Macri se convierte en portavoz de su gobierno e inyecta mística

Macri se convierte en portavoz de su gobierno e inyecta mística

Hugo E. Grimaldi, columnista de DYN.

25 Julio 2016
El popular “recalculando” está a la orden del día en Balcarce 50, ya que debido a las notorias distorsiones de funcionamiento que se observan en el GPS gubernamental, claramente, había que reconfigurar el camino de la gestión. Entonces, el Presidente tomó en estos días una decisión singular y, por valiente, peligrosa, ya que -catarata de entrevistas televisivas mediante- se transformó en el principal portavoz gubernamental con el objetivo de ver si puede recrear en algo la confianza del cuerpo social y la mística que se iba diluyendo, sobre todo entre sus votantes.

Es notable, pero el “gobierno de los CEO’s” el que no sabía “nada de política” la ha dado a todos una sorpresa, ya que logró encolumnar a la oposición, pero no está nada cómodo con el manejo que está haciendo de la economía ya que las metas fiscales y de precios se le han desmoronado, los ajustes de tarifas tienen serias resistencias sociales y hay demasiada estridencia al respecto, tema en el que se ha metido nada menos que la Corte Suprema, mientras el horizonte se le aleja y lo único que le ha quedado para este año es la apuesta al blanqueo, ya que las inversiones seguras van tardar en llegar. El “pago para ver” sólo funciona para de las mesas de póker. Y así, entre tantas dificultades, el Presidente ha resuelto poner por delante el estandarte lo que fueron dos de los íconos fundamentales de Cambiemos para desbancar al kirchnerismo: la defensa de la verdad y la apuesta hacia el futuro. La peor parte de esta aparición en el ruedo al que lo obligó la ineficiencia de algunos sus colaboradores pero, también, la incuestionable falta de amalgama interna en el terreno económico, aspecto claramente condicionado por la realidad política y social, en donde se juega un rato al shock y en otro al gradualismo, es que ha sido él mismo quien ha tenido que salir a ponerle el cuerpo a los tropiezos más visibles de su gobierno.

El reacondicionamiento de los cuadros tarifarios de los servicios públicos y la determinación de comenzar con los ajustes al precio del gas nada menos que en invierno fue sin dudas la gota que rebasó el vaso de vastos sectores de la sociedad, pero hubo algunas medidas de política económica claramente divorciadas de otras que tomaron diferentes funcionarios que, se supone, tocan en la misma orquesta. Nadie cree que Juan José Aranguren, por ejemplo, no sepa cómo hacer para recuperar las tarifas pero, lo cierto, es que mientras otros miembros del gobierno iban a cierta velocidad en la ejecución de sus instrumentos, el que pulsaba el ministro de Energía ejecutaba la partitura a un “tempo” diferente. Esta historia va más allá de Alfonso Prat-Gay o de Federico Sturzenegger o de Rogelio Frigerio o de las eventuales internas que se tejen entre ellos. Lo concreto es que en éste, como en otros casos de política económica, faltó un “reggiseur” que ordenara la orquesta y pusiera la escena y, por eso, el Gobierno se tuvo que comer zócalos televisivos y letras de molde con el mote superlativo de “tarifazo”.

Todo este tobogán de desaciertos se terminó potenciando con un elemento adicional: la comunicación. Es un clásico que cuando las medidas no funcionan porque fueron tan mal pensadas que no engranan con el resto de la maquinaria, en todos los gobiernos se le eche la culpa al modo de comunicárselas a la sociedad. Pues bien, en muchas cosas que encaró la actual administración el dislate fue doble: diseño de las partes por afuera del conjunto y peor comunicación. Ambas deficiencias, ambas dos en tormenta perfecta, son las que han llevado a Macri a convertirse en su vocero principal.

Dónde está el riesgo para el Presidente? En que ésta termine siendo la última bala de plata que le queda. Parece exagerado pensarlo a siete meses y medio de haber iniciado el gobierno y más aún porque las encuestas dicen que todavía tiene un buen margen político que se focaliza en la esperanza de una recuperación económica para 2017, pero habida cuenta los desgastes que conllevan los vaivenes típicos de la sociedad argentina, el Gobierno no debería descuidarse ante una eventual aceleración de tal deterioro.

Allí, empieza a tallar la política, quizás el aspecto donde mejor le ha ido al Gobierno en estos meses, sobre todo si se lo mide en leyes votadas por el Congreso sin tener las mayorías necesarias. Este punto no es menor, porque en parte explica las dificultades fiscales de Macri, ya que cada sesión le costó a los contribuyentes mucho dinero con destino a las provincias, muchas de ellas con serias dificultades. Los gobernadores peronistas han canjeado plata por votos mientras juegan a un reordenamiento del PJ que los contenga a todos y los repotencie para volver en 2019, así de pragmáticos son.

