El avión llegó antes que el auto a Tafí del Valle

El avión llegó antes que el auto a Tafí del Valle

HACIA LA CIMA. Allá por 1938 el camino que unía San Miguel del Tucumán con San Javier se iba completando tramo a tramo. En aquel año se había terminado el trecho entre Yerba Buena y el parque Aconquija, al pie de la serranía.   HACIA LA CIMA. Allá por 1938 el camino que unía San Miguel del Tucumán con San Javier se iba completando tramo a tramo. En aquel año se había terminado el trecho entre Yerba Buena y el parque Aconquija, al pie de la serranía.
02 Julio 2016

MANUEL RIVA 

LA GACETA

El turismo en nuestra provincia tuvo un crecimiento importante a lo largo del pasado siglo XX. Desde aquellos primeros años, los caminos que vinieron a complementar la función de los ferrocarriles como enlace entre las grandes ciudades del país sirvieron para que los cerros tucumanos, los Valles Calchaquíes y el valle de Choromoro se pongan a tiro de los ciudadanos y visitantes de la capital tucumana.

Una aventura a San Javier

La cercana San Javier, a donde en el presente se accede en pocos minutos, no estaba tan próxima allá por 1936. El viaje era una aventura, y para promocionarla el Centro Pro Turismo de Tucumán organizó en mayo una excursión.

Consignaba la crónica de nuestro diario: el grupo de reciente creación tiene el propósito principal de estudiar la forma más conveniente de atraer a nuestra provincia corrientes de turismo. El relato continúa: a las 8.30 horas partió de la plaza Independencia una caravana de 50 automóviles en los cuales viajaban el ministro de Gobierno, Norberto Antoni, el jefe de Policía, autoridades del centro, y personas de diversos sectores de nuestra ciudad. La caravana llegó a destino antes del mediodía y después de recorrer algunos puntos de San Javier se sirvió un almuerzo que alcanzó lúcidas proyecciones. La tarde la dedicaron a visitar el cerro y obtener vistas de sus bellezas panorámicas para regresar a nuestra ciudad en las últimas horas del día”. El cronista destacó que todos los visitantes volvieron gratamente complacidos del viaje realizado. Dos años después se inauguraba el tramo que iba desde Bajo Hondo, antiguo camino del Perú y remata al pie de las primeras estribaciones del Aconquija. La crónica destacaba: escala la montaña en forma casi imperceptible, por la suavidad de la línea ascensional, así como las curvas que son espaciosas de unos 8 metros por seis en las rectas. Pircas sirven de defensa al camino contra la amenaza de derrumbes y resguardan el tráfico de los peligros de caídas en cunetas. Reconoce que la nueva traza cuenta con una menor pendiente y es menos exigente para el tránsito, y luego resalta: desde las primeras alturas se domina un panorama espléndido, la ciudad lejana, apenas perceptible en su divisibilidad de calles y caseríos y hasta los ingenios azucareros. Allí también se pone de relieve la construcción del recreo Aconquija que servirá de refugio y hasta sitio de reunión a los turistas.

Sin embargo también se pronosticaban los problemas en su futuro, porque advertía: cuando se habilite el tercer tramo que -cosa que ocurrió poco después- unirá ese lugar con Anta Muerta, lugar situado unos tres kilómetros al sud de la Puerta de San Javier, el turismo pasará de largo, hacia lo más alto de la montaña, pero el recreo será siempre un lugar de atracción y hasta de descanso. Nada de ello ocurre en la actualidad donde la construcción está totalmente destruida e inservible. Debemos recordar que apenas cuatro años después, en 1942 se inauguró el Cristo Bendicente de Juan Carlos Iramain y la zona fue creciendo fuertemente con el paso de los años.

