Un Bicentenario “para la foto”
En la antesala del Bicentenario de la Independencia sobresale una agenda colmada de nimiedades. Abundarán el espectáculo y los actos que hablarán de lo que fuimos, de nuestra herencia y del coraje de los padres fundadores. El presidente, Mauricio Macri, y el gobernador, Juan Luis Manzur, sonreirán sobre un palco en el que hablarán del promisorio futuro, del trabajo conjunto y de que ahora viene lo mejor. Pan y circo.

Los 200 años de historia llorarán el despilfarro del esfuerzo de esos hombres y mujeres que, a pie o a caballo, supieron llegar a Tucumán para decir basta a la dependencia. La gala bicentenaria hablará de falsedades y engaños; de millones gastados en subsidios (para ocultar los “gastos” sociales); de múltiples excusas para evitar transparentar el sistema electoral; de una Justicia protectora del poder; de una sociedad infectada por la corrupción.

Un crisol de contradicciones aunará a los estandartes de los festejos: un gobernador bajo la mira de la Justicia, un Presidente con reclamos sociales y un José Cano con una alianza desdibujada. Serán hombres que llegaron como acérrimos enemigos al poder, con distancias insalvables, que ahora se abrazarán ante las cámaras por conveniencias políticas y no por legítimos entendimientos y acuerdos. No estarán juntos porque desaparecieron las denuncias de fraude electoral, de enriquecimiento ilícito y de “representación de los intereses de los ricos y poderosos”. Nada de ello se modificó ni se despejaron las dudas. Todo será una fachada, como la pintura y los techos nuevos en la Casa Histórica. Será tal la puesta en escena que unos y otros harán de cuenta que nada de lo que viene sucediendo en realidad aconteció. Desde la vicepresidenta de la Nación hasta varios ministros nacionales, ni bien se despiden de Manzur, lanzan improperios contra el tucumano. El más sincero fue el ministro de Transporte, que les recordó en la cara al mandatario y a su vice, Osvaldo Jaldo, que eran parte del kirchnerismo corrupto que -supuestamente- Cambiemos está combatiendo.

Otra muestra de que no está claro lo que se muestra respecto de lo que se dice fue la entrada triunfal de Cano junto a Macri en la Casa Rosada, cuando Manzur saboreaba la victoria de haberse consagrado como el primer gobernador de la historia en haber juntado y llevado a los 19 intendentes juntos a Buenos Aires a gestionar para y por Tucumán. Le arruinaron la foto. Le rompieron el discurso respecto de que se había convertido en un privilegiado de la Nación. Y el Presidente se desdijo a sí mismo y a sus funcionarios, que venían bregando por la unidad con las provincias, sean del signo político que fueran. Todas contradicciones.

Los capítulos de la falsa consigna del “juntarnos” se amontonan. Una semana después de ese encuentro en la Rosada, el equipo de gobierno del Manzur que pregona y elogia el afán dialoguista del Presidente le pidió lo opuesto a los 93 comisionados rurales: no hablen con los funcionarios nacionales, porque lo que tengan que gestionar se lo dará la Provincia. Prevalece la mezquindad y el interés político de mantener en el corralito, como animales de granja, a esa legión de dirigentes territoriales tan útiles y necesarios para los comicios. Lo demás, el resto, es puro cuento.

El cabildo de la gente

Los festejos por el 25 de Mayo mostraron que los anhelos de una parte de la sociedad están divorciados del rumbo -antes descripto- que viene encarando un sector de la dirigencia política. Convocados por LA GACETA, políticos, jueces y académicos sostuvieron que, si hubiese hoy un cabildo abierto, debería ser para unificar a los argentinos. El arzobispo de Tucumán también pidió por el fin de la grieta e instó a “superar la crisis de representatividad en la clase política, la corrupción y la subordinación de la política a la economía, expresión de una crisis de la moral pública que nos corroe como sociedad y obstaculiza nuestro crecimiento”.

La Revolución de Mayo fue, según el propio gobernador, el puntapié inicial para las actividades por el Bicentenario. Hasta aquí, la fecha camina a ser sólo un mojón histórico incómodo para una mayoría de los dirigentes, insípido para una parte de la sociedad y desilusionante para otra que esperaba que fuera un nuevo punto de partida de refundación de una provincia fundadora y luchadora. Que la independencia nos sane y salve.

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