Una exposición de grandes creaciones y vastas historias

Una exposición de grandes creaciones y vastas historias

El Espacio Artesanal Tucumán quedó inaugurado en San Martín 251 y exhibe verdaderas maravillas surgidas de materiales de nuestra tierra que han sido trabajadas por las manos de nuestros comprovincianos. Ellos, además de mostrar con legítimo orgullo el fruto de sus habilidades, también relatan el camino de sus esfuerzos.

 -PATRICIA DÍAZ. -PATRICIA DÍAZ.
02 Julio 2016
patricia díaz
la tejedora que llegó de amaicha del valle para hacer realidad el “poncho tucumano”
Patricia Díaz cumplió una misión muy importante para Tucumán: tejió, junto con dos compañeros, el “Poncho tucumano”. Nació en Amaicha del Valle y terminó la secundaria en la Escuela de Nivel Medio para Adultos. Mientras cursaba, en los actos de la institución se acercaba a ver los trabajos artesanales que realizaban alumnos del curso de tejido del mismo establecimiento y ahí fue cuando comenzó a gustarle y a llamarle la atención. Cuando terminó el secundario se inscribió en el taller para aprender y conocer un poco más sobre ese tipo de artesanía. “Ahora, con 22 años, me dedico a esto. Me transporta y me desvía de cualquier situación cotidiana que me pueda afectar. Es algo hermoso y me ayuda en todo”, aseveró Díaz, quien entregará el primer producto realizado al cacique y delegado comunal Eduardo Nieva. En el primer poncho invirtieron todo su tiempo, de lunes a domingo, incluidos los feriados, desde las tres de la tarde hasta las ocho de la noche, turnándose entre los tres artesanos para terminar. “Ahora estamos trabajando muy duro en el segundo poncho”, contó orgullosa la artista, que describió cada paso que realizó para armarlo con tela de llama, y que llegará a manos de Mauricio Macri en los festejos del 9 de Julio.
 
federico arias
el tucumano que viajó hasta el sur para hallar el oficio que ahora enseña en el norte
Federico Arias descubrió que, para que su vida fuera perfecta, tenía que fusionar dos elementos necesarios: viajar y trabajar con artesanías. La combinación hizo posible que sus manos construyan cada pedacito de arte exhibido en una vitrina. A los 12 años fundía plomo aquí, en Tucumán, su provincia natal, donde su entusiasmo también se volcaba a las piedras: desde que comenzaba a buscarlas hasta que las intervenía. Antes de terminar la secundaria decidió hacer su primera travesía: viajar a El Bolsón, en Río Negro. Allí descubrió que la artesanía no era sólo un hobby para él, sino que quería y podía vivir de ese oficio. “Mi musa es el asombro. Yo me dejo llevar por todo lo que me sorprende de cada lugar que recorro”, expresó el artista, que adquirió la mayoría de sus conocimientos a los 18 años. A esa edad volvió del sur y finalmente terminó la secundaria. El siguiente paso fue convertirse en lo que tanto esperaba: un viajero del norte. Al llegar a la Quebrada de Humahuaca conoció a un artesano cordobés que había vivido muchos años en Colombia y en Guatemala; y que fue el que le enseñó la mayor parte del trabajo artesanal. Hoy trabaja con el metal y con la lapidación, es decir, el corte de piedra. Uniendo esos materiales arma collares, pulseras, anillos, cuadros, dijes y brazaletes. “Mi arte no está solo en el producto terminado, sino en cómo construyo las piezas. El valor está en convertir la cultura y las imágenes regionales en verdaderas joyas”, explica Arias, quien tiene un taller propio en la zona de plazoleta Mitre y da clases en distintas villas de la provincia. 
 
marcela sueldo
la randa terminó siendo su tiempo entre costuras
Marcela Del Valle Sueldo es una artesana fanática de la randa, un tejido que se hace a mano y que, terminado, forma un encaje. La artista nació en Monteros y comenzó a deslumbrar a los 8 años, cuando comenzó a tejer piezas y se dio cuenta de que era una niña fascinada con su pasatiempo. Un poco más grande, y con más curiosidad, tomó conocimientos de las técnicas y de la artesanía como oficio; y a los 21, cuando tuvo que elegir a qué dedicarse, sin dudarlo optó por las agujas, convirtiendo ese hobby en una profesión. Desde esa decisión no paró más y ahora es la creadora del “Vestido del Bicentenario”, en el que trabajó durante tres meses y medio, todos los días, a la mañana y a la tarde, acompañada por un grupo de alumnas. Está hecho con randa y diseñado como si fuese para un casamiento. Blanco, largo y delicado. El objetivo fue revalorizar la randa, ya que, según explicó la artista, antes sólo se usaba para tapetes y ahora, en el mundo de la moda, comenzó a utilizarse más seguido por algunos diseñadores. Marcela asiste a muestras nacionales y tiene talleres propios donde enseña la técnica. “A mí me gusta llamar a este oficio ‘randoterapia’, porque la mayoría de mis aprendices llegan al taller con algunos problemas familiares o laborales y cuando se dedican a tejer, se distienden y se relajan. Ayuda mucho a la salud mental”, aseveró.

