Monteagudo tuvo dos ceremonias en una

Monteagudo tuvo dos ceremonias en una

Después del acto central, presidido por autoridades municipales, provinciales y nacionales, un potosino le dedicó unas palabras en quechua al pie del monumento donde ahora descansan sus restos. La Banda Militar y la quena, en un mismo homenaje.

CORTEJO. Soldados y cadetes del Liceo Militar Gregorio Aráoz de La Madrid llevaron a pulso la urna con los restos del prócer hasta su mausoleo. CORTEJO. Soldados y cadetes del Liceo Militar Gregorio Aráoz de La Madrid llevaron a pulso la urna con los restos del prócer hasta su mausoleo.
30 Junio 2016

Como en la propia historia de Bernardo de Monteagudo, el día del traslado de sus restos a su provincia natal, Tucumán, tuvo dos miradas que no se pudieron esquivar entre sí, pero que tampoco terminaron de encontrarse. Una de ellas fue la ceremonia oficial: alrededor de las 11.30 llegó al cementerio del Oeste la urna con los despojos del prócer, y fue recibida y bendecida por las autoridades provinciales, municipales, nacionales, militares y eclesiásticas que presidieron un solemne acto en las puertas de la necrópolis. Y una vez que las cenizas fueron depositadas en el mausoleo y las autoridades se retiraron, llegó el homenaje fuera de libreto.

Alejado de las charreteras y las armas, enfundado en un poncho blanco de ceremonia, Julio Cazas Cardozo pidió permiso a los pocos que quedaban al pie del monumento recuperado para Monteagudo. Se presentó como un boliviano de Potosí, admirador del coraje y de la entrega del prócer. “Él, al igual que muchos hombres de Potosí, sufrieron la brutal represión del 25 de mayo de 1809 (durante un levantamiento popular en Chuquisaca, actualmente Sucre). Y, como pocos, había podido ver una gran América. Su lucha independentista fue ir no solamente contra el español, sino contra el mismo Dios, como se manifestaba en esa época. Cuando yo era niño mi padre decía: qué gran hombre Monteagudo”. El potosino consiguió un silencio de tumbas en el cementerio del Oeste. Prosiguió su homenaje “con el Tata Inti iluminándome el pecho” dirigiendo unas palabras en quechua al líder todavía recordado en Chuquisaca, para después dedicarle unos sonidos temblorosos de emoción con su quena. “Qué acto valeroso haber traído a Monteagudo desde allá (Lima, en 1917 al cementerio de la Recoleta), arrumbado en unas tierras que no lo querían. ¡Qué gran hombre Monteagudo!”, exclamó, antes de cantar el Himno Nacional Argentino también en quechua. Con este acto fuera de libreto, se cerró, de manera emotiva e impensada, la ceremonia.

Minuto de silencio

La mañana fría y soleada, con el cielo de un inmaculado celeste, fue el escenario del acto de recibimiento a Monteagudo. El cementerio lo esperaba ornamentado con los colores patrios, con los mausoleos vecinos pintados y con las veredas de la plaza Gramajo Gutiérrez, frente a la necrópolis, renovadas para la ocasión. A dos cuadras del Monumento del Bicentenario se respiraba orgullo patriótico. El gobernador, Juan Manzur; el intendente, Germán Alfaro; el subsecretario de Planeamiento Estratégico y Política Militar del Ministerio de Defensa de la Nación, Hugo Perri, y el arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, junto a funcionarios municipales y provinciales apostados en las escalinatas de la necrópolis. presidieron el acto central. Estuvieron presentes el titular de la Corte Suprema de Justicia, Antonio Gandur, y el director del Liceo Militar General Gregorio Aráoz de La Madrid, Luis María Garro. Miembros del Ejército, de Gendarmería y del Liceo Militar rindieron homenaje al prócer asesinado en Lima, Perú, en 1825.

La Banda Militar ejecutó un minuto de silencio antes de las bendiciones que impartió Zecca a los despojos de Monteagudo y de las palabras que dedicaron el historiador Daniel Campi y Alfaro a la memoria del homenajeado que volvió a su tierra. El jefe municipal, uno de los principales impulsores de esta repatriación, coronó su discurso con efusivas palabras: “Monteagudo prefirió ser mártir para que nosotros seamos libres”.


Daniel Campi (historiador)
“El más americaNo de los patriotas tucumanos”
Pocos tucumanos expresaron como Monteagudo el sentido que se lució el 9 de Julio de 1816 en nuestra ciudad, en abierto desafío a las grandes potencias en Europa. Esa declaración tuvo un profundo sentido americano, y Monteagudo fue el más americano de los patriotas tucumanos de aquella hora. Fue uno de los grandes pensadores que aunaron las consignas de la independencia, la libertad y la unidad hispanoamericana. Mucha energía desplegó en favor de esa idea, pero tampoco escatimó esfuerzos para redimir a los más postergados, a los pobres y humillados, a los indios y a los esclavos. Una artera puñalada cejó su existencia una noche limeña de 1825. Tenía  35 años y muchos sueños irrealizados: una Hispanoamérica unida y sin privilegios de castas. Ese era el hombre que hoy homenajeamos. Era y sigue siendo, porque sus ideales son inmortales. ¡Salve Monteagudo! ¡Viva Tucumán y viva la Patria!
 
Germán Alfaro (intendente)
“queremos hacer justicia con Monteagudo” 
“La historia no fue muy generosa con Monteagudo, pero fue el hombre que trabajó desde atrás en la independencia latinoamericana. Él decía que había dos posibilidades: o ser mártir o ser libres. Con este homenaje queremos reparar ese daño histórico y queremos hacer justicia con Bernardo de Monteagudo. Hoy, como intendente de la ciudad histórica de los argentinos, con mucho orgullo recibo a este dilecto hijo de nuestra ciudad. A este hombre muchas veces desconocido, pero que trabajó para que seamos lo que somos. Este hombre prefirió ser mártir para que nosotros seamos libres”.

Daniel Campi (historiador)
“El más americaNo de los patriotas tucumanos”
Pocos tucumanos expresaron como Monteagudo el sentido que se lució el 9 de Julio de 1816 en nuestra ciudad, en abierto desafío a las grandes potencias en Europa. Esa declaración tuvo un profundo sentido americano, y Monteagudo fue el más americano de los patriotas tucumanos de aquella hora. Fue uno de los grandes pensadores que aunaron las consignas de la independencia, la libertad y la unidad hispanoamericana. Mucha energía desplegó en favor de esa idea, pero tampoco escatimó esfuerzos para redimir a los más postergados, a los pobres y humillados, a los indios y a los esclavos. Una artera puñalada cejó su existencia una noche limeña de 1825. Tenía  35 años y muchos sueños irrealizados: una Hispanoamérica unida y sin privilegios de castas. Ese era el hombre que hoy homenajeamos. Era y sigue siendo, porque sus ideales son inmortales. ¡Salve Monteagudo! ¡Viva Tucumán y viva la Patria! 

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Germán Alfaro (intendente)
“Queremos hacer justicia con Monteagudo” 
“La historia no fue muy generosa con Monteagudo, pero fue el hombre que trabajó desde atrás en la independencia latinoamericana. Él decía que había dos posibilidades: o ser mártir o ser libres. Con este homenaje queremos reparar ese daño histórico y queremos hacer justicia con Bernardo de Monteagudo. Hoy, como intendente de la ciudad histórica de los argentinos, con mucho orgullo recibo a este dilecto hijo de nuestra ciudad. A este hombre muchas veces desconocido, pero que trabajó para que seamos lo que somos. Este hombre prefirió ser mártir para que nosotros seamos libres”.

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