Desconfiados
Se sonríen, todos se hacen chanzas como viejos conocidos, se sacan fotos de familia cada vez que se reúnen para sacar el país adelante y las eternizan en sus cuentas de las redes sociales como muestra de madurez cívica, también se elogian mutuamente por los esfuerzos de gestión; todas conductas propias de demócratas. Aunque subterráneamente se desconfían mutuamente. Una cosa es lo público, otra es lo que se piensa en privado. Hasta saben del recelo del otro, pero lo disimulan con mucho estómago; rasgo típico y hasta natural de la dirigencia política.

Pese a que remarquen en cada gesto público el unificador “nosotros”, en privado subyacen los separatistas “él” y “yo”. Pronombres que indican que los funcionarios son distintos y de distintos grupos, aunque por ahora no se lo enrostren tan públicamente, ya que es muy impropio de estos tiempos de obligado acercamiento y de reconciliación, como lo planteó la Iglesia el 25 de mayo. Danos coraje para crear espacio y mesas donde podamos compartir la sabiduría del diálogo, donde las ideas superen las ideologías. Que nadie se levante hasta encontrar acuerdos duraderos, planteó el arzobispo Poli, de la Capital Federal. O como lo expuso monseñor Alfredo Zecca, menos coloquial y más directo: hay que dejar de macanear y tirar todos para el mismo lado, hay que dejarse de jorobar.

En fin, entre los principales protagonistas políticos hay miradas de sospechas, por más que haya apretones de manos para las fotos. Que el Gobierno nacional sea de Cambiemos y el de la Provincia responda al Frente para la Victoria potencia la necesidad de diálogo y de consenso entre los gobiernos para desarrollar una buena gestión administrativa conjunta, aspectos que viene exigiendo una ciudadanía mayoritaria, al margen de la grieta que alimentan los más fanatizados.

Sin ruidos públicos

En ese marco, cada lado viene cumpliendo su rol institucional, sin ceder a la tentación de apresurar visibles jugadas políticas pensando en el primer test electoral de 2017, para el que aún faltan 17 meses. Esa exposición los desdibujaría frente a la sociedad; hay que ir construyendo, armando, pero sin hacer ruidos. Despacito, por lo bajo. Por ahora, hay que mostrar que la gestión, el diálogo y el consenso están a la cabeza de las prioridades conjuntas. Sin embargo, hay perlitas que muestran que la desconfianza sobrevuela en ambas trincheras.

El 18 de mayo último, la Nación y todos los gobernadores firmaron un acuerdo por la devolución en cuotas anuales del 15% de la coparticipación retenida a las provincias desde 1992. No es un canje, aseguró el ministro del Interior sobre el pacto con los mandatarios, justo cuando la Cámara de Diputados analizaba la ley antidespidos opositora. ¿Qué trataba de mostrar Frigerio con esa foto en Córdoba? Que el PEN no desea desentenderse de la suerte de las provincias y de sus gobiernos, al margen de los colores políticos de sus gobernantes. ¿Dónde está la desconfianza? En que Tucumán no desistió de la demanda judicial que inició por la restitución de los fondos coparticipables el 28 de diciembre del año pasado junto a otros distritos conducidos por el peronismo.

El 3 de ese mes, Manzur firmó el decreto 491/1, por el que instruía a la Fiscalía de Estado a arbitrar las medidas administrativas y/o judiciales pertinentes, tendientes a la devolución, por parte del Estado nacional, de los fondos indebidamente retenidos o que se retuvieren en el futuro de la masa coparticipable. Esa demanda prosigue, pese al compromiso de Macri de reintegrar el total del 15% en cinco años, hasta 2020.

En el Gobierno provincial especulan que tal vez la Justicia resuelva antes de ese año el conflicto en el mismo sentido en que falló para Santa Fe, Córdoba y Santa Luis: la restitución total de los recursos retenidos por la Nación. O sea, amigos para aceptar el compromiso mediterráneo, sonrisas de por medio, y mantenimiento del juicio por lo bajo, a la espera de mejor suerte en la demanda ante el Poder Judicial. Recuérdese la imagen de los mandatarios peronistas con Lorenzetti, en una visita a la Corte nacional el 11 de mayo. Gestos con mensajes.

Hubo otra muestra, más reciente, y que involucra a intendentes y a comisionados rurales, los que en esta historia vienen a ser el motivo de los celos y de las preocupaciones que enfrentan al Gobierno nacional y a la Provincia detrás de bambalinas. El lunes pasado, el ministro del Interior, Miguel Acevedo, lanzó una frase que provocó reacciones en una mesa que presidía Manzur, en presencia de un centenar de funcionarios. Dijo que algunos comisionados por ansiedad se sentaron por ahí a charlar con uno o con otro a ‘tirar la línea’. La mejor manera de conseguir cosas será de la mano de Manzur y de Jaldo.