PATRICIA DÍAZ

La tejedora que llegó de amaicha del valle para hacer realidad el “poncho tucumano”

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Patricia Díaz cumplió una misión muy importante para Tucumán: tejió, junto con dos compañeros, el “Poncho tucumano”. Nació en Amaicha del Valle y terminó la secundaria en la Escuela de Nivel Medio para Adultos. Mientras cursaba, en los actos de la institución se acercaba a ver los trabajos artesanales que realizaban alumnos del curso de tejido del mismo establecimiento y ahí fue cuando comenzó a gustarle y a llamarle la atención. Cuando terminó el secundario se inscribió en el taller para aprender y conocer un poco más sobre ese tipo de artesanía. “Ahora, con 22 años, me dedico a esto. Me transporta y me desvía de cualquier situación cotidiana que me pueda afectar. Es algo hermoso y me ayuda en todo”, aseveró Díaz, quien entregará el primer producto realizado al cacique y delegado comunal Eduardo Nieva. En el primer poncho invirtieron todo su tiempo, de lunes a domingo, incluidos los feriados, desde las tres de la tarde hasta las ocho de la noche, turnándose entre los tres artesanos para terminar. “Ahora estamos trabajando muy duro en el segundo poncho”, contó orgullosa la artista, que describió cada paso que realizó para armarlo con tela de llama, y que llegará a manos de Mauricio Macri en los festejos del 9 de Julio. 




FEDERICO ARIAS 
El tucumano que viajó hasta el sur para hallar el oficio que ahora enseña en el norte

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Federico Arias descubrió que, para que su vida fuera perfecta, tenía que fusionar dos elementos necesarios: viajar y trabajar con artesanías. La combinación hizo posible que sus manos construyan cada pedacito de arte exhibido en una vitrina. A los 12 años fundía plomo aquí, en Tucumán, su provincia natal, donde su entusiasmo también se volcaba a las piedras: desde que comenzaba a buscarlas hasta que las intervenía. Antes de terminar la secundaria decidió hacer su primera travesía: viajar a El Bolsón, en Río Negro. Allí descubrió que la artesanía no era sólo un hobby para él, sino que quería y podía vivir de ese oficio. “Mi musa es el asombro. Yo me dejo llevar por todo lo que me sorprende de cada lugar que recorro”, expresó el artista, que adquirió la mayoría de sus conocimientos a los 18 años. A esa edad volvió del sur y finalmente terminó la secundaria. El siguiente paso fue convertirse en lo que tanto esperaba: un viajero del norte. Al llegar a la Quebrada de Humahuaca conoció a un artesano cordobés que había vivido muchos años en Colombia y en Guatemala; y que fue el que le enseñó la mayor parte del trabajo artesanal. Hoy trabaja con el metal y con la lapidación, es decir, el corte de piedra. Uniendo esos materiales arma collares, pulseras, anillos, cuadros, dijes y brazaletes. “Mi arte no está solo en el producto terminado, sino en cómo construyo las piezas. El valor está en convertir la cultura y las imágenes regionales en verdaderas joyas”, explica Arias, quien tiene un taller propio en la zona de plazoleta Mitre y da clases en distintas villas de la provincia. 




MARCELA SUELDO 
La randa terminó siendo su tiempo entre costuras

Marcela Del Valle Sueldo es una artesana fanática de la randa, un tejido que se hace a mano y que, terminado, forma un encaje. La artista nació en Monteros y comenzó a deslumbrar a los 8 años, cuando comenzó a tejer piezas y se dio cuenta de que era una niña fascinada con su pasatiempo. Un poco más grande, y con más curiosidad, tomó conocimientos de las técnicas y de la artesanía como oficio; y a los 21, cuando tuvo que elegir a qué dedicarse, sin dudarlo optó por las agujas, convirtiendo ese hobby en una profesión. Desde esa decisión no paró más y ahora es la creadora del “Vestido del Bicentenario”, en el que trabajó durante tres meses y medio, todos los días, a la mañana y a la tarde, acompañada por un grupo de alumnas. Está hecho con randa y diseñado como si fuese para un casamiento. Blanco, largo y delicado. El objetivo fue revalorizar la randa, ya que, según explicó la artista, antes sólo se usaba para tapetes y ahora, en el mundo de la moda, comenzó a utilizarse más seguido por algunos diseñadores. Marcela asiste a muestras nacionales y tiene talleres propios donde enseña la técnica. “A mí me gusta llamar a este oficio ‘randoterapia’, porque la mayoría de mis aprendices llegan al taller con algunos problemas familiares o laborales y cuando se dedican a tejer, se distienden y se relajan. Ayuda mucho a la salud mental”, aseveró.

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