No parecen calles, sino ríos

No parecen calles, sino ríos

Los yerbabuenenses conviven con pérdidas de agua (potable y de cloacas) en la vía pública. Basta con recorrer las calles para corroborar el deterioro. Un concejal hizo un mapa de las fugas; otros piden que se declare la emergencia sanitaria. La Municipalidad le propone a la SAT la firma de un convenio conjunto.

FOTO ARCHIVO LA GACETA.
FOTO ARCHIVO LA GACETA.
26 Junio 2016

En una recorrida que realizó este diario, constató pérdidas de agua en varias calles, tal como consignan los vecinos. En muchos casos, esos ríos urbanos huelen a cloacas. Por ejemplo, en la avenida Aconquija, desde Saavedra Lamas hasta el Shopping Viejo, y desde el 500 hasta el Camino del Perú. Hay más: Solano Vera, Juan B. Terán, Las Rosas, Santo Domingo, Diego de Villarroel y varias otras calles

Milagros Salvi camina en puntas de pie, a los saltos y con dos niños a upa. Al más pequeño lo lleva alzado, y al mayor lo ha calzado en su cadera. Se lee difícil, ¿no? Igual, ella se mueve con naturalidad, como si estuviese acostumbrada a cruzar así la calle Sarmiento al 1.100, en el municipio de Yerba Buena. Y es que -realmente- lo está: desde hace meses, esa esquina es un lago.

De vez en cuando -cuenta-, el líquido se ve limpio. Otras veces, huele a cloaca. Y a menudo, algún caminante resbala ahí, a causa del verdín que se ha formado sobre el asfalto. Los vecinos sienten bronca, mucha bronca. Dicen que tienen que baldear las veredas con lavandina. Que mojan sus calzados con excremento. Y que se han hartado de llamar a la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), que es la empresa proveedora de los servicios de agua potable y de cloacas. Todos esos reclamos -según sus dichos- han sido en vano.

Tres meses ha cumplido ese derrame. En todo ese tiempo, nos cansamos de pedirle una solución a la SAT -reitera Sergio García, el almacenero de esa esquina. A su alrededor, las personas asienten con la cabeza. “Ahora no es nada. Cuando llueve, no se puede pasar”, agrega Elisa de Campos. “Estamos escribiendo una nota para los concejales”, apunta Pedro Bravo. En el rosario de quejas, mencionan también al intendente de la comarca, Mariano Campero. “Se fue a festejar el Día de la Bandera a la Perón porque la Solano Vera es un río. ¡En vez de arreglarla!”, grita Claudia Gálvez, en referencia a la celebración patria de hace unos días, que solía hacerse en la zona donde se encuentra el mástil, distante a unas cuadras de este almacén. Hoy, también ese fuste está circundado por las aguas. Y lo mismo sucede en cada punto al que llega este diario, siguiendo los rastros de aguas perdidas. No es difícil hallarlos: están por doquier. En vez de calles, habría que llamarlas ríos, sugiere un vecino.

AGUA QUE NO HAS DE BEBER. En Solano Vera y Sarmiento, a diario decenas de personas arriesgan su pellejo al cruzar esta esquina neurálgica. 

LA PALABRA DEL CONCEJO.

Las fugas generan controversia.

La idea del intendente, Mariano Campero, ha generado reacciones dispares entre los concejales, pues mientras algunos han estado de acuerdo, otros han hecho oír sus cuestionamientos, como el peronista Héctor “Pilón” Aguirre. Él opina que el gobierno local no puede ni debe hacerse cargo de las reparaciones, pues no le compete. “¿Cómo van a sacar $ 5 millones? Deberían gestionar soluciones”, apunta. 

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El dueto conformado por el macrista Pedro Albornoz Piossek y el radical Lucas Cerúsico (dúo, porque llevan más de una decena de proyectos en conjunto) ha formulado otras propuestas, en cambio. Ellos quieren que se declare al distrito en emergencia ambiental, y que se cree un registro municipal de empresas autorizadas a abrir el espacio público. “Estamos hartos de ver las calles rotas”, reaccionan. Según su proyecto, las contratistas -incluida la SAT- deberán depositar un monto en garantía.

