Aranguren, el chivo expiatorio de un Gobierno que sigue subiendo subsidios

Aranguren, el chivo expiatorio de un Gobierno que sigue subiendo subsidios

26 Junio 2016

MARCELO BÁTIZ /AGENCIA DYN

BUENOS AIRES.- El déficit financiero de los cinco primeros meses del año se redujo en $ 11.519,8 millones respecto del mismo período de 2015. Pero la mejora del resultado no obedeció a un comportamiento homogéneo de todas las áreas del Estado y un análisis detallado de la situación permitiría ver el lado oculto de las decisiones de gobierno, aquel en el que los villanos, en realidad, no hacen más que cumplir la tarea para el lucimiento de los buenos de la película.

Para decirlo sin vueltas: sin los recortes a los subsidios en el sector energético (electricidad y gas, para los usuarios), el recorte de $ 11.519,8 millones hubiera sido un aumento de $ 4.918,1 millones. Las decisiones tomadas al respecto por el ministro de Energía, Juan José Aranguren, el principal blanco de las críticas al gabinete presidencial, explican más que toda la mejora en el resultado fiscal. Y sin ellas, las posibilidades que aún conserva Alfonso Prat-Gay de cumplir con las metas de déficit estarían absolutamente descartadas. Algunos “trabajos en equipo” son bastante disfuncionales, al punto que no se repara que los lujos de algunos jugadores pueden realizarse a costa de de un sacrificio poco vistoso de otros. Y en esa disfuncionalidad, Aranguren se convirtió en el chivo expiatorio de un gabinete que lo dejó solo en la deslucida tarea de recortar subsidios, en tanto otros funcionarios mantuvieron intacto el aumento inercial y otros más que los duplicaron. Por una razón que por el momento no se explicó, el esfuerzo de los recortes en los subsidios sólo se concentra en el sector energético, que cayeron un 26,1% en los primeros cinco meses del año respecto del mismo período de 2015.

Puede parecer un contrasentido, vistos los aumentos tarifarios en transporte y agua corriente, pero un repaso de la evolución de los subsidios en tiempos macristas ayudará a desnudar una política con dos velocidades marcadamente diferentes. Según la información suministrada por la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), el gasto en subsidios en el período enero-mayo se redujo en $ 6.400,9 millones interanuales. El resultado es demasiado modesto a la luz de los tarifazos que afectan a usuarios residenciales, comerciales e industriales de todo el país, pero significativo después de una década de aumentos ininterrumpidos que se puede resumir con este dato: sin los subsidios, el déficit financiero del quinquenio 2011/2015, que fue de $ 486.030,4 millones hubiera sido un superávit de $ 295.563 millones, suficientes para evitar, entre otras cosas, los vaciamientos del Banco Central y la Anses y la persistencia de una de las cargas impositivas más altas del planeta.

Los datos dejan en claro que el denominado “trabajo sucio” se circunscribe al Ministerio de Energía. Las dos velocidades también demuestran que hay por lo menos tres ministerios que, en lo que a subsidios se refiere, no están haciendo los deberes correspondientes. Son los siguientes:

• El Ministerio de Transporte, encabezado por Guillermo Dietrich, que en estos cinco meses elevó sus gastos en subsidios en $ 5.897,3 millones, un 28,5%.

• El Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, a cargo de Rogelio Frigerio, del que depende AySA. Los subsidios destinados a esa empresa alcanzaron en los primeros cinco meses de 2016 a $ 3,583,5 millones. Pese a que el incremento tarifario fue aún más alto que en el autotransporte de pasajeros, respecto de 2015 el alza fue de nada menos que del 136,6%.

• El Ministerio de Comunicaciones, liderado por Oscar Aguad, con responsabilidad sobre el Correo Argentino. Los subsidios a la empresa aumentaron $ 232 millones, un 137,1%.

El desbalanceo entre Energía y el resto de los ministerios no solo es notorio, sino que en caso de prolongarse amenaza con transformar la reducción del gasto en subsidios en un aumento: en enero la caída interanual fue del 53%, cayó a 21% en febrero, a 13% en marzo y abril y al ya señalado 7% en mayo. En términos anualizados, la diferencia entre 53% y 7% son casi $ 115.000 millones. Casi una invitación a un nuevo tarifazo. ¿Estará dispuesto Aranguren a seguir haciendo el esfuerzo en soledad o habrá, de una vez por todas, “trabajo en equipo”?

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