La diplomacia europea y estadounidense en la época de la declaración de la independencia argentina *

La diplomacia europea y estadounidense en la época de la declaración de la independencia argentina *

17 Julio 2016

Por Fernando Enrique Barba

Las declaraciones de independencia de las diversas naciones hispanoamericanas se hicieron sin dudas todas ellas en momentos difíciles, pero la Declaración de la Independencia argentina fue, podemos afirmar, un acto de coraje que se produjo en el peor momento de la emancipación americana. Por el oeste, Chile, luego de la Batalla de Rancagua, el último de los enfrentamientos de la llamada Patria Vieja, ocurrido entre los días 1 y 2 de octubre de 1814 estaba nuevamente en manos de los realistas.

Simultáneamente éstos amenazaban Salta y Jujuy y apenas eran detenidos por las guerrillas de Güemes. En tanto se preparaba la invasión portuguesa a la Banda Oriental, que habría de concretarse a partir de agosto de 1816. La situación se empeoraba aún más con la restauración de Fernando VII en el trono de España quién preparaba una gran expedición cuyo destino final parecía ser el Río de la Plata. En el norte de nuestro continente Simón Bolívar había fracasado en su Expedición de Los Cayos, así conocidas las dos invasiones que realizó en 1816 desde Haití. Sin embargo, fue precisamente en ese crítico momento cuando las Provincias Unidas decidieron por fin declarar la independencia.

Pasando directamente al tema debemos señalar que si bien el problema que conformaba la emancipación hispanoamericana se planteó en el concierto del orden internacional antes de 1815, fue después de la caída definitiva de Napoleón cuando se convirtió en una candente preocupación, trascendiendo más allá del campo de batalla y de la misma España. Finalizadas las guerras napoleónicas y ante los perentorios reclamos de España y los principios de restitución y legalidad sostenidos por la Santa Alianza, las cancillerías europeas tuvieron inevitablemente que tratar el problema.

Los intereses de las potencias fueron, desde el comienzo, diferentes. Inglaterra condicionó su mediación en el conflicto entre España y sus ex-colonias americanas en la medida que ella no afectara su política colonialista. Calculando sus intereses en estas latitudes y aprovechando su potencial marítimo bregó por conseguir la apertura de América al comercio internacional. En esto se encontraba respaldada por los Estados Unidos. Ambos países unían el interés comercial y el político, tratando de evitar la dominación de otra potencia europea, salvo España en América, evitando de esta manera la posible competencia económica. Aunque luego surgirán y desenvolverán las contradicciones y la competencia económica entre ambos, en este instante Estados Unidos e Inglaterra aparecen como un frente político- económico ante las pretensiones europeas.

En cuanto a las potencias netamente continentales, como Francia, Rusia, Prusia y Austria, trataron, desde un comienzo, de restituir las ex-colonias a España. Cuando advirtieron la imposibilidad de que esto sucediera, pensaron en instalar monarquías en América con príncipes europeos o en aconsejar a España el reconocimiento de la independencia; con dicha política esperaban que la última pudiera conservar en sus antiguas colonias ventajas de tipo económico sobre los otros países europeos.

Durante más de una década, las cancillerías europeas y americanas intercambiaron proposiciones y notas tratando de dar una solución al problema buscando una posición conciliable entre los más variados intereses. Sus gestiones, sin embargo, se encontraron entorpecidas en primer término por la irreductible posición de Fernando VII, rey de España, quien, al no comprender la situación americana y al no percatarse de la incapacidad económica y militar de su país para reconquistar América, como ambicionaba, aceleró el reconocimiento de la independencia por parte de los Estados Unidos e Inglaterra perdiendo, además, la posibilidad de ser reconocida, desde el punto de vista comercial, como la nación más favorecida.

Para las grandes potencias europeas, Inglaterra, Francia, Austria, Prusia y Rusia, el problema de la emancipación americana cobró plena vigencia a partir de 1816. En 1815 España había apelado a los aliados pero éstos sólo se interesaron por el problema cuando los portugueses ocuparon Montevideo al año siguiente. . Para mantener la paz europea, las potencias tratarían que se devolviera la Banda Oriental. Además España realizó insistentes reclamos para que las potencias intervinieran como mediadoras entre Madrid e Hispanoamérica.

Es por esta época (1815-1816) cuando nace la rivalidad anglo-rusa respecto a la política que debería adoptarse en relación con las naciones americanas. La inglesa consistió en eliminar a cualquier país en la política atlántica, al tiempo que Rusia insistió para que las resoluciones y la posible mediación se hicieran dentro del seno de las grandes potencias.

Fernando Enrique Barba - Miembro de número de la Academia Nacional de la Historia.

* Fragmento de la ponencia presentada del autor presentada en el Congreso del Bicentenario de la Independencia, celebrado en mayo pasado en Tucumán.

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