Gobernadores al lápiz y gobernadores a la tijera

Gobernadores al lápiz y gobernadores a la tijera

PARTE DE LA OBRA DE LOLA MORA. De izquierda a derecha, los gobernadores Lídoro Quinteros, Adolfo de la Vega y Benjamín Paz, realizados por la artista tucumana a fines del siglo XIX. PARTE DE LA OBRA DE LOLA MORA. De izquierda a derecha, los gobernadores Lídoro Quinteros, Adolfo de la Vega y Benjamín Paz, realizados por la artista tucumana a fines del siglo XIX.
30 Julio 2016

SEBASTIÁN ROSSO - LA GACETA

A lo largo del tiempo, Tucumán tuvo artistas de mucho prestigio; pero, sin dudas, la más popular es Lola Mora. Casi un símbolo. Su talento comenzó a hacerse público cuando, a fines de siglo XIX, realizó una larga serie de dibujos que, en estos días, son reinterpretados por una notable artista de nuestro tiempo. El trabajo de Mora se encuentra en el Museo Histórico Nicolás Avellaneda, donde casi nadie lo visita; el de nuestra contemporánea, en el Museo de Bellas Artes, hasta el 28 de agosto. Esta última es una versión retocada, más bien, podríamos decir que completamente transformada. Empecemos por la historia más vieja y terminemos con la contemporánea.

Historia

Para los festejos del 9 de julio de 1894, la Sociedad de Beneficencia presentó una exposición artística, donde se lucían obras de varias “niñas de la sociedad tucumana”, entre ellas la joven Dolores Mora. Se presentaba con una serie de dibujos, seguramente realizados los meses precedentes. Eran 20 retratos. Se trataba de casi todos los gobernadores que habían ocupado el Ejecutivo desde la firma de la Constitución. El evento tuvo lugar en la Escuela Normal de Maestras, en la esquina de las actuales calles San Martín y Maipú (la ochava que hoy ocupa el Banco Nación). Lola tenía entonces 27 años, y venía estudiando desde 1887 con el italiano Santiago Falcucci.

Los dibujos estaban resueltos con carbonilla, goma y esfumino sobre papel Canson. Se hicieron siguiendo la norma tradicional del género retrato: “lograr el parecido fisonómico con el sujeto retratado”. De ahí que en el libro “Lola Mora, una biografía” de Páez de la Torre (h) - Terán, este trabajo sea considerado un “rescate iconográfico” de enorme importancia, para el que Mora usó muchas veces fotos, daguerrotipos y pinturas que luego se perdieron. Los autores piensan, incluso, que algunos de los retratados podrían haber posado.

Un trabajo

El mismo día de su exposición, Mora los donó al gobierno: “deseo asociarme en algo a las nobles expansiones del patriotismo en este día inmortal de nuestra historia, y vengo regalar a la Provincia por intermedio de S.S. veinte retratos que componen la galería de los gobernadores de Tucumán”, manifestó. Mientras ya se había ganado el aprecio de la sociedad y, claramente, de la clase gobernante, el 30 de noviembre de ese año, el Senado Provincial autorizaba al tesoro a pagarle 5000 pesos. Dicen sus biógrafos: “Su jugada la había colocado en la cúspide las mujeres que pintaban o dibujaban en Tucumán, y además le había significado una cuantiosa recompensa económica. No es exagerado decir, entonces, que la exposición de 1894, con sus derivaciones, marcaría una etapa definitoria en el destino de Lola Mora”. Sabemos que, posteriormente sería becada para estudiar en Europa, donde se inclinó a la escultura, de la que hizo su herramienta maestra.

Otro trabajo

Desde el 1 de julio de este año, en la muestra “Congreso de Tucumán”, la artista Rosalba Mirabella se presenta con una versión renovada de aquel trabajo. Ocurren un par de cosas: con la modernidad, esa que recién estuvo imponiendo sus ideas artísticas entre 1940 y 1950 por estas tierras, el parecido perdió valor. El arte debía ocuparse libremente de sus posibilidades materiales y de la expresión de ideas y emociones personales. En segundo lugar, desde finales de ese siglo, la interpretación de obras históricas comenzó a ganar un espacio preponderante. El artista pasó de ser un creador de bellezas estereotipadas, a ser un comentarista de su entorno, cuando no, un comentarista de la historia.

Pero, ¿por qué hacer de nuevo un trabajo ya hecho? ¿Por qué transformarlo?; ¿De qué sirve hacerlo de nuevo? Dice el filósofo Giorgio Agamben que lo contemporáneo es capaz de poner su tiempo “en relación con los demás tiempos, de leer de forma inédita la historia, de citarla”.

