Más personas, menos cargos
Más personas, menos cargos
En la Legislatura se vive un fenómeno curioso desde hace algunos meses: los dos ascensores del ala norte, los únicos habilitados para el personal legislativo y para el público en general, no dan abasto.

En la gestión anterior, que finalizó el año pasado, el silencio de hospital era una característica del edificio de Muñecas 951. Hoy, para llegar desde el hall hasta los despachos de los legisladores -la mayoría está en el sexto y en el séptimo piso-, los empleados de la Cámara tienen dos caminos: la larga espera frente a las puertas de los elevadores -los del ala norte están reservados para autoridades- o el esforzado ascenso, paso a paso, por los peldaños de madera.

¿Esto significa que el número de cargos en el Poder Legislativo ha crecido con relación a 2015? No.

Lo único que aumentó fueron los controles. Los empleados de planta tienen que poner el dedo pulgar en un sensor y colocar su número de clave. Los contratados, que se desempeñan en los bloques políticos y en las oficinas de los legisladores o de las autoridades de la Cámara, no tienen tanto control sobre su presentismo. Eso sí: para cobrar su salario, es obligatorio que el mes anterior hayan firmado el recibo de sueldo en administración. Esto no elimina a los “ñoquis”, pero dificulta su proliferación.

Más allá de la imagen del abarrotado hall de la Cámara, la cifra de empleados contratados ha caído. ¿Cuánto? No hay números oficiales, ni en la época de Juan Manzur como presidente de la Cámara ni ahora que el vicegobernador es Osvaldo Jaldo. Pero el malestar dentro del propio oficialismo ha comenzado a hacerse evidente.

La semana pasada, en el Congreso del Partido Justicialista, el ex legislador José Alberto “Johnny” Cúneo Vergés alzó la voz por la falta de “contención” dentro del oficialismo. Pasaron largos ocho meses desde la asunción de Jaldo en la Legislatura. “Por efecto de la caída de los cargos de bloques políticos, donde cumplían funciones, han perdido su trabajo. Han esperado un tiempo prudencial a que las nuevas autoridades se acomoden (...), pero hasta ahora no se han visto respuestas positivas, y sus situaciones realmente son muy graves”, advirtió Johnny. Hubo congresales que compartieron su preocupación. Incluso surgió la idea de que, a través del PJ, se gestionara la reincorporación de esos ex empleados legislativos.

Feliz, feliz en su día

¿Cuántos empleados tiene entonces la Legislatura? La cifra estimada de la planta permanente ronda los 1.200, incluyendo transitorios. Ellos deberían celebrar hoy el Día del Empleado Legislativo, pero la sesión especial del Congreso de la Nación frustró los festejos. En los últimos años, mientras Juan Ruiz Olivares fue secretario de la Cámara, venían teniendo fiestas en un salón de Yerba Buena. Allí se anunciaban ascensos y recategorizaciones. Esta vez, por el Bicentenario, deberán esperar.

La variable de importancia en ese asunto son los contratos. Quienes llevan varios años prestando servicios en la Cámara recuerdan cuando José Alperovich cuestionó a su entonces vicegobernador y hoy legislador, Fernando Juri, por las designaciones de temporarios, que sumaban 7.000. Eso sucedió en 2007, antes de que el actual senador decidiera llevar como compañero de fórmula a Manzur. En 2004, según los archivos de LA GACETA, la planta permanente era de unos 500 trabajadores, y había unos 3.500 empleados políticos.

A grandes rasgos, los contratados pueden estar registrados bajo la órbita de los legisladores (como asesores o como dirigentes en sus territorios); de los bloques políticos (como empleados administrativos o como “colaboradores” fuera del edificio); y de Presidencia y de otras oficinas de autoridades (el funcionamiento es similar al de los bloques políticos). Si se multiplican las 48 bancas en funcionamiento por 10 cargos, que es el mínimo, da un piso de 480 empleados temporarios. Pero hay legisladores que tienen hasta 100 personas a su cargo, coinciden representantes del peronismo de la capital, que miran con recelo el caudal acumulado por algunos rivales directos. También señalan que el propio Jaldo utilizó la lapicera para darles contención a los justicialistas que “jugaron” en otros espacios y fueron derrotados en los últimos comicios, como Esteban Dumit y Pedro Balceda.

Los legisladores también notan que el segundo semestre ha llegado y sus ingresos permanecen sin variaciones. Más allá de lo que se diga oficialmente, legisladores admiten por lo bajo que cuentan con tres clases de recursos. El primero es el oficial, reconocido por la Constitución provincial: la dieta. Cuando se efectivice el último incremento otorgado por el vicegobernador, los representantes del pueblo pasarán a tener un ingreso en blanco de unos $ 35.000. El monto parece escueto, si se tiene en cuenta que un director de área con título, extensión horaria y una antigüedad de 10 años cobra el triple que un parlamentario. En los papeles, claro. Porque los legisladores “gestionan” cada mes dinero de la partida denominada “ayudas sociales a personas”. Cada mes, la media firma recibos por al menos $ 100.000 (desde que comenzó esta gestión, la cifra no ha variado). Este es el segundo recurso legislativo. El tercero son los cargos. Al asumir, en octubre pasado, cada parlamentario administraba 10 contratos para asesores. El manejo de los lugares en la administración pública es una forma de contención clásica en la dinámica de la política comarcana. Hasta diciembre de 2014, según fuentes de la gestión anterior, el número superaba los 1.500. Pero con la proximidad de las elecciones esa cifra fue creciendo. A la vez, tras los comicios, esos contratos cayeron. Y allí radicaba el reclamo de Cúneo Vergés.

Está el caso de algunos legisladores que acordaron un trueque de gastos sociales por contratos (algunos resignaron esa partida a cambio de 50 trabajadores, todos con funciones territoriales). Pero desde octubre hasta acá ninguno pudo conseguir nuevos espacios para su tropa. Y eso va en contra de los “usos y costumbres” del cuerpo colegiado, porque los contratos, así como los “gastos sociales”, solían incrementarse con la llegada de cada año.

El funcionamiento interno de la Cámara, al menos en apariencia, mutó hacia los controles y la dinámica. Se nota en los ascensores y en el hall. Pero el secreto sigue siendo la nota característica respecto a los recursos legislativos.

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