No obstante, dentro de ese conglomerado no todos se posan en el mismo palo. Están los gobernadores que aún simpatizan con el kirchnerismo, pese a que los cuadros más ultras están en franca retirada, mientras hay otros mandatarios que creen que es tiempo de una renovación, espacio al que se asocian tres o cuatro más jóvenes que saben que no es su tiempo y pueden jugar con mayor libertad todavía, aún cerca del oficialismo.

“Preocupa el hecho de que el PRO tome decisiones que afectan la composición de Cambiemos de manera inconsulta y sin la debida participación del resto de las fuerzas”, dijeron los radicales que comanda Ricardo Alfonsín. También se quejaron del salto del intendente peronista de Azul y el propio legislador tuiteó: “No consultan al tomar decisiones de gobierno. Tampoco al sumar nuevos aliados (incluso del FPV). Deberán entender cómo funciona un frente”. Desde el PRO provincial dicen que “son ellos quienes deberán acostumbrarse” a estas incorporaciones.

El oficialismo cree que la única manera de ganar las elecciones del año próximo es “dividir al peronismo” en tres partes al menos (el desgastado kirchnerismo, quizás con Cristina Fernández como candidata a senadora; una vertiente orgánica partidaria, quizás liderada por Florencio Randazzo y la renovación del massismo) y sumar a “peronistas buenos” a las listas y sobre todo en Buenos Aires, por las bancas que aporta y por el gran arrastre que conserva Vidal, siempre mejor posicionada que el propio Presidente. Si bien no pueden salirse del todo del pasado que apoyaron políticamente, es evidente que son muchos quienes ahora dicen que el kirchnerismo nunca fue peronista. No les falta razón pero se invalidan solos por portación de ADN, un componente de su genética que les dice que siempre hay que encolumnarse detrás del líder de la manada. Y naturalmente lo hicieron con Cristina, quien hoy está encerrada por varias causas judiciales que involucran a ex colaboradores de toda la vida y de las que le será muy difícil zafar. Todas esos probables procesos tienen un denominador común: billetes de moneda extranjera, los mismos que se vieron cuando fueron sacados en gran cantidad de una caja de seguridad que estaba a nombre de su hija Florencia. Estos dólares, blancos y declarados, sirvieron ante el imaginario de la opinión pública para ponerlos en un mismo plano de sospecha con los que se contaban en La Rosadita o con los que llevó José López al convento de General Rodríguez. Este relajo es parte del crédito que aún conserva Macri. La distinción entre el lastre que representa el kirchnerismo para el resto de los peronistas se ha manifestado también en otro radical, Ernesto Sánz, quien, desde afuera de su partido, sigue siendo hombre de consulta permanente del Presidente: “En el peronismo hay dirigentes que han dado muestra de una enorme madurez, dispuestos a votar cosas por la gobernabilidad, pero hay a otros que están esperando con el babero puesto que haya conflictividad para voltearlo a Macri”, disparó.

Más allá de los acercamientos orgánicos del Frente Renovador a Vidal, en Buenos Aires, se nuclea un interesante grupo de intendentes de origen peronista que en las últimas elecciones estuvieron con Daniel Scioli o con Massa y a quienes hoy no les haría asco acercarse a la gobernadora para las elecciones, ya que también se jugarán concejales en sus comunas. Eso sí, “estar con María Eugenia no es apoyar a Macri”, separan por ahora.

Un tema extra apareció con mucha fuerza en la semana que pasó y ha sido también una manifestación de que, cuando quiere, el Gobierno trabaja con coherencia. Se aprovechó el descalabro de la AFA tras la muerte de Julio Grondona y los desmanejos de dinero del antes y del después que descubrieron los veedores enviados por la jueza María Servini de Cubría y se llevó la opinión gubernamental a la FIFA, con la excusa de la no transgresión de reglas. “Es un escándalo delincuencial. Tenemos que intervenir, pero no podemos. Ayúdennos”, pidieron.

Por ahora, el compromiso político es llegar a 2019 con el fútbol sin costo para el televidente, aunque se verá cómo hacer -y siempre será más barato- si quienes ganan la licitación que habrá en enero piden algún resarcimiento.

Si hay alguien que sabe mucho del manejo de estas cosas del fútbol es justamente Macri y allí sí el Gobierno ha podido dar un sendero de certidumbre y salir al ruedo con voceros confiables. Aunque Marcelo Tinelli se enoje y vea cómo el negocio se le ha vuelto a escurrir una vez más entre las manos.

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