Mejores que nosotros mismos

Mejores que nosotros mismos

21 Agosto 2016

Por Hernán Carbonel - Para LA GACETA - Salto (Buenos Aires)

Esta escena suele repetirse en la biblioteca donde trabajo:

Alumno: -Hola, quiero una compu.

Bibliotecario: -¿Qué necesitás?

Alumno: -Buscar información

Bibliotecario: -¿Sobre qué?

Alumno: -(...)

Bibliotecario: -Eso está en los libros.

La primera idea que sobreviene a esa escena es que la tecnología se ha instalado hoy de tal modo en las nuevas generaciones, que pone en jaque antiguos conceptos de la humanidad.

Pero el problema -como en todo ámbito- no sólo es el qué, sino también el cómo. No el elemento, sino la utilidad que a éste se le otorgue: qué ven los niños en dispositivos electrónicos. Los niños, y aún los jóvenes, no están preparados para absorber determinado tipo de información. Exponerlos a ella es una invitación a crear nociones equívocas del mundo, a diferencia del libro, que está preparado para la segmentación.

El foco de atención infantil sobre una pantalla no resiste cotejo con el encanto que puede generar el papel. Aquella no inspira a la imaginación, y sin imaginación no hay mundos posibles. Quizás se peque de arcaico, pero nada hay como el objeto libro, con su imagen de tapa y sus ilustraciones interiores, el olor de la tinta, ese mar blanco inundado de tipografías en negro, el sencillo y revolucionario acto de pasar de página.

Si un niño ve a un adulto abstraído frente a un libro, despertará en él la curiosidad: ¿qué secretos guarda ese objeto para que le importe tanto a alguien?

La responsabilidad, en fin, es de los adultos, para que el placer sea de los niños. Los niños son una hoja en blanco, y de los adultos depende cómo se complete esa página. Y es en los mediadores (todos los adultos lo somos de una manera u otra) donde recae la mayor responsabilidad. Docentes, bibliotecarios, promotores de la lectura, editores y directores de colección. Pero sobre todo en los padres, que para eso hemos traído al mundo a nuestros hijos: para hacerlos, al menos, mejores que nosotros mismos.

© LA GACETA

Hernán Carbonel - Periodista, escritor, librero.

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