“Ella en mi cabeza” despierta los fantasmas de un esposo

“Ella en mi cabeza” despierta los fantasmas de un esposo

La obra de Oscar Martínez aborda con humor una crisis de pareja que lleva 10 años junta y las ficciones del conflictuado protagonista.

EN CONFLICTO. Rubén Lizondo, Gabriela Aguirre y Fernando Godoy fueron dirigidos por Fernando Jiménez. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA.- EN CONFLICTO. Rubén Lizondo, Gabriela Aguirre y Fernando Godoy fueron dirigidos por Fernando Jiménez. LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA.-
23 Julio 2016

DEBUTAN HOY
• A las 22 en la sala de danza del teatro Alberdi (Crisóstomo Álvarez y Jujuy).

Diez años cumple el matrimonio entre Laura y Adrián, y él entra en crisis. Ya no sabe qué siente por su esposa ni cómo definir su relación, por lo que recurre al psicólogo Klimovsky para tratar de entender tanto lo que le pasa adentro como el afuera que lo rodea. Afirma que siempre está “Ella en mi cabeza”, con todo lo que eso significa.

Publicidad


El atribulado esposo es Fernando Godoy; su desconcertada mujer, Gabriela Aguirre y el terapeuta al que consulta, Rubén Lizondo. El trío actoral es dirigido por Fernando Jiménez, en el estreno local de la comedia de Oscar Martínez (premio ACE 2003), que tendrá lugar esta noche en el teatro Alberdi.

La obra es una sucesión de escenas con las que el público fácilmente podrá identificarse, ya que lo que le pasa al matrimonio entre sí y a cada uno por separado es lo que le pasa a muchos en la vida real.

Godoy es el motor de la puesta. Confiesa que buscó la autorización por años y que, cuando daba todo por perdido, recibió el permiso hace pocos meses. “Ya no tenía ningún tipo de expectativa, pero las ganas estaban ahí todavía. Venía haciendo bastantes dramas últimamente y quería cambiar a algo con humor, y nada mejor que esta obra, en su comienzo como dramaturgo. Mi personaje es de esos que uno quiere hacer alguna vez en su carrera y además me atrae la problemática de las relaciones de pareja, con las culpas, el amor transformado y los pesares luego de una década en común”, explica el protagonista.

Jiménez fue el último en llegar al proyecto, pero asumió el rol central de conducirlo hasta su final. Define la obra como “un paisaje muy urbano de lo que es una pareja contemporánea, con las interferencias que se generan por tener que subsistir, hasta que deriva en el aislamiento del otro y en la generación de los fantasmas propios de cada uno”. “Antes, una relación de 10 años no era nada en una vida en común; ahora, es una suerte de frontera límite de una pareja”, agrega.

Es en ese contexto donde Adrián empieza a sentir celos sin justificación y a pensar situaciones que no existen. “Esas ideas responden a sus propias carencias, en definitiva. Cuando te ves en el espejo del terapeuta, te das cuenta de que no era para tanto, que él no está viviendo el matrimonio del mismo modo que ella”, afirma Jiménez.

“En definitiva, lo que él está buscando es su paz, es poder llenar el vacío que se le produce en su interior, es superar esa neurosis que le está alterando su vida. Por todos lados se nota que nos vamos aislando cada vez más”, aporta, a su vez, Godoy.

Primera vez

El primero que se sumó a la propuesta original fue Lizondo, hasta que llegó Aguirre, quien debuta en el teatro de sala. “Apenas leí la obra, me encantó y empecé a estudiar y a transitar mi personaje para comprender sus reacciones. Hay mujeres a las que le pasa lo que le ocurre a Laura, con el deterioro que produce el día a día en el amor, que en vez de degenerarse debería regenerarse. Ella vive felizmente su matrimonio y le pone ganas, pero se quiebra por las actitudes de su pareja y se le cae arriba el mundo que construyó en todo ese tiempo”, asegura.

Los miedos al engaño hacen que, en definitiva, el infiel sea Adrián, según el director. “Enfrenta su propia culpa, su desdoblamiento de la personalidad, su necesidad de tener un espacio individual, lo cual es muy común en este momento de la sociedad, sus fantasías y su aislamiento. Ella es la realidad, y él no se lo banca, porque esa realidad es lo único que no se puede rebobinar en el tiempo, como se dice en un párrafo del texto. Pero también es lo que se puede reconocer para no repetir en el futuro, en momentos en que se está reformulando la concepción de las relaciones interpersonales y que se trata de encontrarle un nuevo sentido al hombre y a la familia”, explica Jiménez.

Lizondo coincide en que el protagonista es un personaje disociado: “se lo confronta con su propia neurosis para que se suelte y se reconozca como parte de la pareja, más allá del espacio que tiene por fuera de esa relación, que tiene mucho de virtual”. “En definitiva, se trata de tratar de curarse frente a lo que a uno lo está destruyendo y que se ve en muchos espacios de la sociedad actual. Pero la salvación individual haciendo teatro, yoga, budismo o cualquier otra cosa, no alcanza. Este psicólogo termina siendo una suerte de árbitro deportivo, que fija reglas para que el equipo siga jugando”, añade.


Tamaño texto
Comentarios
Comentarios