Prestación del servicio de limpieza en los barrios

Prestación del servicio de limpieza en los barrios

Cada vez son más las denuncias y reclamos de vecinos respecto de las diferentes coberturas de la prestación del servicio de recolección de residuos y el barrido de las calles de los espacios públicos y comunes y de distintos terrenos que gestiona el municipio de San Miguel de Tucumán: entre las principales avenidas de la ciudad la cobertura registra continuidad, sistematización y hasta un trabajo que redunda en una dinámica de la limpieza importante. Por afuera de esos espacios, y más concretamente, en barrios alejados del centro, la organización parece erosionarse, la suciedad se acumula torpemente y el panorama de desprolijidades golpean la vista y el ánimo.

Hay zonas donde la recolección de residuos es evidentemente espaciada y la limpieza pareciera depender de la voluntad del barrendero. Así, la imagen urbana de esos lugares no está ni por asomo a la altura de las pretensiones y los estándares que los ciudadanos de esos barrios exigen a las autoridades y de una calidad de vida social básica.

Ciudadanos que prácticamente han naturalizado su residencia junto a espacios degradados por la suciedad y/o contaminación actualizan sus denuncias casi constantemente: recuerdan los daños que provocan los lavaderos clandestinos de vehículos -particularmente los ubicados en el barrio San Cayetano o en la avenida América después de Belgrano-, también al virtual “bañado” que se mantiene en las calles San Miguel y México, el doloroso descuido que soporta la calle Suipacha al norte de avenida Sarmiento, o los territorios próximos al río Salí y la carretera de circunvalación hacia la salida norte, entre muchos casos que citan. Se observa un esmero por parte del municipio en atender las arterias y sectores ubicados entre las cuatro principales avenidas de la ciudad: son los sitios en donde la cobertura de la empresa de servicios de recolección se concentra y sostiene, pero la prestación pierde categoría y continuidad cuando se desarrolla más allá de esos focos centrales. Aunque la municipalidad busca suplir este déficit -producto de las variaciones contractuales con la empresa- utilizando sus propias capacidades operativas a través de las áreas de Higiene y de Servicios Públicos, es notorio que esa asistencia no resulta suficiente para cubrir un radio bastante extendido.

Pero, habría que señalar que ninguna planificación por más precisa y contundente que resulte podrá tener éxito en su cometido si no cuenta con el acompañamiento y la convicción de las miles de personas que habitan nuestra ciudad. ¿Cuanta práctica social irresponsable campea entre los tucumanos que son incapaces de respetar normas básicas de convivencia y arrojar residuos a la vía pública insensatamente? La opinión pública hace referencias al descuido, al desorden y la indisciplina que sobresale en muchos miembros de nuestra comunidad al graficar aspectos que deben corregirse para mejorar los estándares de limpieza de la capital tucumana.

Fenómeno complejo, la pelea por mejorar la calidad de vida de una ciudad depende en buena medida de que la prestación de los servicios públicos se cumplan eficientemente y con idénticas virtudes en todo el ejido urbano, al tiempo que la municipalidad no debe cejar en una campaña de concientización ciudadana que haga hincapié en la importancia de cumplir con especial celo las normas que imponen la responsabilidad ciudadana y la integración social.

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