La convivencia, una materia pendiente

La convivencia, una materia pendiente

El Bicentenario no podrá ver junto a los presidentes que supieron conducir el país en las últimas décadas. La Justicia ante la oportunidad de asumir responsabilidades

La convivencia, una materia pendiente
Una justicia rápida, eficaz, transparente y reparadora. En la Casa Histórica quedó guardado este compromiso de la Justicia argentina. Es el compromiso para el próximo milenio. Si se hace esa voluntad, el futuro está asegurado. Alberto Lebbos no sufriría más. Los militares que cometieron delitos de lesa humanidad estarían condenados en tiempo y forma y no cuando la senilinidad les ha ganado la batalla. Los funcionarios corruptos estarían presos cuando ponen la firma y no cuando se los descubre con 9 millones de dólares entrando a un confesionario.

El documento es un canto al futuro. Está en la casona de calle Congreso pero podría estar colgado en los despachos de cada uno de los magistrados, de Ushuaia a La Quiaca. Sería una forma de recordarles que la Justicia está en ellos y no en el poder político como han venido demostrándolo desde 1983 a la fecha, sólo por poner un hito democrático como corte de esta afirmación.

“Nosotros estamos totalmente de acuerdo con que debemos investigar los casos de corrupción en tiempo real”, es decir mientras los funcionarios están en ejercicio y no cuando terminaron sus mandatos. Cuando el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación afirma eso está expresando un deseo y no confirmando un accionar que no ha podido afrontar la Justicia argentina en los últimos 40 años. Su compañera de Corte, Elena Highton de Nolasco habla más del presente cuando dice: “en este momento el poder político está dejando actuar con independencia a los jueces”. Demasiado contundente para confirmar que los magistrados han estado sometidos a una presión que afecta su libertad para tomar decisiones. Cuando la vicepresidenta de la Justicia dice esto no habla sólo de los políticos, incluye también a la prensa y a otros poderes.

El Bicentenario ha cargado en sus espaldas la potencia de la oportunidad. Al mismo tiempo sirve para que cualquier ciudadano se tome un tiempo para mirar para atrás, para pensar dónde y para qué está parado en este mundo y qué puede hacer por el mañana. En este marco se inserta el documento que firmaron los jueces argentinos. Es un punto de partida para que la Justicia cambie y le dé seguridad al país.

Decisiones
Tucumán está convulsionado por el Bicentenario que no se supo construir con tiempo. Las anteriores autoridades, Cristina, José Alperovich y Domingo Amaya por citar a los principales responsables negaron el Bicentenario. No les importó, hace un lustro –como mínimo- poner una semilla para que en este 2016 todo sea diferente. Por eso hasta la pobre Casa Histórica estuvo revestida de andamios en el año de los festejos. La convulsión no permite tener tranquilidad para pensar y cuando eso ocurre los intereses propios suelen anteponerse a los generales. Algo así le debe haber ocurrido al gobernador de la provincia. Juan Manzur no puede evitar ser el heredero y el hombre que Alperovich inventó para sucederlo. Sin embargo, ha elegido diferenciarse claramente de él. No tiene gestos hoscos ni los desplantes del actual senador. Asiste a cuanto encuentro es invitado con un perfil bajísimo hasta convertirse en un espectador más. Se había subido a ese tren pero el viernes por la tarde se equivocó de estación. A las 20, lo esperaban en el Ferrocarril Mitre donde se desarrollaba el Vino de Honor. Un encuentro que había congregado a los empresarios que sostienen la actividad económica tucumana. En vano, lo esperaron al primer mandatario. El había elegido sentarse en la mesa de los jueces que cenaban en el hotel Sheraton. Fue innecesario el desplante y la elección. En una ciudad donde de una punta a la otra la mayor demora podría haber sido de media hora, Manzur podría haber evitado esa falta. En los andenes del Ferrocarril Mitre, las conjeturas sobre el por qué eligió a los magistrados y no a los tucumanos no incluyeron elogios propiamente.

Ausencias
Las heridas abiertas en la sociedad llevará tiempo cicatrizarlas. El bicentenario verá a mandatarios de otros países pero será imposible que aquellos que los argentinos eligieron para que marquen el rumbo en distintos momentos, estén tomados de la mano. Parecen enemigos y no coterráneos que se fueron alternando en la conducción de la Argentina. Ni Carlos Menem, ni Fernando de la Rúa ni Cristina Fernández de Kirchner asistirán a las ceremonias del 9 de Julio. Hay una plaza llena de gente capaz de dar argumentos para ponerle bolillas negras a cada uno esos presidentes de la Nación. Sin embargo, son los elegidos. Si fueron corruptos o no, si cometieron ilícitos para gobernar es un problema del que la Justicia no supo ocuparse a tiempo, pero son las personas que cada uno supo elegir para mandar en el país. Para jugar con la imaginación queda para los próximos días la duda de si asistirán también los senadores Silvia Elías de Pérez y Alperovich y si podrán saludarse en nombre de un interés general mucho mayor que sus rencillas presentes.

Uno de los invitados esta semana que ya partió fue el senador Federico Pinedo, quien en una alocución pública pidió que los argentinos nos tomemos un minuto de silencio para pensar y otros tres para proyectar el mañana, para encontrar lazos de unión, para repensar la historia que vendrá. La convivencia no figura, por ahora, en esos pensamientos y la Justicia es una de las responsables de que se haya cajoneado.

Autodefiniciones
Buena gente, egocéntricos, corruptos, agrandados, astutos, vagos, irrespetuosos, alegres, amigables, trabajadores, apasionados, sin memoria. Con esas palabras se autodefinieron los tucumanos en una encuesta que la Universidad Siglo XXI realizó en busca de bucear en los valores y en el sentido de la argentinidad. Las respuestas de los tucumanos no es muy distinta de la que se dio en todo el país. Cargan las mismas contradicciones que tal vez explican el porqué de tanta desunión y de tanta incapacidad para encontrar un destino común a largo plazo.

El próximo domingo ya se habrán soplado las velitas del Bicentenario. Seguirán los festejos, seguirán las actividades, los debates, las reflexiones y seguramente, renacerán algunas diferencias y otras tensiones postergadas por el 9 de Julio y latentes por la voracidad de la política. Cada ciudadano tiene en sus manos la posibilidad que esta no sea una oportunidad perdida.

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