“Conseguir cosas” del Gobierno nacional, para ser más claros, que no son más que recursos para obras públicas. Más allá de reiterar un concepto que últimamente se viene repitiendo en el Gobierno -“estamos trabajando en equipo”-, el funcionario le apuntó tácitamente a los referentes de Cambiemos, especialmente a los del PRO, los del tronco original del macrismo. ¿Por qué? Porque hay referentes del poder central que mantienen charlas y reuniones con los delegados del interior y con los jefes municipales para avanzar en proyectos de obras y bajada de recursos, salteando a las autoridades provinciales. O “puenteándolas”, como se suele decir para graficar mejor la sensación de los “locales” frente a estas acciones que, por otro lado, son a la luz pública. Eso inquieta y provoca resquemor. Esas “negociaciones” con el Estado nacional, a criterio del oficialismo tucumano deberían tener como único interlocutor directo al gobernador; tal como ocurría en la gestión kirchnerista, donde Alperovich centralizaba todo.

La frase de Acevedo puede interpretarse como para qué recurrir a ajenos si tenemos a Manzur y a Jaldo, que se entienden directamente con el poder central. ¿Incomodidad frente a la posibilidad de que Cambiemos le “birle” comisionados rurales e intendentes al oficialismo tucumano? Puede ser, aunque desde el macrismo responden a esas dudas con una ironía: el kirchnerismo puenteó a cuanto gobernador se le cruzó. Pero advierten que ahora se trata de respeto a la institucionalidad y con la finalidad de llegar más directamente con prontas respuestas a los pueblos del interior.

Paradójicamente, desde el Ejecutivo se escudan en la misma excusa para justificar que los proyectos de obras se canalicen ante la Nación a través del gobernador: la institucionalidad. Es decir, para el oficialismo local no deberían ser necesarios otros intermediarios ante el poder central más que Manzur. En síntesis, al PE le irritan los encuentros semanales en territorio propio de los de Cambiemos con dirigentes del Frente para la Victoria. ¿De quiénes? Especialmente del coordinador del NOA del Ministerio del Interior de la Nación, Pablo Walter. No me reúno con intendentes y comisionados para condicionarlos, asegura el ex legislador de Fuerza Republicana. Es, precisamente, lo que se teme desde la Casa de Gobierno.

En la frase de Acevedo no hubo alusiones, pero los no aludidos se dieron por aludidos. Según el hombre del PRO, la intención del Gobierno nacional es ordenar la planificación de obras de agua potable y cloacas para el interior. Sin embargo, Walter fue duro por las redes sociales contra la postura de las autoridades locales. En Twitter escribió: no le interesa al Gobierno nacional las fotos con funcionarios, sino que las cosas lleguen a la gente (@pablowalter). En Facebook fue más crítico: el ladrón cree que todos son de la misma condición. Cada uno, desde su lado, quiere marcar la cancha, desde lo institucional y desde lo político. No hay que ser ingenuos, detrás de la gestión vienen intereses colaterales. Disfrazados de institucionalidad, se esconden maniobras políticas.

No es inocente la presencia de Walter en Tucumán, como no son inocentes los dichos de Acevedo. Uno trata de seducir, el otro aspira que no se dejen seducir. Hay un trasfondo de lucha territorial, y todo en medio de discursos de buenas relaciones entre la Nación y la Provincia. Preparativos para 2017, donde sí se verán las caras como adversarios en las urnas.

Juegos

La pregunta que se hicieron algunos macristas esta semana es si Acevedo dijo lo que Manzur no puede decir por su proximidad a Macri y para no poner obstáculos a la buena relación que intenta construir. Acevedo habla por sí mismo; se apuntó en los pasillos gubernamentales. El ministro del Interior, además, se está forjando su propio espacio en el peronismo, rodeándose de colaboradores que conocen el interior y la interna del justicialismo. Juega para él, responden algunos cuando se les pregunta para quién juega; ¿para José, para Juan o para Jaldo? Juega en equipo, dicen otros. Lo que se sí se puede decir es que juega.

En el marco de las diferencias entre unos y otros se pueden incorporar las declaraciones de José Cano, titular del Plan Belgrano, a una radio local esta semana: lo único que hizo el gobernador es anunciar los planes nacionales (www.quorumtuc.com.ar). Precisamente, Cano se reunió el viernes en la provincia con funcionarios de organismos nacionales radicados en Tucumán, avanzando en esa línea de acción, destacando la labor del Ejecutivo nacional en Tucumán: Potrero del Clavillo, continuidad de planes sociales, beneficios a jubilados, trabajos en el aeropuerto y el Belgrano Cargas. Una elegante forma de decir todo lo hace la Nación, la Provincia nada. Cada cual atiende su juego. Y piensan en el año que viene.

Y, justamente, esa “dedicación” que le pone Cano a los referentes locales del gobierno de Cambiemos es lo que tiene inquietos a sus socios del Acuerdo para el Bicentenario. Esas “fotos” con los del PRO y radicales llamó la atención de algunos dirigentes que pelearon por su candidatura a gobernador y que ahora se quejan por estar fuera del radar de Cano. Es más de Cambiemos que del ApB, sintetizan los que se sienten desplazados. Celos, fotos, juegos y mensajes.

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