En el país de las distracciones

En el país de las distracciones

Tanto al gobierno nacional como al provincial hay cuestones superficiales que diluyen la concentración sobre los asuntos trascendentales para la gestión. El encuentro de Macri y Tinelli es un claro ejemplo. La concentración de Manzur por las fotos, también.

En el país de las distracciones
Para llegar a la primera magistratura, uno de los mensajes con el cual el Presidente de la Nación trató de seducir a la sociedad fue su discurso de institucionalidad. Resaltó la necesidad de ponerle quicio a su gestión. La reunión con Marcelo Tinelli fue todo lo contrario. Es posible que se trate de la reunión de dos amigos, pero sí de eso se trataba, no hacía falta tanto esfuerzo de la estructura pública para mostrar sus selfies y otras cuestiones baladíes. El Presidente de la Nación seguramente se distrajo, se divirtió, pero una importante sector de la ciudadanía no compró pan y circo. Tinelli, en los últimos tiempos demostró que en pos de la política y de sus intereses es capaz de forzar las leyes y de no respetarlas con tal de salirse con la suya. Así intentó ser presidente de la AFA cuando no podía o en todo caso debía esperar un puñado de meses para cumplir su sueño. Recibirlo públicamente no fue un buen mensaje de parte del Presidente de la Nación. A puertas cerradas pudo haber consensuado con su amigo y punto.

Mauricio Macri parece que se distrae y en ese parque de distracciones inserta su gestión. Después de asumir su gobierno había tomado un rumbo. El primero de marzo del corriente dio el primer volantazo cuando, después de dirimir con Durán Barba y con otros gurúes del PRO, decidió mostrar y oradar la herencia que le dejó el kirchnerismo. Una postura que, sin dudas, era necesaria y reclamada. Sin embargo, hoy se sobreactúa y es un problema de la Justicia y no de los funcionarios del Poder Ejecutivo. Ellos no se cansan de repetir cómo se venía navegando en aguas procelosas y corrompidas. Los funcionarios nacionales se distraen en estos laberintos que exige y sacude a la sociedad. Es tentador porque da aplausos y vítores, pero, al mismo tiempo, hace falta devolver la tranquilidad de construir bienestar y seguridad. La gestión se pierde en esa maraña. Es fundamental conocer lo que pasó, pero también se hace imprescindible disfrutar de la esperanza de que en el horizonte se llega a tierra firme. Hoy los distractivos son mayores. No es una estrategia del gobierno nacional. Es una debilidad.

Figuritas mudas

A Juan Manzur le queda un trimestre para cumplir el primer año de gobierno. Después del duelo por la derrota de Daniel Scioli, el mandatario se compró un álbum de figuritas que pacientemente ya tiene casi lleno. No hay página donde no haya una imagen suya con el Presidente de la Nación o con algún funcionario nacional. De esa manera ha mantenido una relación de respeto y de valoración inesperada para un mandatario que venía del riñón kirchnerista y con un desembarco tumultuoso en las urnas. Pero en las fotos no se pueden leer los labios. Muchos de esos funcionarios que sonrieron para las cámaras después arrojaron dardos contra la gestión. Lo hicieron Macri, Frigerio, Dietrich, entre otros. Le exigieron reformas políticas, austeridad y le señalaron irregularidades anteriores. Manzur con paciencia oriental ha seguido sonriendo aunque sólo sirva para la foto. No alcanza. El destrato de la Nación se acentuó en un 9 de Julio donde no hubo presidentes de otras naciones y hasta se hizo un desfile porteño el 10 de julio. Gestos, acciones y discursos no coinciden en la vida política de hoy. Si se tratara de un juego de encastre, cualquier niño ya habría tirado la toalla.

Manzur apela a sus viejos conocimientos de rugby: tira la pelota para arriba y para adelante y sale corriendo para embolsarla sin importarle las embestidas. Así ayer sentó a cientos de empresarios. También había políticos propios y extraños. Los empresarios constituyen un sector que había quedado en la banquina durante los festejos del Bicentenario. Ayer muchos empresarios iban llegando mientras por televisión se veía que en la Sociedad Rural se realizaba la tradicional y política inauguración de esa exposición. Apenas aterrizaban en Tucumán se iban a la casa del gobernador. Las malas mañas aprendidas de su creador José Alperovich se mantienen.

A propósito, el ex mandatario no pierde oportunidad para hacer reuniones con el gobernador y ministros de la provincia. Los sienta a su derecha e izquierda y congela la escena para que en todos lados quede la impronta de que él sigue siendo el gran padrino de la gestión. Así lo hizo el viernes a la noche desde su hogar. Entre los mejor sentados o mejor dicho los que estaban más cerca de la parrilla del poder figuraban el ex intendente Osvaldo Morelli y el ministro del Interior, el ultraalperovichista Miguel Acevedo.

El problema de todos

En la Justicia tucumana no hay figuritas ni gestos. Los sucesos parecen construir escenas propias de una de esas viejas películas de cowboys donde las balas y los duelos van y vienen. Esta semana el ministro fiscal Edmundo Jiménez llegó a retar al presidente de la Corte a un debate público sobre la situación de la Justicia. Hasta aquellos viejos duelos en los que se dirimía el honor ya fueron archivados por la ley. Hoy es tiempo de mirar al prójimo a los ojos, de pedirle disculpas y de trabajar por él.

Los números que se conocieron ayer sobre el funcionamiento de la Justicia son escalofriantes. Salvo los juzgados de Documentos y Locaciones, los demás dejan la sensación de que no trabajan o no pueden hacerlo. El ciudadano que espera que se haga justicia va a tener que seguir esperando. Este llamado de atención que dan las estadísticas no sólo va dirigido a un ministro fiscal y a un presidente de la Corte obsesionados con sus peleas personales, sino también al resto de los vocales y al propio Consejo Asesor de la Magistratura. En el CAM hay cerca de medio centenar de concursos pendientes. El sayo también le cabe al gobernador que en su preocupación por mirar a la Casa Rosada ha perdido de vista el Palacio de Tribunales. La Legislatura también se lleva su parte. Esta claro que la Justicia aparece en el centro de la escena. Así como sirve de distractivo para las autoridades nacionales que quedan obnubilados con los casos de corrupción, en Tucumán nada de eso puede ocurrir porque los expedientes no permiten ver el horizonte.

La grieta y la sociedad

La sociedad de los poetas muertos carece, por lógica, de metáforas. A la sociedad de los argentinos, en cambio, le sobran. La grieta es una de las más modernas y de las que más disfrutan. No es una suposición es una realidad. Da la sensación que la grieta les ayuda a justificar las diferencias en lugar de superarlas. La grieta se ha convertido en la mejor herramienta para seguir en el mismo pozo y no sacar la cabeza afuera. La grieta se ha vuelto una gran distracción para funcionarios y ciudadanos. Son muestras del egoísmo con que se construye el día a día. Si los principales adminsitradores de la vida pública pensaran en los próximos 30 años y no en los comicios del año que viene no harían falta las metáforas ni las grietas para seguir justificando el día a día.

“Si me preguntan por mi trayectoria, yo la resumiría así: mis padres fueron los pilares de mi vida, grandísimos visionarios que hace 35 años tuvieron que ir contra la corriente, cuando la sociedad y la educación no habían avanzado como por suerte han avanzado hoy”. Esa fue una de las tiernas enseñanzas que dejó uno de los protagonistas de la semana: Pablo Pineda, el español con sindrome de Dow que anduvo repartiendo vida por estos lares.

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