Agonía bajo la lluvia

Agonía bajo la lluvia

A Los Pumas no les salió nada de nada y fueron presa fácil para Francia en la revancha.

MURALLA AZUL. El tucumano Nicolás Sánchez intenta penetrar una defensa francesa que supo cubrir bien los espacios sin perder agresividad. Los Pumas prácticamente no pasaron la línea de 22 de Francia. la gaceta / foto de héctor peralta MURALLA AZUL. El tucumano Nicolás Sánchez intenta penetrar una defensa francesa que supo cubrir bien los espacios sin perder agresividad. Los Pumas prácticamente no pasaron la línea de 22 de Francia. la gaceta / foto de héctor peralta
Le incumbe más a la memoria que a la estadística tratar de retrotraerse a un partido de similares características para Los Pumas. Porque incluso en estos últimos años de inserción al superprofesionalismo, difíciles como toda aventura hacia lo desconocido y repletos de duelos frente a las mayores potencias del mundo ovalado, hay que escarbar bastante para encontrar alguna derrota de la que el seleccionado no haya podido rescatar algo positivo de entre los escombros. Así de negra fue la tarde del seleccionado en la revancha contra Francia, a la que había derrotado apenas seís días antes en ese mismo escenario, sin lucirse, pero con suficiencia. Esta vez, los galos devolvieron la gentileza con un 27-0 que, además de valerles el trofeo de la serie, sacudió los registros históricos de Los Pumas, que llevaban más de década y media sin terminar con un cero en el tablero.

La parte más cruda del asunto es que no se trató de mala suerte. No: Los Pumas se fueron sin puntos porque no lograron generar una sola opción concreta de peligro en todo el partido, al punto de prácticamente no haber pasado siquiera la línea de 22 metros rival.

Para colmo, lo de la defensa francesa fue catedrático, más allá de que el desconcierto del equipo argentino le facilitó bastante las cosas: agresiva al punto de la asfixia, pero sin caer en la desorganización y la indisciplina. De hecho, Nicolás Sánchez tuvo una sola oportunidad de patear a los palos, cuando todo estaba 0-0, pero se eligió ir al line por la cercanía al ingoal. En ese momento parecía ser la opción más lógica, pero luego se sabría que no: varios lanzamientos a la hilera terminaron en manos enemigas y sabotearon buenas oportunidades de atacar.

Y es que poco se puede hacer sin obtención, más tratándose de un equipo que muestra lo mejor de sí cuando tiene la pelota en las manos. Lo que no brindó el line, tampoco lo hizo el scrum, que retrocedió lo que había avanzado en el partido anterior. Es una formación a la que, se sabe, llevará tiempo sintonizar.

La pesadez de la cancha por causa de la lluvia sin dudas colaboró más con la causa francesa, pero el tackle argentino también fue otro aspecto que ayer falló a todas luces. Podríamos estar hablando incluso de una derrota más abultada todavía, pero por fortuna, el try de Maxime Medard fue invalidado por infracción previa, y el de Jefferson Poirot no se concretó porque la guinda se le escapó justo antes de lanzarse bajo la hache.

Sin embargo, tampoco da para tirarse de los pelos. Fue una tarde espantosa, sí, pero quién no tiene una de vez en cuando. Está claro que Los Pumas son mucho más que esto, y ganar dos de tres partidos en una “ventana” no es mal balance. El impacto físico del Súper Rugby, por el roce y por los viajes de una punta a la otra del mundo, es un lastre considerable a estas alturas, así como la aparición de piezas nuevas, prometedoras pero inexpertas. Como todo fruto, requieren tiempo y paciencia.

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