Quien sí parece coincidir con Campero es el presidente del Concejo Deliberante, el abogado Javier Jantus. De acuerdo con sus palabras, la SAT ha declarado que no puede arreglar las pérdidas, que no tiene plata y que no tiene gente. “Algo hay que hacer”, razona. Ante los ojos de este edil, el deterioro urbano debido a las fugas de agua es crítico. De hecho, ha elaborado un mapa de las pérdidas. Si el suyo fuese un mapa de Google, las chinchetas rojas estarían clavadas por todas las latitudes. Aconquija. Solano Vera. La Madrid. Cariola. Rubén Darío. Salas y Valdés. Diego de Villarroel. Perú. Santo Domingo. Universo. Valenzuela. Pringles. Heller. Camino del Perú. Un momento, ¿qué sentido tiene seguir mencionando los puntos de Jantus? Basta con pararse en una esquina cualquiera, detener a un ciudadano y preguntarle si ha visto alguna pérdida. Las respuestas abruman, otra vez.

“Tantas esquinas en las que pasa lo mismo. Es indignante”, dice Gabriela Córdoba. “¡La Solano Vera es un asco de punta a punta!”, califica María José Bartolucci. “En Cariola al 500, la calle está rota por el agua que corre continuamente”, añade Adriana Türpe. “Es un peligro cruzar la avenida Aconquija, en sus primeras cuadras”, opina Blanca Santillán de Avellaneda. “El mástil vive con agua”, aporta Gerardo Rosciano. “Santo Domingo y Lobo de la Vega es un asco”, prosigue Nahuel Socci. Y así... la sarta de lamentos, broncas e impotencias.

En fin. El día en que se hicieron las fotos que ilustran esta crónica, había sol. Se veía su fulgor en el cielo azul. Pero si uno caminaba con la cabeza gacha, podría confundirse y creer que llovía, pues en las calles había agua. Eternas aguas.

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A METROS DE UN COLEGIO. En Saavedra Lamas y Aconquija, el agua viene desde el norte.

LA PALABRA DEL GOBIERNO.

Campero separa $5 millones.

Toc, toc, toc, se golpean los nudillos en las puertas del intendente del municipio, Mariano Campero. Entonces él responde que esto es como una casa: no puede arreglarla, si tiene humedades. Es decir, necesita secar primero la ciudad, para reparar luego las calles. Pero en este punto -dice-, se topa con la SAT, que es la responsable de las cañerías. Tras esa retórica, anuncia que ha elaborado un convenio en el que le ofrece a la empresa hacerse cargo de los arreglos, por un monto de $ 5 millones que serán aportados por el municipio.

En una de las cláusulas iniciales, se establece que la proveedora y el gobierno local realizarán un evaluación conjunta de los puntos a reparar, a fin de estimar los costos y las prioridades. Por estos días, ese acuerdo está siendo revisado por sus funcionarios. Al cabo, planea enviarlo al Concejo Deliberante, con la intención de que sea refrendado por el legislativo.

En el borrador -al que tuvo acceso este diario- se lee lo siguiente: “teniendo en cuenta las numerosas pérdidas en las cañerías de las redes de agua potable y de cloacas pertenecientes a la SAT, y la circunstancial falta de capacidad operativa de esta empresa, la Municipalidad se ha ofrecido colaborar”. Esa ayuda consiste en la realización de trabajos complementarios, como demolición de pavimentos, excavación, tapado y reconstrucción del asfalto. Además -según ese texto- el municipio pondrá materiales, máquinas, obreros y profesionales técnicos.

Para justificar el convenio, Campero cuenta, además, que han relevado más de un centenar de pérdidas, entre la ciudad cabecera y la localidad de San José. Incluso, afirma que han detectado cinco redes de cloacas que se encontraban conectadas a desagües pluviales.

ETERNIZADA. La esquina de Perú y Juan B. Terán, una pista de patín montada desde hace décadas. 

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