Carta abierta a la redacción del diario de 2116

Carta abierta a la redacción del diario de 2116

Estimados colegas de la redacción del diario de 2116. Si están leyendo esta carta es porque dentro de 26 días LA GACETA cumplirá 204 años.

Cuando abran esta carta su autor ya habrá partido hace décadas, de regreso al polvo cósmico del que provino, a la materia en constante cambio y movimiento, a reinventarse entre millones de células minerales, vegetales y animales. Quizás, con algo de suerte, a reinventarse también entre algunas almas.

Es hasta donde hoy al menos conocemos. Probablemente ustedes ya hayan logrado quitarle varios velos más al misterio de la vida y la muerte. Seguramente ya habrán resuelto varias incógnitas de la física que hoy nos quitan el sueño y nos llenan de curiosidad.

Es difícil imaginar en qué formato o plataforma leerán esta carta. Papel, pantallas, hologramas, o impulsos electromagnéticos cerebrales. Ni siquiera sabemos si aún seguirán leyendo.

Algunos dicen que ustedes tendrán un chip en el cerebro que los conectará en tiempo real con los otros 10.500 millones de seres humanos que habitarán el planeta dentro de cien años.

Hoy utilizamos unas redes sociales virtuales que interconectan a miles de millones de personas a través de una autopista digital que llamamos internet. Casi la mitad de la población todavía no la usa. Hay quienes ni siquiera la conocen. Sucede que para acceder a esa tecnología hace falta dinero, es cierto que cada vez menos, pero muchos ni siquiera tienen el suficiente como para alimentarse. En la actualidad aún hay gente que muere de hambre. Me pregunto si aún usarán dinero para intercambiar bienes y servicios.

Hoy se cumplen 200 años de la independencia argentina. Ya saben de qué se trata y quizás hasta mejor que nosotros, gracias a la tecnología al servicio de la reconstrucción de la historia que no deja de progresar.

Por esta fecha, desde hace un tiempo vivimos días atípicos y agitados en el país y sobre todo en Tucumán. Todo está teñido de bicentenario, de celeste y blanco. Hay actos y celebraciones por todos lados y a toda hora. Algunos pequeños, austeros y acotados a unas cuantas personas, pero también hay otros masivos, multitudinarios y emotivos. Hace unas semanas vinieron a la provincia más de 70.000 católicos a celebrar un encuentro eucarístico.

Hace tres días el Congreso de la Nación sesionó en Tucumán, por primera vez en la historia, fuera de Buenos Aires.

Fue una sesión simbólica, sin embargo dijeron bastante más de lo que se esperaba escuchar. El senador de Chubut, Alfredo Luenzo, por ejemplo, dijo que la independencia es una tarea inconclusa, porque el colonialismo interno aún es muy fuerte y que deberíamos practicar hasta la exageración la república federal, para lograr la igualdad del pueblo argentino, aún pendiente.

El diputado nacional por Córdoba, Mario Negri, afirmó: “no vinimos a Tucumán a comer y a festejar, vinimos a que el pueblo nos interpele por un sueño inconcluso”. Luego agregó que “el Bicentenario nos interpela en cómo tratamos y respetamos nuestras instituciones. Nos interpela sobre el sentido colectivo que nos compromete a luchar contra la pobreza y la exclusión. Nos interpela por la utopía de conciliar libertad e igualdad, bajo una fórmula política que sea a la vez eficaz y duradera”. Y concluyó que “hemos venido a Tucumán con pudor por todo lo que está pendiente”.

Antenoche se inauguró el Monumento al Bicentenario. También fue un acto importante y multitudinario que finalizó con un recital. Nos preguntamos si ustedes seguirán haciendo recitales de música en vivo.

El monumento está en la avenida Mate de Luna, frente al parque Avellaneda. Les cuento esto porque en los últimos cien años destruimos muchos monumentos y a las calles les cambiamos los nombres bastante a menudo.

Es un monumento que en lo personal me gusta, aunque me hubiese gustado que fuese más alto, por lo menos el doble. Necesitamos símbolos que nos levanten la autoestima y que nos unan. Pero es lo que pudo hacerse en poco tiempo y con escaso dinero.

Los gobernantes que ahora tenemos asumieron hace poco y los que estaban antes no se interesaron por esta celebración, tal vez porque no iban a ser ellos los protagonistas.

Habitamos un país dividido por la política. Y también dividido por profundas desigualdades e injusticias.

A la sesión del Congreso del otro día no vinieron todos los senadores y diputados de la Nación. A algunos la Patria les importa bastante menos de lo que proclaman. Hay mucha mezquindad en la clase dirigente; en realidad, en la sociedad en general. Y demasiada corrupción también.

