Por Roberto Espinosa
24 Agosto 2016
MUY BUENO
PRODUCTOR: Marcelo Chanampa. GENERO: Folclore. DURACIÓN: 53’. SELLO: Independiente.
La “Primera soledad” se viste de desamparo, de súplica. “Salgo a morir al baldío volteando todas las puertas. Arde el sol en el silencio amarillo de la siesta. Ni gatos ni vigilantes. Sólo la calle desierta. ¿Cómo me voy a morir sin que mi madre me vea?” Se trepan los versos de Tejada Gómez al árbol del sentimiento de Marcelo Chanampa. Criado musicalmente en La Rioja, integrante de coros y del quinteto Albahaca, el intérprete nos acerca “Andar solo no alcanza”, su primer cedé, en el que participan Seva Castro, Fernando Cecchi y el grupo Areces, entre otros jóvenes talentosos. Piezas de Ramón Navarro-Ariel Ferraro, Pimpe González, Pancho Cabral, Petrocelli-Hugo Díaz, los tucumanos Néstor Soria-Rubén Cruz, José Pedroni, embellecen el repertorio con su fuerza poética. Cuando se tiene calidez, se canta sin afectación y se abre el corazón para que brote lo mejor de sí, andar solo alcanza y mucho, tanto que se suman los buenos laderos de la soledad.
PRODUCTOR: Marcelo Chanampa. GENERO: Folclore. DURACIÓN: 53’. SELLO: Independiente.
La “Primera soledad” se viste de desamparo, de súplica. “Salgo a morir al baldío volteando todas las puertas. Arde el sol en el silencio amarillo de la siesta. Ni gatos ni vigilantes. Sólo la calle desierta. ¿Cómo me voy a morir sin que mi madre me vea?” Se trepan los versos de Tejada Gómez al árbol del sentimiento de Marcelo Chanampa. Criado musicalmente en La Rioja, integrante de coros y del quinteto Albahaca, el intérprete nos acerca “Andar solo no alcanza”, su primer cedé, en el que participan Seva Castro, Fernando Cecchi y el grupo Areces, entre otros jóvenes talentosos. Piezas de Ramón Navarro-Ariel Ferraro, Pimpe González, Pancho Cabral, Petrocelli-Hugo Díaz, los tucumanos Néstor Soria-Rubén Cruz, José Pedroni, embellecen el repertorio con su fuerza poética. Cuando se tiene calidez, se canta sin afectación y se abre el corazón para que brote lo mejor de sí, andar solo alcanza y mucho, tanto que se suman los buenos laderos de la soledad.
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