Sufi Mantras, para liberarse de los deseos

Sufi Mantras, para liberarse de los deseos

Yahia utiliza la música para encontrar la libertad interior y superar el ego. La importancia de la voz.

DIMENSIÓN ESPIRITUAL. Yahia está al frente de la agrupación Sufi Mantras.  DIMENSIÓN ESPIRITUAL. Yahia está al frente de la agrupación Sufi Mantras.
26 Agosto 2016

ACTÚA HOY
• A las 22,
en El Árbol de Galeano (Virgen de la Merced 435).

Hace tiempo que Juan Lucangioli es conocido como Yahia, y que inicia tanto sus conversaciones como sus recitales con la frase “Bismillahi Rahmani Rahim”, que significa “en el nombre de Dios, el más Compasivo, el más Misericordioso”. “Es una forma de abrir y bendecir toda acción y al mismo tiempo es un pedido de apoyo celestial, para que lo que diga no venga de mi ego, sino de mi corazón, que para los sufis es el templo divino, la casa de Dios”, le explica a LA GACETA.

Yahia ofrecerá esta noche en El Árbol de Galeano un concierto con su grupo Sufi Mantras, que define como “música al servicio del corazón y para todos los seres humanos, independientemente de lo que crean o piensen; es una propuesta abierta, una invitación a dar unos pasos mas allá de la mente y dejarnos embriagar por la vibración de los mantras, que nos ayudan a encontrar la libertad interior”. El encuentro servirá para presentar su disco, “Sonido primordial”.

“No le canto a mis deseos, sino para liberarme de ellos. Los seres humanos vivimos en la trampa de correr detrás de los deseos sin fin de nuestro ego. Cada día nos llegan más noticias del mundo científico acerca de la dimensión curativa de la música y el sonido, que los sabios y maestros de distintas tradiciones vienen usando desde hace siglos en esa dirección y para abrirnos al amor en toda su dimensión, que excede la personalidad. Y, por otro lado, la posibilidad de elevarnos, de sintonizar con niveles de frecuencia más sutiles. Para los sufis, el mayor poder sanador de la música está en la voz, que es el instrumento natural del alma de cada persona”, abunda.

El artista plantea que cuando se establecen vínculos dentro de cada persona y con los demás, las relaciones discurren de una forma sana. “La música expande nuestra identidad. Es muy difícil cantar y pensar al mismo tiempo, y nosotros vivimos mayormente en formas del pensamiento, en estructuras y patrones mentales donde creamos fantasías, angustias, temores, ilusión de control y otras creencias disfuncionales. El canto nos saca de allí y nos abre una ventana de luz”, afirma, al tiempo que reivindica el círculo virtuoso de la respiración profunda.

“Cada uno carga los sonidos con su intención, y si es pura y noble, llega a todos los presentes. Cuando nos comunicamos a través de la música y del silencio, comprendemos cuán superficial es la comunicación usando solamente palabras. La música es el lenguaje universal. Yo busco conectarme con mi maestro, diluir mi corazón en el suyo como se diluye la miel en el té y ser su instrumento para traer a este mundo el perfume de su verdad, de su amor, de su paz”, finaliza.


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