La calle Córdoba, emblema de negligencia e improvisación

La calle Córdoba, emblema de negligencia e improvisación

Lo que viene ocurriendo desde hace más de una década en calle Córdoba al 400, casi en la esquina con 25 de Mayo, es una clara muestra del modo improvisado y negligente en que se va modernizando la ciudad. En este caso la mira apunta contra la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), que debiera revisar la calidad de los materiales empleados en la actualización y ampliación de las cañerías de agua potable y de cloacas.

Los problemas se destaparon el viernes 17 de junio cuando un ómnibus de la línea 8 se cayó dentro del agujero que acababa de formarse en la calzada. El vehículo estuvo así durante unas seis horas hasta que se pudo sacarlo con una grúa.

La SAT relativizó la fisura que se encontró en el ducto cloacal que corre por debajo de la calzada y puso énfasis en que el origen del problema fue una napa freática muy activa. Las corrientes de agua subterráneas que tiene la ciudad son de más conocidas y cualquier plan de cambio o ampliación de cañerías debería contemplarlas. De manera que esa excusa no parece congruente con el organismo responsable del saneamiento de la ciudad.

Sería deseable que se tuvieran en cuenta las palabras del ingeniero Franklin Adler, especialista en hidráulica y autor de un estudio realizado a mediados de la década de 1990 sobre las napas freáticas que corren dentro de las cuatro avenidas de la ciudad. “El crecimiento de las napas freáticas, en la mayoría de los casos que observamos, se alimenta de las numerosas pérdidas de las cañerías de agua y de cloacas”, dijo el experto.

Esta afirmación, como la permanente explosión de caños y cloacas por toda la ciudad -tema del que este diario se ha ocupado en reiteradas ocasiones- ponen en tela de juicio la calidad de los materiales que elige la empresa del agua para sus ductos.

Si por algo se ha vuelto emblemática la calle Córdoba al 400 es porque, además, se constituye en un muestrario de cómo hay que volver a hacer las cosas cuando en el arranque no se hicieron bien. Es una calzada que una y otra vez ha sido reparada porque los hundimientos no han dado tregua.

Esto comenzó en 2003 cuando la depresión en el asfalto de la calle se asemejaba a una sucesión de lomos de burro. En febrero de ese año comenzaron los trabajos de excavación para investigar lo que pasaba y se descubrió que el colector cloacal estaba saturado. Se colocó una cañería subsidiaria, y luego de seis meses los trabajos finalizan.

Solo pasaron tres años y se empezaron a notar hundimientos una cuadra más hacia el oeste, en Córdoba y Muñecas. Esta vez el problema no era el colector sino que uno de los caños de cloacas que desemboca en la boca de registro se había descalzado y la pérdida de líquidos cloacales socavó el asfalto.

Al año siguiente -ya estamos en 2007- otra vez hay depresiones en Córdoba al 500. La causa tampoco fue el colector sino la boca de registro. En ese momento el gerente de Obras de la SAT, Augusto Guraiib, admitió que en 2003 se había usado un suelo de sustento que no era el adecuado. Claramente, no era la naturaleza la causante de nuestros males. En noviembre de 2008 hubo nuevamente problemas en Córdoba al 400: se había roto un caño de agua de un edificio de la cuadra. Esto, por suerte, se arregló rápidamente.

La SAT debería controlar más los materiales que emplea y el modo en que se hacen las obras. Y también hacer inspecciones de todas sus instalaciones subterráneas para prevenir accidentes como el que sufrió ese colectivo de la línea 8.

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