Un piloto con pies de plomo

Un piloto con pies de plomo

El concepcionense, un joven-veterano del rally, disfrutó su debut en el Nacional.

Un piloto con pies de plomo
28 Agosto 2016
“Estoy hecho de una madera fuerte. Soy como el algarrobo. Siempre lucho por lo que quiero hasta que lo consigo. Me mentalizo en concretar las metas que me impongo. Pero para lograr eso, atrás de mí hay un montón de gente que me apoya”. Enzo Servilli es un joven afable en el trato, que protagonizó cientos de batalla en el rally. La última, en Tafí del Valle, fue la más importante de su vida, hasta el momento: debutó en el Campeonato Argentino.

- ¿De qué manera empezó tu relación con el rally?

- Mi papá es un apasionado del rally, es “fierrero” de alma, pero nunca pudo correr. Cuando éramos chicos, nos llevaba a ver carreras. Incluso mamá iba. Seguíamos muchos a Roberto Sánchez, Rubén Posse, Víctor Hugo Sánchez. ¡Si habremos tragado tierra! Pero con gusto...

- Empezaste de chico como piloto, ¿estás donde querías?

- No. Lamentablemente este deporte no contempla siempre las condiciones, sino más bien las posibilidades económicas de cada uno. Por eso dejé de correr muchos años.

- ¿Te enoja esta situación?

- Me complica llegar a una carrera pensando en el corto presupuesto con que cuento. Esas cosas le cambian la cabeza a un piloto. Y no soy un superdotado. Esto de ir a una carrera sin una preparación previa, poniéndome el casco, el buzo y ahí nomás salir a correr no es agradable. En automovilismo hay que practicar, como en todos los deportes. Sólo que hacerlo es caro.

- ¿Qué te caracteriza como piloto?

- Sobre el auto, antes de largar, soy ansioso, eso también lo traslado a mi vida particular. A veces esta forma de ser me juega en contra. Pero todo cambia cuando me pongo el casco y empieza la carrera. Entonces hago que se debe. Como piloto me considero tranquilo, pensante, pero con pies de plomo. Ir de menor a mayor es mi estrategia. Algunos me dicen que me ven ir a fondo. Tuve la oportunidad de correr con muchos navegantes, ellos me podrían definir mejor.

- ¿Por qué al apodo que tenés?

- Un tío me puso “Atila”, por ser el “rey de los unos” en el colegio, jaja. Más allá de que el pueblo que lideraba ese personaje histórico se escribe con hache, la humorada me cayó bien. Es que era malísimo con las notas. Cuando empecé a correr y formé un equipo, le pusimos “Atila”, claro.

- ¿Qué fue para vos correr en el Nacional?

- Fue darse un gusto, ojalá lo hubiera podido hacer antes. Nunca me imaginé que a los 26 años lo lograría. Desde el momento en que empecé con esta posibilidad de correr en el Nacional, no podía dormir. Pensaba día y noche en la carrera. No sabía con qué me podía topar. Tampoco sabía cómo manejar el auto de tracción integral. Pero eso ya pasó y me fue bien. Y cuando estaba viendo qué hacer para estar en la próxima carrera de Tucumán, en septiembre, surgió la chance de comprar un auto. Es un Mitsubishi, que pertenecía a Marcelo de la Vega, de La Rioja. Mi papá ya lo bautizó: “El Avispón Verde”.

- ¿Por qué vale la pena correr?

- Soy un amateur, no gano plata corriendo. Tampoco tengo un auspiciante al cual tenga que responderle con resultados. Yo corro porque me apasiona y por la gente que va a ver rally y le gusta lo que hacemos. Son ellos los que nos hacen bien, en todo momento. Pienso que valió la pena el camino que hice en el automovilismo. Pese a los inconvenientes, no estoy disconforme con lo hecho, siempre di pelea. En lo que estoy seguro es en que siempre quiero un poco más.

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