Pato Gentilini: Un “aficionado” de la música

Pato Gentilini: Un “aficionado” de la música

El músico y compositor festejará hoy los 15 años de su grupo Matamba.

UN MAESTRO. Gentilini, catamarqueño afincado en Tucumán, es una de las figuras destacadas del folclore. la gaceta / fotos de inés quinteros orio UN MAESTRO. Gentilini, catamarqueño afincado en Tucumán, es una de las figuras destacadas del folclore. la gaceta / fotos de inés quinteros orio

Un sentimiento desarropa el alma del piano. Un ensueño de nostalgia se abroquela en acordes que cantan: “deja volar tu sueño al fin, calla los gestos del dolor, busca en las sombras aquel beso que partió hacia el olvido, como un cautivo azul, que agita un corazón...” El tango fluye en esos dedos de 84 años en esa casa que respira arte. “Mirá yo soy un aficionado de la música, aunque tenga condiciones, me he ocupado de la música para mí, para los amigos, he trabajado con disciplina espartana. La Gloria (su esposa) es el sustento importantísimo de haber sacrificado sábados y domingos porque yo tenía que escribir la música con lapicito, hacer los arreglos… Trato de transferir lo poquito que sé. Los músicos actuales son muy capaces, muchísimo más que antes, pero lo que importa el sentido de la identidad”, dice Luis Víctor “El Pato” Gentilini que celebrará hoy los 15 años de su grupo folclórico Matamba, en el marco del 18º Julio Cultural Universitario. Lo acompañarán Martín Páez de la Torre (guitarra); Matthias Agüero (contrabajo); Topo Bejarano (flauta y percusión), y la cantante Viviana Taberna, como invitada especial.

- ¿Cómo surge Matamba? ¿Por qué le pusiste ese nombre?

- Ya había abandonado los grupos vocales porque era muy complejo estar permanentemente ensayando, por la circulación de gente, grupos de seis u ocho tipos… Hice 109 arreglos de música vocal… Me dije: “voy a hacer un conjunto instrumental, de cámara, chiquito: contrabajo, piano, guitarra y una voz”. Matamba es una expresión… tenía un perro que la Leda (su hija mayor) le puso Tango Matamba, es una expresión africana o de los negros africanos afincados aquí, en América Latina es el nombre de una liana muy fuerte que hay en la selva del Congo y de Brasil, que servía de precinto para traerlos atados a los negros. Bueno, sonaba bien y además me hacía acordar del perro.

- ¿Cuál fue inicialmente la propuesta estética?

- En primer lugar, jerarquizar el acompañamiento con un trabajo de más envergadura de la armonía, con un repertorio poco difundido.

- ¿Cuáles son las características de tu música?

- Bueno, eso no lo voy a decir yo. Apenas puedo hacer lo que hago y nada más. Creo que es una música que está influenciada por un modernismo jazzístico que uno va adquiriendo con el tiempo, pero que tiene una sólida formación original popular, no contaminada todavía por los medios de comunicación. Yo ya he venido de Catamarca hecho, ya a los 10 o 12 años ya tenía noción de lo que es esta cosa. He ido evolucionando, pero para nada esto distorsiona lo otro.

- ¿Cómo era el Tucumán musical cuando llegaste en el 50?

- Estaba lleno de alemanes, húngaros, italianos, ingleses, franceses, ingenieros, músicos. Era un carnaval de la posguerra. En materia de arte, era una revolución. Tucumán era tan importante como Buenos Aires culturalmente hablando, era impresionante lo que se movía aquí.

- ¿En qué circunstancia lo conociste a Yupanqui?

- En el 61, en la peña de Chirola, que estaba en la Marco Avellaneda, al lado del hotel Barezzi, que lo cerraron por exceso de higiene (se ríe), estaba con Dozo. Entonces entra Yupanqui, estábamos los dos solitos, yo sigo tocando. “¿Usted toca Sor?”, me preguntó. Le dije que no, aunque sabía quién era. Tomamos un vino y ahí nos hicimos amigos.

- ¿Y al Chivo Valladares, compañero de fechorías musicales?

- Cuando andaba tocando con Manuel Acosta Villafañe lo conozco al Ñato, a Héctor Trejo, en una reunión. Me dijo: “¿no querría ser pianista del conjunto que tengo yo?” Le di el teléfono de la pensión donde estaba. Me llama y me dice: “Al pianista que se iba a ir Octavio Corvalán -a quien ya conocía- lo ha convencido para que no se vaya, así que me gustaría que se incorpore como guitarrista”. Y me citó en la San Lorenzo 28 para que conozca a los integrantes que eran Corvalán, Eduardo Cerúsico, el Chivo, Kreibohm. O sea que los he conocido a todos juntos de un solo saque. Me hice amigo de Cerúsico en el acto, a la semana iba todas las tardes a verlo. Creo que por eso me demoré un año más en la carrera, me la pasaba en su casa. Eso me abrió el mundo de Tucumán. Fue en 1953.

- ¿Dónde tocaban?

- Se hacía música principalmente en la Biblioteca Alberdi; había un club en el arrabal donde no nos dejaba bajar la gente, tocábamos chacarera santiagueña…

- Ya en esa época la chacarera santiagueña estaba metida en el gusto popular, ¿a qué se debe su penetración?

- La chacarera tenía una gran calidad, bien tocada, no como la de ahora. Tiene una enorme calidad rítmica y conceptual. La chacarera es una cosa muy seria. Las tucumanas eran del corte de las salteñas, no sé si eran más elementales. Nolasquito Córdoba decía que al rasguido de la chacarera los santiagueños lo aprendieron de los músicos mexicanos que vinieron en esa época, los rancheros, esa cosa seca de la chacarera, tan hermosa, y rítmicamente muy sensual, es probable…

- ¿Qué enseñanzas te dejó Yupanqui?

- La condición de gente, de artista… como decía él, no hay que ser artista para poder levantarse tarde… era un tipo completo, musicalmente tenía una simpleza, pero tenía una personalidad que no la tenía ningún guitarrista. A mí me decía que yo era medio complicadito, ya sé que lo soy. Creo que una de las pocas cosas que él no entendía era el jazz. De Cerúsico, rescato el jazz que le brillaba por cualquier lado. El Chivo no tenía ritmo, carecía de una de las cualidades básicas del folclore, era de la canción desnuda, pelada, importantísima. De Acosta Villafañe, aprendí el espíritu del valle, también de Octavio Corvalán, la Supay Chacarera es del año 48, una chacarera premonitoria de lo que va a ser en el futuro.

- ¿Cuál es tu impresión del folclore actual, con tantas cosas que hay?

- Diría como Borges, no lo veo, soy ciego (se ríe). Todos andan con urgencia de plata, como son vagos, no trabajan, y la velocidad, los medios y la televisión, todo se confabula para hacer desaparecer esa identidad que yo tenía… Viven la urgencia del oído, que alguien les grite al oído. Cuando hicimos Jesucristo Año 2000, en el Virla, la última vez, me ha sorprendido Tony Molteni, tiene una voz impresionante para el folclore. ¿Qué hacés en el rock?, le dije. Antes de morirme, quiero hacer un disco con él, es un tipo muy especial cantando, tiene una voz privilegiada.

ACTÚA ESTA NOCHE

• A la 21, en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265). Entrada libre y gratuita.

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