Demodé

Otra respuesta la da el crítico norteamericano Hal Foster, quien sostiene que lo anticuado puede volverse revolucionario: “lo anticuado, en tanto arcaico, parece estar asociado con lo tradicional, hasta con lo reaccionario”; pero también eso puede quedar del lado de lo “demodé”, con lo que ello conlleva de “parodia lisa y llana, y por lo tanto con lo afirmativo por excelencia”.

Repetir

Repetidos, más que caricaturizados, los personajes de Rosalba parecen convertirse en esos personajitos vivaces, irreales y difícilmente humanos, en los que la historia convierte a sus protagonistas. Dice la artista, quien en 2006 había realizado un mural: “Selva”, rehaciendo un viejo dibujo del suizo Methfessel: “En la práctica, a todos los artistas les resulta que las obras son eslabones de un proceso, más que, o además de, piezas acabadas. Siempre un trabajo da pie a ajustes, ampliaciones, o reelaboraciones”.

- Pensando también en tu serie de fotos re-hechas y re-fotografiadas en maqueta ¿Qué relación tiene tu trabajo con las imágenes viejas, con la historia de las imágenes?

- Me pasó en un momento de mi producción, quizás por el 2005 o 2006, que hice un movimiento. Seguir en la práctica pero ya sin la intención de “hacer”, sino como si observara en mi propia memoria, y mi operación fuera más bien deshacer capas con el material con que trabajaba. Me incliné por imágenes con cierta distancia histórica.

Versiones

- ¿Cuántas veces hiciste los gobernadores y que característica tuvo cada trabajo?

- Las series de los gobernadores no diría que las hice varias veces sino que quizás se desarrolló en tres capítulos:

1-“Diez Gobernadores”. La primera versión la hice en 2010, para la muestra “Op.cit”. El título fue porque la idea de la muestra era trabajar con la cita. Nada nuevo, ya que la cita era una estrategia bastante utilizada hace años en el medio artístico local; era más que nada por buscar un poco de hilo entre las producciones.

Desde el Ente Cultural me facilitaron un registro de las obras de Lola Mora. Entonces trabajé con proyecciones de algunas de esas fotos, y realicé diez dibujos en la pared con carbonilla. Eran casi calcos de esos registros; pero sólo de los trajes, sin las cabezas de los retratados. Esta decisión fue el resultado de la observación de las carbonillas originales: se me ocurrió simplemente poner el foco en algo que me llamó la atención, una parte no central de la obra de Lola, pero en el que ella había puesto una atención muy dedicada, única para cada personaje, que era el traje de cada retratado. Con esto, necesariamente tuve que subvertir la función del retrato como género, y dislocar jerarquías de modo simbólico. Por eso no mencioné el nombre de cada personaje.

2-“Treinta gobernadores”. Después de la muestra “Op.cit”, reformulé la idea y me decidí a trabajar con la serie completa de Lola Mora, y con toda la imagen de cada personaje. Así elaboré los Treinta Gobernadores. Primero hice mi versión de cada uno, geometrizando y simplificando las formas sin mucho rigor, solamente a efectos de que cada parte de los retratos luego puedan ser intercambiables entre sí. Entonces con la combinación de piezas inventé 7 nuevos gobernadores, con lo que la serie “se aumentó”.

Me pareció que podía oponer el papel recortado, de bordes definidos, a lo esfumado del efecto carbonilla de los retratos de Lola Mora, aunque conservando el planteo monocromo en grises. Utilicé papeles de buena calidad combinados con papel sulfito para dar distintos tonos.

Esta obra la presenté en el Salón del Munt de ese año, donde recibió una mención del jurado. Luego pasó por varias muestras individuales y grupales a lo largo del país. Finalmente, se vendió a un coleccionista local.

3-“Treinta y seis gobernadores”. Cuando me convocaron para la muestra “Congreso de Tucumán”, le propuse a uno de los curadores, Jorge Gutiérrez, hacer una nueva versión, en la que pueda explorar más la capacidad “combinatoria” de las piezas, y ajustar sectores de las composiciones, probando agregar algo de espacio a los fondos de cada imagen.

- ¿Qué relación tiene tu trabajo con “tu” tiempo, con lo contemporáneo?

Creo que hay imágenes del pasado que funcionan como nudos, como construcciones dadas por sentado, que viven en nosotros en el presente, lo que nos hace justamente repetirlas. Para que podamos acercarnos a algo “nuevo”, paradójicamente, al menos en estas obras que mencionas, como “Selva”, o los gobernadores, o la serie sobre mi álbum de familia, también veo que hay que poder ver aquello que tenemos incorporado como cierto, como bello. Además, desde el arte, cualquier objeto puede ser reinterpretado, jugar con él, encontrarle otro sentido.

El retrato puede parecer un género agotado, pero no si lo pensamos con respecto a la construcción de identidad que hoy opera en las redes sociales en las que continuamente nos retratamos.

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