El populismo de derecha avanza a toda máquina

El populismo de derecha avanza a toda máquina

02 Julio 2016

Nate Cohn - The New York Times

La decisión de los votantes británicos de salir de la Unión Europea (UE) dejó una lección: se agiganta la división entre los beneficiarios de la globalización multicultural y los nacionalistas de la clase obrera que se sienten relegados. Estos temas tienen el potencial de debilitar los lazos partidistas de larga data, incluso en Estados Unidos.

La división fue evidente en el referendo británico. El resultado en Sunderland -desde hace tiempo un bastión laborista y que votó 62% a favor de abandonar la UE- fue el primer signo claro del resultado.

Al final, muchos bastiones tradicionales de los laboristas conformados por la clase obrera del norte de Inglaterra votaron a favor del “Brexit”. La última mina de carbón profunda en el país cerró el año pasado en Yorkshire, en el norte de Inglaterra.

La misma historia se desarrolló en las recientes elecciones austriacas. La extrema derecha ganó en áreas de clase obrera que se habían inclinado por los socialdemócratas una década antes. Patrones similares aparecen en Dinamarca y en Alemania, donde la centroizquierda obtuvo mejores resultados en las áreas metropolitanas cosmopolitas y los populistas ganaron en anteriores bastiones izquierdistas.

Dos universos

El resultado es conocido para los estadounidenses: un electorado dividido entre las áreas metropolitanas cosmopolitas, bien educadas y diversas conectadas con la economía mundial, y las regiones ex industriales de más edad y menos educación que no se han beneficiado con la globalización.

En cierto sentido, Estados Unidos está adelantado en esta tendencia. Las llamadas guerras culturales, que han enfrentado a la derecha religiosa contra el laicismo, no tuvieron equivalente en la relativamente laica Europa.

Las disputas en torno al matrimonio gay, las armas, el cambio climático, el aborto y -antes de eso- los derechos civiles ya habían empujado a muchos bastiones tradicionalmente demócratas pero conservadores en el sur y los Apalaches hacia los republicanos. Mientras, muchos suburbios ricos a lo largo de las costas han estado votando por los demócratas.

Pero en la misma forma en que la inmigración y el nacionalismo resultaron ser más persuasivos para la clase obrera europea más laica, el populismo estilo europeo -ahora personificado por Donald Trump- puede causar un daño adicional a los demócratas en Estados Unidos.

El paralelo es asombroso. La centroizquierda europea, como los demócratas en Estados Unidos, han asumido la defensa de los impuestos más bajos, el libre comercio y la inmigración en las últimas décadas.

Números sorprendentes

Hay muchos bastiones de clase obrera relativamente laicos y tradicionalmente demócratas en todo el norte de Estados Unidos donde los republicanos han hecho poco o ningún avance durante décadas: Scranton (en el Estado de Pensilvania); Youngstown (Ohio); y los condados de la Cordillera de Hierro en Wisconsin dieron más de 60% de los votos a Barack Obama en 2012. Hay áreas como esas en todo el norte del país -desde Aberdeen (Washington) y Butte (Montana), hasta las costas de Rhode Island y Maine- donde los republicanos habían hecho avances marginales o ninguno. Tal vez porque los gustos culturales tienden a darse de bruces donde no hay muchos cristianos evangélicos.

Pero lo notable es que estos estuvieron entre los lugares donde Trump obtuvo mejores resultados en las primarias republicanas. Ganó el 70% de los votos en Scranton y casi 80% en la cercana Wilkes-Barre. Se llevó más del 50% de los votos en Youngstown, aun cuando su oponente -John Kasich- era el gobernador del Estado. Recibió más del 50% en todos los condados de la Cordillera de Hierro en Wisconsin.

Su mejor Estado fue Rhode Island, donde los demócratas obtuvieron su mejor resultado entre los votantes de la clase obrera blanca durante gran parte del siglo XX. Los datos de las encuestas basadas en las afiliaciones de los votantes también indican que a Trump le fue mejor entre aquellos que se identificaron como ex demócratas o quienes tienen un historial de votar en las primarias demócratas.

Mucha atención

La votación del Brexit no debería ser interpretada como un signo de que Trump ganará. Estados Unidos es mucho más diverso que Gran Bretaña, y él podría no estar a la altura del potencial de su mensaje, dada su inclinación a ofender al resto de la humanidad y a su falta de experiencia política.

Pero no hay garantías de que los votantes de la clase obrera blanca que se alinearon con los demócratas a lo largo de las guerras culturales se vayan a quedar con ellos si las elecciones giran en torno de temas como el comercio y la inmigración.

Los demócratas dependen mucho más de la clase obrera blanca del norte de lo que reconoce el argumento prevaleciente de las últimas contiendas electorales. Un análisis reciente de esta columna mostró que los blancos norteños de clase obrera representaban una mayor parte del electorado de lo que se creía originalmente, y que los demócratas -en especial Bill Clinton y Obama- han estado ganándose a una mayor parte de ellos de lo que se ha comprendido típicamente.

Los sondeos ya demuestran que Trump está ganándose a los votantes blancos sin un título universitario por más margen que Mitt Romney, candidaro a la presidencia hace cuatro años. En general, está obteniendo resultados tan buenos entre los votantes registrados blancos como Romney, pese a la debilidad de Trump entre los votantes blancos bien educados, sobre todo los que viven en California y Nueva York.

Quizá no sea suficiente para Trump, pero la votación del Brexit y las tendencias electorales europeas en general son un recordatorio de que hay mucho espacio para que los demócratas desciendan entre los votantes blancos de clase obrera.

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