Encomiable proyecto de crear un Jardín Botánico

Encomiable proyecto de crear un Jardín Botánico

La Reserva Experimental de Horco Molle no sólo tiene valor por el buen estado de conservación de su flora y fauna, sino que tiene un enorme potencial para convertirse en un importante atractivo turístico, algo que contribuiría a ese tan postergado desarrollo genuino en una región donde las alternativas sustentables no abundan. En este sentido, el proyecto para instalar en esa reserva un Jardín Botánico que -a priori- sería uno de los más grandes del país, es una noticia que merece apoyo desde todos los sectores sociales. Sí, porque el proyecto es más que ambicioso: los responsables de la reserva, situada al norte de los cerros de Yerba Buena, planean destinar unas 80 de sus 200 hectáreas para desarrollar allí dentro un centro de conservación, investigación y educación ambiental. Para tener una idea de la magnitud del plan, basta tener en cuenta que el Jardín Botánico de Buenos Aires, que es uno de los más importantes de la Argentina, abarca sólo siete hectáreas. Por eso, para poder concretarlo, los responsables ya salieron a buscar inversores privados. Y, mientras estos aparecen, los proyectistas avanzaron con la señalización de los senderos. Las pistas asignadas a los ciclistas y a los corredores han sido demarcadas, en su mayoría. Y ahora, resta distribuir algunas zonas para las tareas de investigación, y otras para los caminantes, pues habrá visitas guiadas y libres.

La idea central es destinar esa gran porción de la reserva para que funcione como un verdadero jardín autóctono, en el que la selva de Las Yungas se exprese con toda su potencia y belleza. “El área de la yunga pedemontana requiere protección, pues es uno de los ecosistemas más amenazados del país. Queremos recuperarla, y controlar la expansión de árboles invasores, como el ligustro. Si volviésemos el tiempo atrás, este lugar debería ser una selva, con tipas, laureles, lapachos y pacarás”, aseguró el biólogo Pablo Quiroga.

La reserva es un área protegida, que pertenece a la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Fue creada a fines de 1896. Luego, sus instalaciones le fueron cedidas a la Facultad de Ciencias Naturales y al Instituto “Miguel Lillo”. Se encuentran ubicadas en el Parque Sierra San Javier, propiedad de la UNT. Cuando se inaugure el flamante jardín botánico, será el tercero de Tucumán, junto al que posee la Fundación Miguel Lillo en su sede y al de la Facultad de Agronomía y Zootecnia. Aunque el nuevo jardín será el más grande de los tres. Hace poco, la reserva fue incluida en la “Red Argentina de Jardines Botánicos” y en la red global “Botanic Gardens Conservation International”. Por eso, es de esperar que tanto el gobierno como el sector privado acompañen este proyecto con apoyos concretos y financiamiento adecuado para facilitar la operatoria, así como el control y vigilancia. De alguna manera, se trata de crear un jardín botánico provincial cuyo perímetro posea límites pensados para facilitar el trabajo de los guardaparques y el manejo de la conservación y el turismo.

Porque invertir en la conservación y tener en cuenta que el descenso de calidad y cantidad de los recursos naturales perjudica más a los sectores empobrecidos. Por lo tanto, las políticas y los comportamientos sociales deben manifestarse vigorosamente en pro del cuidado ambiental; de lo contrario, habrán de crecer las desigualdades y la degradación llegará al límite anunciado.

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