda, pero no debe ocuparse de la poda, que debe ser efectuada por personal capacitado.

El subdirector de Arbolado Urbano de San Miguel de Tucumán dijo que están trabajando para mejorar la operatividad. “No deben encararse acciones sin un plan integral, porque no se sostienen en el tiempo, y entonces los árboles terminan abandonados a su suerte”, señaló y agregó que recorren diariamente la ciudad y que se está efectuando un censo dentro de las cuatro avenidas para conocer el estado de todos los ejemplares.

A fines de marzo pasado, Espacios Verdes comenzó talar el centenario gomero del pasaje Cervantes y avenida Mate de Luna. Gracias a la acción de un grupo de vecinos y a la publicación de este hecho, se frenó la acción. Sin embargo, el legendario ejemplar quedó mutilado y su copa descompensada. Biólogos dijeron que una asamblea vecinal debería haber opinado sobre el destino del árbol. En las pavimentaciones, la construcción de cordones cuneta u otras obras públicas, se mutilan partes de sus raíces con consecuencias nefastas. Pero también es cierto que sus raíces ocasionan la rotura de cañerías, de veredas, del tendido eléctrico, sus hojas taponan los desagües de las casas y en ocasiones, son causantes de alergias y plagas. Expertos dicen que estos daños ocurren por negligencia del hombre que por desconocimiento, ha plantado en la vereda un árbol de gran envergadura y raíces grandes. Las plagas suceden por falta de mantenimiento.

Sería interesante si en cada barrio se realizaran campañas de concientización acerca de los beneficios que brindan los árboles, así como la importancia de cuidarlos. La educación siempre es el punto de partida. Se podría estimular a los alumnos para que plantaran árboles en los paseos públicos, en las márgenes de ríos o a la vera de las rutas con cierta periodicidad, lo cual contribuiría a alimentar el afecto con estos hermanos. “El árbol que tú olvidaste siempre se acuerda de ti, y le pregunta a la noche si serás o no feliz”, escribió Atahualpa Yupanqui.

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