Por qué los electores religiosos valoran a Donald Trump

Por qué los electores religiosos valoran a Donald Trump

Con el republicano, pese a que no encarna los valores cristianos, es más probable conseguir una Corte conservadora

GIRO. Cuando Trump dio a conocer la lista de jueces que él tendría en cuenta para el alto tribunal, consiguió el apoyo de la derecha cristiana. reuterz GIRO. Cuando Trump dio a conocer la lista de jueces que él tendría en cuenta para el alto tribunal, consiguió el apoyo de la derecha cristiana. reuterz
27 Agosto 2016

Daniel K. Williams - The New York Times

Si bien el número de políticos republicanos e intelectuales conservadores que le dan la espalda a Donald Trump sigue en aumento, hay un contingente importante que mantiene firme su apoyo: los evangélicos conservadores blancos.

Todavía en mayo, la mayoría de los jerarcas evangélicos mantenían su intención de votar “en contra del adúltero, tres veces casado y simpatizante de Planeación Familiar”. Pero ahora, una mayoría abrumadora de evangélicos blancos respaldan a Trump. James C. Dobson y Richard Land son algunos de los pesos completos de la derecha cristiana -algunos de los cuales expresaron graves reservas sobre el candidato republicano- que pertenecen a la junta asesora evangélica de Trump. Según una encuesta, casi 80% de los evangélicos blancos piensan votar por Trump.

¿Están engañados o son hipócritas?

La respuesta no es ninguna de esas dos.

Nombramientos o enmiendas

Los evangélicos conservadores saben de los defectos de Trump, pero lo apoyan porque creen que su victoria sería la única forma de recuperar el control de la Suprema Corte. En la situación actual, el control de la corte vale más para ellos que cualquiera otra meta política. Y Trump promete postular conservadores a la Corte.

La derecha cristiana no siempre ha estado tan interesada en la Suprema Corte. Hace 36 años, cuando Jerry Falwell, Pat Robertson y otras figuras apoyaron la campaña de Reagan, ni siquiera les pasaba por la mente la idea de cambiar el alto tribunal. Más bien, pensaban que podrían hacer aprobar enmiendas constitucionales para revocar “Roe vs. Wade”, el fallo que despenalizó el aborto, y restablecer el rezo en las escuelas públicas, obviando así la necesidad de cambiar a los magistrados. Pero cuando esas propuestas fracasaron en el Senado, el movimiento “pro-vida” y la derecha cristiana se dieron cuenta de que sería más fácil revocar “Roe vs. Wade” mediante nuevos nombramientos.

El Partido Republicano vio con buenos ojos esta estrategia pues la postulación de un juez conservador es mucho menos divisiva para el partido que las enmiendas constitucionales. La plataforma de 1980 prometió una enmienda constitucional contra el aborto; pero la de 1984 agregó la promesa de postular a jueces que “respeten los valores familiares tradicionales y la santidad de la vida humana inocente”.

La estrategia judicial hizo que la Suprema Corte se inclinara a la derecha, pero no les dio a los conservadores lo que realmente querían: la revocación de “Roe vs. Wade”. Dos de los jueces nombrados por Reagan votaron en favor de confirmar el derecho al aborto, en el caso “Planeación Familiar vs. Casey”, como hizo también uno de los jueces nombrados por el presidente George W. Bush. Por esta razón, es difícil convencer a los evangélicos que apoyar al candidato republicano será la clave para revocar “Roe vs. Wade”.

Pero el ya mencionado Dobson está apoyando a Trump. La controversia por el mandato de la Ley de Seguro Médico accesible (“Obamacare”) en materia de anticonceptivos, junto con las decisiones judiciales sobre el matrimonio de parejas del mismo sexo, han galvanizado a los evangélicos. La mayoría de los jerarcas de la derecha cristiana están más desesperados y temerosos que hace 20 años. Ya no consideran el control de la Suprema Corte como una forma más de revocar “Roe vs. Wade”: ahora lo ven como un factor esencial para preservar su libertad para actuar conforme a sus convicciones religiosas.

Pero hay un número sustancial de republicano evangélicos laicos, junto con aquellos que no asisten regularmente a la iglesia, que se preocupan más por la inmigración, la seguridad de las fronteras y la economía que por el aborto y los derechos de los gays. Sus votos permitieron que Trump llegara a ser el candidato republicano.

Los dirigentes evangélicos a los que disgusta Trump se enfrentaron entonces a una difícil decisión: ¿Podrían convencerse de apoyar al candidato presidencial republicano más abiertamente profano, al más socialmente liberal de toda una generación? La mayoría de los líderes evangélicos vaciló para apoyarlo hasta que, en mayo, Trump tomó la insólita medida de dar a conocer la lista de jueces conservadores, que él se comprometió a considerar para las postulaciones a la Suprema Corte.

Poco después de que Trump, inesperadamente, hiciera pública semejante nómina, una encuesta de la revista World entre líderes evangélicos influyentes encontró que 47% apoyaría a Trump si “se comprometiera a nombrar a un juez profundamente pro-vida en la Suprema Corte”.

La encuesta también encontró que, mientras solo 1% pensaba votar por Hillary Clinton, 46% pensaba emitir su voto en favor de un candidato de otro partido, “aunque no tuviera ninguna oportunidad de aganar”, antes que votar por Trump.

Pero en cuanto Trump dio a conocer su lista de posibles candidatos a la Suprema Corte, muchos de los líderes evangélicos que habían pensado en abstenerse en esta elección, se pusieron de su lado.

Pureza o pragmatismo

Para la mayoría de los votantes evangélicos y conservadores, el pragmatismo ha vencido a la pureza teológica, y la visión amplia de una renovación moral a nivel nacional que otrora animara a la derecha cristiana le ha cedido el lugar a un interés exclusivo en la Suprema Corte. Los líderes de la derecha cristiana ciertamente tienen razón en pensar que su única oportunidad de hacer que el alto tribunal sea más conservador está del lado de Donald Trump, más que de Hillary Clinton.

Por el bien de sus principios y de la credibilidad de su fe, los evangélicos que apoyan a regañadientes a Trump con el fin de tener una Suprema Corte conservadora deberían de preguntarse qué pensará en el resto del país si los cristianos devotos y “pro familia” son los únicos que quedan apuntalando la candidatura de Trump, después de que montones de republicanos han criticado al candidato de su propio partido por sus declaraciones moralmente ofensivas.

En esta elección, para el evangelismo en Estados Unidos podría estar en juego algo más grande que la Suprema Corte, aunque la mayoría de los activistas de la derecha cristiana no se dan cuenta de eso. Si el apoyo a Trump de los evangélicos conservadores los obliga a desdecirse de sus convicciones sobre los valores de la decencia, la fidelidad marital y la virtud cristiana en la vida pública, ¿no estarían corriendo el riesgo de ganar la Suprema Corte a costa de perder el alma de su movimiento?

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