El bajo nivel de la calidad educativa

El bajo nivel de la calidad educativa

Nuevos informes sobre programas de medición de la calidad educativa entre los alumnos de las escuelas de la provincia y de la Argentina no hacen más que generar alarma en la opinión pública y la comunidad educativa y familiar, toda vez que muestran un déficit alarmante, prácticamente estructural, enquistado en todo el espectro escolar, que ponen en entredicho la política educativa que vienen sosteniendo los gobiernos.

Según los resultados de pruebas evaluativas nacionales e internacionales, y en línea con lo que admiten las propias autoridades, la fuerte inversión en infraestructura edilicia desarrollada durante la década pasada logró más inclusión escolar que la que existía hasta entonces, pero no tuvo los mismos resultados con el rendimiento de los niños argentinos que está muy por debajo de sus pares de otros países. Los datos que surgen del Operativo Nacional de Evaluación (conocido como pruebas ONE) son los particularmente desalentadores para el caso provincial: a los adolescentes tucumanos les fue peor que al resto de los chicos de toda la Argentina. Según el Ministerio de Educación de Tucumán, en 2010 el 68,9% de los adolescentes y jóvenes que concurrían a un establecimiento escolar tuvo bajo rendimiento y tres años después, en 2013, el 63,3% también obtuvo malas calificaciones. La tarea de conseguir un diagnóstico sobre los niveles de conocimientos alcanzados por los alumnos es una iniciativa promocionada por la Organización de Estados Iberoamericanos con sede en Madrid. Se trata de un análisis sobre el estado de la educación en América Latina, en el que se evalúan áreas prioritarias para mejorar la calidad educativa y la creación de un acuerdo social, como propuesta para generar un cambio profundo y sostenible en los sistemas educativos de la región.

Con todo y mientras se buscan respuestas a esta situación, un nuevo operativo evaluatorio sobre los niveles de aprendizajes de las escuelas primarias y secundarias se concretará en octubre en todas las escuelas del país, para lo cual desde el Ministerio de Educación de la Nación preparará a los alumnos y docentes. Se trata del Operativo Nacional de Evaluación “Aprender” que contemplará las pruebas estandarizadas, pero que tendrá como gran novedad una mayor ponderación de los factores asociados al alumno a la hora de evaluar los resultados. Este instrumento de diagnóstico fue aprobado por los ministros de Educación durante un encuentro del Consejo Federal de Educación que se reunió en La Rioja, en mayo. Así, la nueva evaluación contará con un “formulario de contexto” en forma paralela a la evaluación propiamente dicha y que tendrá preguntas direccionadas a determinar la realidad social-económica y familiar del alumno. El programa “Aprender” reemplazará al ONE, creado en los 90. Entre esta nueva decisión y los resultados de la última prueba conocida días pasados, el ministro de Educación de la Nación fue más allá al plantear en otro encuentro del Consejo Federal realizado en julio: aseguró que solo uno de cada 10 jóvenes llega a obtener un título universitario y que la mitad de ellos no termina el secundario. Y dijo que la mitad de los que terminan el secundario, no es capaz de comprender un texto y que básicamente por esa causal es tan baja la graduación universitaria.

Se trata a todas luces de una de las crisis estructurales más profunda que padece el país -al margen de los resultados que se obtengan en cada uno de los distritos- que debe ser resuelta con premura y responsabilidad. ¿Los resultados de estas nuevas pruebas serán muy distinto a los anteriores? ¿Hubo avances importantes para modificar radicalmente la situación? Debería asumirse la necesidad de avanzar hacia un cambio de paradigmas en los que la prestación y la capacitación de los servicios de los docentes, la renovación de la curricula, un aumento de las horas de clases, la incidencia de las nuevas tecnologías en el aprendizaje y el compromiso de las familias en la educación de los niños y jóvenes tendrían que ser una de las claves a resolver, pero esta vez de una manera absolutamente determinante porque lo que está en juego es ni mas ni nada menos que el futuro de la nación.

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