Trascendente pacto en pro de la paz entre colombianos

Trascendente pacto en pro de la paz entre colombianos

25 Junio 2016
Puede significar coincidencia. Acercamiento. Simpatía. Amistad. Acuerdo. Encuentro. Es símbolo de acortar distancias, de dejar atrás el enfrentamiento, el odio. El apretón de manos es también tregua, tal vez un puente para alcanzar la paz. Una buena noticia se produjo el jueves cuando el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el presidente de ese país sellaron el cese definitivo del fuego, tras 52 años de enfrentamientos.

El acto fue presidido por los presidentes de Colombia y Cuba, Juan Manuel Santos y Raúl Castro, y el máximo jefe de las FARC, Rodrigo Londoño (alias Timochenko). Estuvieron presentes el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; el canciller de Noruega, Borge Brende, y los presidentes de los países acompañantes del proceso, la chilena Michelle Bachelet y el venezolano Nicolás Maduro, entre otros.

El grupo guerrillero se comprometió a desmovilizarse y a conformar un movimiento político legal. Sus aproximadamente 8.000 miembros se concentrarán en lugares donde han tenido presencia las FARC, bajo la mirada de la ONU. El desarme debe concluir en 180 días después de la firma del acuerdo de paz. Con las armas se harán tres monumentos referidos a la reconciliación. Ahora los colombianos deberán ratificar el acuerdo, lo cual no será sencillo para una sociedad que ha padecido cinco décadas de violencia y ha dejado 220.000 muertos. En vista a la consulta popular, el presidente Santos inició una intensa campaña a favor del “sí”, sin embargo, cuenta con la oposición del derechista Centro Democrático, liderado por Álvaro Uribe, ex presidente y actual senador, que está a favor del “no”.

Las FARC nacieron en 1964 para acabar con las desigualdades sociales, políticas y económicas, con la intervención militar y con capitales estadounidenses en Colombia. “Espero que los países que trabajaron para llegar a la paz y aquellos que van a garantizar esa paz, avancen para blindarla, para que no haya una vuelta atrás al estado de guerra, tanto desde adentro como desde afuera”, dijo el papa Francisco.

El acuerdo suscrito el jueves en La Habana es un paso significativo hacia la paz, la decisión de ambas partes así lo indican. Pero aún falta que sectores de la sociedad colombiana depongan su negativa y acepten el convenio que llevará a la conciliación. La actitud del Gobierno y de los guerrilleros implica, desde todo punto de vista, un signo de madurez, teniendo en cuenta la larga historia de desencuentros y de sangre derramada. Llegar a este punto no ha sido fácil. Mucho tiempo ha llevado tomar conciencia de que la violencia nunca es el camino para zanjar las diferencias ni para construir una sociedad.

Vivir pensando que en cualquier momento, se puede ser víctima de un atentado o de un secuestro o pueden morir seres queridos, genera no solo una sensación de incertidumbre, sino también de desesperanza; refleja también la incapacidad de los dirigentes de una sociedad para lograr un entendimiento entre los sectores en pugna. “Nunca ha habido una buena guerra ni una mala paz”, afirmaba Benjamin Franklin.

Luego de más de medio siglo de desavenencias entre hermanos, llegar al umbral de un abrazo fraterno no es poco. Con tolerancia, diálogo y el compromiso de trabajar juntos por el bien común, la conciliación es posible, algo que deberíamos aprender los argentinos. “Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes”, sostenía Isaac Newton. Es hora entonces de darnos un apretón de manos y de ponerse a construir juntos si queremos vivir en paz y armonía.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios