Reconstruyó los días previos a la desaparición de su padre

Reconstruyó los días previos a la desaparición de su padre

Natalia Ariñez recordó los dichos de un hombre que compartió cautiverio con su padre. “Lo escuchó hablar y gritar”, narró Una joven relató el caso de Agüero, quien tenía 17 años cuando fue secuestrado

MILITANTE. Ariñez testificó en el juicio por la desaparición de su padre. telam MILITANTE. Ariñez testificó en el juicio por la desaparición de su padre. telam
25 Junio 2016
“Mi papá tenía 17 años. Me contaron que era muy bueno, alto y buenmozo. Con unas de esas sonrisas que iluminan. Se iba a recibir de técnico constructor, aunque hubiese preferido alguna carrera humanista: era poeta. Desde los 14 o 15 comenzó a militar. En el centro de estudiantes del Instituto Técnico y en el Círculo de Estudiantes Socialistas (CES). Después, en la Organización Comunista Poder Obrero y ahí la conoció a mi mamá. Estaban por casarse”. Natalia Ariñez respondió así a la consulta de su abogado, el querellante Pablo Gargiulo, sobre quién era Jorge de la Cruz Agüero, una de las 271 víctimas de la megacausa “Operativo Independencia”.

La militante de la agrupación Hijos declaró ayer en el Tribunal Oral Federal (TOF) y relató la historia que pudo reconstruir basándose en lo que le contaron su madre, Silvia Sandoval, y los compañeros de su padre. Natalia nació seis meses después del secuestro y desaparición de Agüero.

En la casa

La madrugada del 13 de enero de 1976, policías rompieron la puerta de la casa de la familia Agüero. Se llevaron a Jorge envuelto en la sábana de su cama. Esa noche, también hubo operativos en las viviendas de otros dos chicos que habían estudiado en el Técnico: Juan Maltés, que estaba en Córdoba, y Rafael Coria, que pudo escapar. “Coria le avisó a mi mamá, porque conocían a muchas personas que ya habían desaparecido. Cuando ella llegó se dio con que ya no estaba, se quedó parada en el zaguán sin poder entender. Llegó un compañero de militancia de mi papá, René Soria, que está desaparecido. Le dijo que se fuera, que podían volver (los policías). Mi abuela entró a la habitación y, sin saber, recuperó lo único que quedó de las palabras y los escritos, lo puso en un sobre de papel madera y se lo dio a mi mamá. Soria la llevó a la estación y ella se fue a Córdoba, no recuerda cuánto tiempo”, graficó Ariñez.

En la Jefatura

Tras una serie de entrevistas con un egresado del Técnico sobreviviente del centro clandestino de detención que funcionó en la ex Jefatura de Policía, Natalia pudo saber que su papá estuvo allí. José Randace le relató que estuvieron sentados en el piso de un salón, atados de pies y manos y con vendas en los ojos. “Lo escuchó hablar y gritar. Se dio cuenta de que estaba muy torturado, prácticamente delirando. La llamaba a mi mamá todo el tiempo. ‘Negra, negra, no te voy a traicionar’. Comenzó a gritar más fuerte, lo levantaron. José pudo ver por debajo de la venda un charco de sangre. Fue la última vez”, describió. Recordó que Randace le puntualizó que fue liberado luego de que su familia pagara una suma que reunió tras la venta de dos departamentos: “José siempre me repite la culpa de sentir que la suerte que tuvo fue que su familia pudo pagar por su vida y que la de mi papá no. Lamentablemente, los ‘dueños de la vida’ trasladaron la culpa a los sobrevivientes, la culpa de vivir”. Ariñez subrayó que muchos ex alumnos de ese colegio dependiente de la UNT permanecen desaparecidos.

La testigo describió que su abuela paterna y su mamá “golpearon todas las puertas” posibles para buscar a Jorge. Detalló que presentaron un hábeas corpus que fue rechazado por el entonces juez Manlio Martínez y que hicieron una denuncia en la Comisión Bicameral. “Mi mamá participó de las primeras rondas en busca de justicia en la plaza Independencia. Recuerdo caminar de su mano, mirándola para arriba. Debo haber sido muy chica porque ella no es muy alta. Fue la primera vez que escuché ‘aparición con vida y castigo a los culpables’”, manifestó.

Tiempos

“Fue largo el viaje hasta aquí, ¿no?”, le preguntó el abogado Gargiulo, cuyos padres Héctor Gargiulo y Carmen de Gargiulo son víctimas en la causa. “Tengo más tiempo de militancia que lo que mi papá tuvo de vida”, respondió Natalia.

“Cuando era chica no entendía a que se referían con esto de los subversivos y la guerra. A mi papá lo sacaron de su cama y no volvió más. No entendía cómo podría haber quienes justificaran y negaran los crímenes. Cuando empecé a militar entendí que esto nos había pasado a todos. La desaparición forzada de personas es tremenda”, reflexionó. Ariñez pidió a los jueces que si condenan a los imputados los envíen a la cárcel y no a sus casas. Reclamó a los sospechosos tener la “dignidad” de decir dónde están los niños apropiados.

El juicio es el más grande por delitos de lesa humanidad que se celebra en la provincia, por el número de víctimas. Se determinarán las presuntas responsabilidades de 19 ex miembros de las fuerzas de seguridad imputados en crímenes contra 271 afectados.

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