A las alturas

La atracción por Tafí del Valle viene desde antaño pero hasta 1943, cuando se inauguró el camino hacia esa villa, llegar en auto era imposible y el caballo era la única forma de recorrer el sinuoso camino. Pero el avión llegó antes que el coche: el 21 de julio de 1921, según LA GACETA del día siguiente bajo el título “El primer viaje aéreo a Tafí del Valle”. Decía la crónica: a las 7.50 salió el “Cóndor” del Aeródromo Benjamín Matienzo (ubicado en el parque 9 de Julio), piloteado por el teniente Jorge Sariotte y conduciendo como pasajeros a los señores Luis Ciaffardini, Juan Brú, y Juan Jattar. La mañana estaba espléndida. En medio del firmamento límpido, empezaban a cobrar fuerza los rayos del sol. A las 8 y 5, llegó el aeroplano a Villa Nougués: allí el teniente Sariotte hizo un tirabuzón, para ganar altura y los pasajeros pudieron admirar las bellezas del Aconquija. Las 8 y 20 serían cuando el “Cóndor” se lanzó sobre la cumbre de Mala Mala, situada a 3.200 metros sobre el nivel de Tucumán. El altímetro del aparato marcó entonces 3.500 metros. A las 8 y 45 llegaron a La Ciénaga. El estrecho pasadizo que ofrecían las montañas y la fuerza del viento que daba de frente, obligaron al piloto a efectuar varios virajes. Tras pasar El Pelao avistaron el Campo de las Carreras en la estancia de Frías Silva, donde aterrizaron cerca de las 9. La aparición de la nave debe haber sido algo increíble ya que hasta el propio comisario se acercó por pedido de los habitantes. Tras dejar el aparato recorrieron las tres leguas hasta el poblado, fueron al telégrafo desde donde mandaron un mensaje al presidente del Aero Club, Nicanor Posse, sobre el feliz resultado del viaje. Los pasajeros llevaban ejemplares de nuestro diario que repartieron entre los curiosos. Luego buscaron un campo más propicio para los aterrizajes, almorzaron y tras una pequeña recorrida alzaron vuelo a las 15.50 para llegar a Tucumán a las 16.50. Este viaje impuso varios récords para la época. Uno fue el de altitud en Sudamérica con 3.950 metros sobre el nivel del mar. El otro fue que el primer transporte mecánico que alcanzó Tafí fue un avión, más de 20 años antes que un automóvil. Y por último que por primera vez LA GACETA se leía en el mismo día y fue a las 9.50 de aquel 21 de julio de 1921.

A Las Termas de Río Hondo

El 1 de julio de 1928 el avión “Alberdi” del Aero Club realizó un viaje a Las Termas de Río Hondo con el objeto de inspeccionar la pista de aterrizaje que servirá para los próximos vuelos de pasajeros que se realizarán durante la temporada de baños (aguas termales).

En el vuelo, de 55 minutos, iban como pasajeros el sub-administrador de LA GACETA, Manuel Abella, y el secretario del Aero Club, José Luis Torres. Cabe destacar que Abella llevó ejemplares del diario que fueron repartidos allí generando atracción en el público que se lo llevaba. Además había correspondencia que fue depositada en la oficina postal.

Tafí Viejo, una villa veraniega

El 3 de mayo de 1900 Tucumán incorporaba una nueva localidad. Ese día se fundaba la villa veraniega de Tafí Viejo. Había sido bautizada como “San José de Calazans”, denominación que no prosperó porque los despachos la consignaban como “Villa General Mitre-Tafí Viejo”. La idea de los fundadores era que ofrezca buen aire y salud a las familias que deseen procurárselo. De tal manera que su simiente como pueblo veraniego debía de ir de la mano de efectivas vías de comunicación, y más aún si recordamos que para 1910 ya se habían incorporado a la fisonomía urbana los famosos talleres ferroviarios que cambiaron la ciudad, que se volvió un polo industrial y comercial importante.

La primera confitería

La destruida construcción conocida como la primera confitería que el viajero observa a la vera derecha del camino que lleva a San Javier fue otrora una bella edificación que era usada por los tucumanos para el esparcimiento. La obra fue inaugurada el 22 de mayo de 1938 bajo el gobierno de Miguel Campero. La “Hostería Parque Aconquija” era parte importante del plan de conquista vial del gobierno de entonces que había habilitado poco antes el camino que llegaba hasta allí. Cabe recordar que antes de ese camino existía el recordado tranvía rural que unía la capital tucumana con el parque Aconquija.

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