Les contaba que el monumento se hizo con poco dinero y es porque la economía del país no está bien y la de Tucumán bastante peor que la media nacional.

Hay casi 14 millones de argentinos pobres. En 200 años no pudimos eliminar la pobreza. Hay quienes dicen que no supimos y los más maquiavélicos, que no quisimos. El gobierno anterior ocultaba los pobres y el actual los aumenta. El gobierno anterior se regía por una mitomanía patológica y el actual sufre de compulsión al sincericidio.

Sepan que los argentinos estamos muy acostumbrados a tres flagelos: a las crisis, a la mentira y a echarle la culpa al otro. Esperamos que ustedes puedan cambiar y sean diferentes.

Si nuestro país sigue siendo lo que en estos 200 años siempre fue, entre nosotros y ustedes habrán transcurrido al menos diez crisis económicas profundas.

Hoy se harán los actos más importantes. Vendrá el presidente, como casi todos los 9 de julio, y habrá un desfile cívico militar en la avenida donde está el monumento. Por primera vez los periodistas estaremos detrás de las vallas, a más de 50 metros, como mínimo, de los hechos. A este presidente no le gusta tener cerca a los periodistas, excepto en conferencias de prensa preacordadas. Y la presidenta anterior ni siquiera hablaba con la prensa. En realidad, no lo hacía con nadie, ni con sus ministros, sólo hablaba sola.

Cuesta imaginar cómo trabajarán ustedes este 9 de julio de 2116. ¿Aún habrá presidentes? ¿El país seguirá sometido al unitarismo porteño? ¿Habrá Argentina?

Hoy publicamos junto a este diario una revista histórica que titulamos “Pasado Mañana”. Un juego de palabras que sintetiza nuestro trabajo: lo que nos pasó y lo que nos depara. Es que también pensamos en ustedes. ¿Qué será de ustedes dentro de cien años?

Si aún conservan el archivo del diario tan bien cuidado como nosotros, seguro allí habrá varios ejemplares de esta revista. En papel, microfilmada y también digitalizada. Son las tres plataformas que usamos hoy. Quizás ustedes ya no usen estas tecnologías y hayan inventado otras nuevas.

El archivo de LA GACETA es su tesoro más preciado y no tengo dudas que para ustedes lo seguirá siendo. Allí encontrarán documentos e imágenes anteriores incluso a la fundación de la Argentina. El archivo es nuestro Google interior. Al ritmo que cambian hoy las cosas es probable que ustedes ya ni sepan lo que es Google. Es un megabuscador digital, muy útil pero de memoria corta.

Nuestros periodistas más jóvenes están perdiendo la costumbre de acudir al archivo y es una lástima. La velocidad con que circula hoy la información ha vuelto todo más efímero, más de corto plazo, donde el contexto histórico interesa cada vez menos. Todo es hoy, ahora, y mañana ya no importa.

Mañana obsequiaremos a los lectores otra joya de nuestro archivo: el diario del 10 de julio de 1816. Es una reconstrucción que realizaron dos historiadores de LA GACETA, Carlos Páez de la Torre (h) y Ventura Murga, que se publicó el 9 de julio de 1966 -que casualmente también fue sábado-, por los 150 años de la independencia. Ahora se reeditará de nuevo, sólo que con el diseño del diario actual. Ellos imaginaron cómo hubiera sido LA GACETA del día después de la Declaración de la Independencia. Y la escribieron.

Me motivó escribirles esta carta el hecho de que estoy seguro de que ustedes compartirán la emoción que estamos viviendo estos días. Son momentos únicos e irrepetibles en la vida de un periodista. Ya lo sabrán. Ser testigos y a la vez protagonistas de los sucesos trascendentales de la historia es un sentimiento indescriptible, incomparable, y que con no poca dificultad intento testimoniar para ustedes. Es lo que a nosotros nos ocurre cuando leemos las crónicas centenarias de 1916, palabras y descripciones que nos conmueven hasta los huesos. Historias que nos sensibilizan, nos agitan los sentidos y nos disparan la imaginación hasta el infinito.

Con sincero afecto para ustedes, que nacerán mucho tiempo después de que yo me haya ido, me despido con la profunda convicción de que serán mejores personas que nosotros y que en el tricentenario que transitarán en esta fecha tengan mejores razones que nosotros para festejar.

Dado en Tucumán, a nueve días de julio de 2016, en el Bicentenario de la Declaración de la Independencia. Salud.

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