El espantapájaros de la droga
No fue el operativo antidrogas más fuerte del año, pero sí el que levantó más polvareda, porque desencadenó los fantasmas de la relación entre barrabravas, punteros políticos y la venta de drogas. En la detención de “Castells” en el barrio Independencia de Aguilares (a 200 metros del ingenio) se encontró un kilo de cocaína, dinero de desconocido origen en una casa modesta y hasta una plantación de marihuana con espantapájaros incluido.

Mucha fama y poca condena

“Castells” encaja perfectamente en los temores vecinales vinculados con la violencia. Por un lado, lo asocian con usurpaciones: se sospecha que en varios lugares ocupados por él y en su propia casa de barrio se vendía droga o bien se permitía a los adictos consumir. “Aquí todas las noches desfilaban chicos y adultos y suponíamos que se vendía droga”, dijo un vecino, en forma anónima. Por otro lado, dicen que hacía alarde del poder que le daban sus vínculos políticos, que lo habían transformado en líder de una banda llamada “Los Coriofos”. “Andaba armado por la calle como si nada”, dijo otro lugareño.

¿Qué asidero tiene esto? Los elementos secuestrados y la plantación de cannabis le dan sustento al temor vecinal. El mismo “Castells” había sido detenido en varias ocasiones en operativos antidrogas. Hace cuatro meses la Policía Federal encontró cocaína en esa misma casa allanada anteayer. ¿Por qué estaba suelto e impune el hombre? Nadie puede explicarlo. Nadie sabe nada.

En cuanto a los contactos políticos, ayer hubo desmentidas generalizadas en Aguilares. La intendenta, Elia de Mansilla, negó que el “coriofo” trabaje en la Municipalidad y en cuanto al informe policial de que su mujer tiene un puesto municipal, sólo explicó que no se sabe, porque “tiene varias mujeres”.

El que había hecho la relación entre barrabravas y políticos fue el edil Gustavo “Chapulín” Fernández (opositor a la intendenta), quien en mayo había dicho que la violencia entre bandas (“Los Coriofos” del barrio Independencia y “Los Pibes de la Villa” de la Villa Nueva) se vinculaba a la guerra por el territorio del narcomenudeo y también al uso como mano de obra de punteros políticos. “Cuando había corsos, festival u otras fiestas, a los integrantes de esas bandas se les pagaba para que no fueran a hacer líos. O cuando iban a hacer presencia en los actos políticos”, dijo.

Sus acusaciones estaban sustentadas por la inquietud de Jorge Nacusse, el jefe de la División Drogas de la Policía tucumana (Digedrop) que había incautado 20 kilos de marihuana en un operativo. “Aquí ya estamos hablando de narcotraficantes y no de simples ‘dealers’ o vendedores chicos, en razón de la cantidad de droga incautada”, había dicho.

Pero nada quedó claro. En ese momento el presidente del Deportivo Aguilares, Ricardo Elías, negó que esas bandas pertenecieran a la hinchada del club y aseveró que tenían prohibida la entrada a los partidos por parte de la misma Justicia. No dijo a causa de qué se les había vedado el acceso a las canchas. Pero al nombre de “Castells” se asocia la palabra barrabrava.

Narco con letrina

La denuncia del “Chapulín” Fernández en mayo llevó a desmentidas de vínculos entre estos grupos y los políticos más conocidos del lugar. De hecho, cada vez que hay incidentes entre estas bandas se menciona esas relaciones. En mayo la Policía mencionó al “Quilla” Uñate como el líder de “Los Pibes de la Villa”. Es un ex convicto que en el 2006 recuperó la libertad luego de cumplir una condena de 10 años por homicidio. Pero él negó tener que ver con la venta de drogas y con la violencia. “Me viven haciendo allanamientos y nunca me encontraron nada. No me dejan hacer una vida normal. No me dejan trabajar, ni dormir”, dijo. Agregó que si fuera narco no viviría en una tapera con letrina como la suya. “Quilla” estuvo investigado en 2012 por el escándalo de la presunta turbación (usurpación) que hicieron personas supuestamente vinculadas a Roberto Palina (hoy secretario de Trabajo) en un terreno del Colegio Médico del Sur.

Esa pesquisa quedó apagada tras la polvareda en 2012. Nadie sabía nada. También la denuncia de mayo del “Chapulín” fue desestimada en una reunión del Concejo Deliberante, en la que se negó que hubiera colombianos y líderes de la banda de “Los Monos” de Rosario operando en Aguilares. El “Chapulín” se quedó callado. Nadie sabía nada.

Cambio de paradigma

El caso de “Castells” es emblemático. ¿Es un narco poderoso, como suponía en mayo la Digedrop? Es que vive en una casa muy precaria. Ni siquiera era como las mansiones disfrazadas de taperas que les encontraron hace una década a los Toro en Villa 9 de Julio. Los policías federales sostienen, como el ministro de Seguridad nacional, Eugenio Burzaco, que el narcomenudeo ha cambiado la lógica de los distribuidores. Ahora se trabaja con poca sustancia repartida por varias partes. Aunque a veces se encuentre mucha droga, como ocurrió con los 28 kilos de cocaína hallados en una casa de El Cadillal en mayo.

“Tucumán no escapa a la media del país, donde hubo un aumento sobre todo en la violencia de los delitos, algo que preocupa. Es una provincia cercana a la frontera norte, una frontera caliente. Y, lamentablemente, donde entra la droga, parte de la droga queda. Eso ha cambiado (la metodología delictual) a formas más violentas, con la lógica del narcomenudeo”, dijo Burzaco a LA GACETA a fines de junio.

Desde entonces están operando en nuestro medio cinco grupos antidrogas: la Digedrop, la Gendarmería, la agencia antinarcóticos y la División Drogas Peligrosas (ambas de la Policía Federal) y la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Una fuente de la Justicia Federal dice que se hacen dos operativos por semana y fuentes policiales dan datos que permiten hacer un promedio de seis por mes. Y la eficacia depende del azar. El jueves, al mismo tiempo que el allanamiento en la vivienda del “coriofo”, se hacía otro operativo en Las Talitas en el que no se halló droga. Apenas un mortero.

Cien lugares bajo análisis

La Justicia y las fuerzas de seguridad están en proceso de tratar de entenderse. Estas dicen que hay una inundación de droga en la provincia -dato que parece corroborado por el toxicólogo Alfredo Córdoba, que dice que nunca se ha visto tanta marihuana circulando- y los fiscales, que les piden datos precisos para autorizar operaciones. El fiscal Pablo Camuña solicitó esos datos luego de la denuncia del ministro de Seguridad, Regino Amado, de que había 100 lugares donde se vende droga en la provincia. Aún se está analizando esa información. Todavía no se sabe nada.

Acaso de la pesquisa del “coriofo” del espantapájaros se ahonde en los supuestos vínculos entre la violencia, las barras, los punteros y el narcomenudeo en Aguilares, ciudad que ya registra siete muertos por esa violencia y varios escándalos por venta de drogas, como el de los “dealers” que en junio de 2013 repartían “porros” entre los alumnos de la Escuela Media de esa ciudad. Entonces se aprehendió a un menor de edad apodado “Tacho” y a un adulto apodado “El Boliviano”. Nunca se supo quién les había distribuido los “bagullos”.

Acaso se modifique esta situación. ¿Se repite en otros lugares y otros clubes de la provincia? Hasta ahora, todos miran a otro lado y los que caen son narcos demasiado despojados. Por ello no aparecen respuestas claras. Pero algo hay. Como en el caligrama de Oliverio Girondo, “yo no sé nada.... nosotros no sabemos nada”.

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