El Lillo: una biofábrica de bichos cuidadores de cultivos

El Lillo: una biofábrica de bichos cuidadores de cultivos

Investigadores de la Fundación Miguel Lillo desarrollarán de manera masiva insectos benéficos para el control de plagas, que reemplazan a los plaguicidas y agroquímicos. Proyecto inédito en el país.

CRISOPA ADULTA. Investigadores de la Fundación Lillo ya han puesto a punto huevos de crisopas en laboratorio; por otra parte en todo el mundo se las consideran depredadores de plagas muy efectivas. fotos fernando duran-ecoregistros & gentileza inst. miguel lillo CRISOPA ADULTA. Investigadores de la Fundación Lillo ya han puesto a punto huevos de crisopas en laboratorio; por otra parte en todo el mundo se las consideran depredadores de plagas muy efectivas. fotos fernando duran-ecoregistros & gentileza inst. miguel lillo
25 Mayo 2016
Con una lupa pueden descubrirse batallas. De esas despiadadas, en las que se comen unos a otros, y en las que los guerreros hasta se camuflan con sus propias víctimas. En todo momento se libra una guerra natural entre pequeños depredadores y voraces plagas. Y nosotros podemos beneficiarnos de eso que sucede lejos de la simple vista: en la naturaleza existen biocontroladores de plagas (minúsculos seres vivos) que suelen ser usados en cultivos agrícolas y que sirven de reemplazo y resultan aún mas efectivos que los agroquímicos o pesticidas.

Un grupo asociativo entre la Fundación Miguel Lillo y la empresa Telemática SRL (NOA-Biotic) fue seleccionado en una convocatoria de proyectos regionales de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, del Ministerio de Ciencia y Técnica de la Nación, para desarrollar una plataforma para el manejo racional de las plagas mediante el uso de biocontroladores.

“Cuando empezamos a trabajar con soja se hacían dos aplicaciones de agroquímicos y ahora se hacen entre siete y ocho en una cosecha. La plaga se hace resistente, las dosis se hacen más fuertes y a veces todo se torna incontrolable. La consecuencia es que contaminan el ambiente y afectan la salud del hombre. Para el productor, todo se vuelve más caro. En los últimos tiempos se ha tomado conciencia de que el uso de agroquímicos es dañino y se han vuelto más exigentes los controles sobre los cultivos para que no tengan rastros de ellos. Nuestro país, si no se adapta a estos requerimientos, perderá oportunidades de comercializar su producción”, afirma Liliana Valverde, que nos introduce en la génesis del proyecto que la tiene como directora. Agrega que en todas partes del mundo -ante esta realidad- han creado biofábricas, donde se cría los enemigos naturales de las plagas, esos mismos que están en la naturaleza. Luego los venden en frascos (depredadores o huevos parasitados listos para liberar en los cultivos), que una vez liberados controlarán la plaga. “Estos biocontroladores no afectan ni el medioambiente, ni la salud del hombre. En el NOA, por ejemplo, una de las investigadoras del equipo realizó liberaciones de biocontroladores en cultivos de pimiento en invernáculo (Chrysoperla argentina) para control de moscas blancas, y en cultivo de frutilla (Orius insidiosus) para el control de tríos. Lo hizo a nivel experimental y con resultados promisorios que fueron publicados en revistas científicas. Pero las metodologías para uso masivo no han sido evaluadas. Nosotros queremos desarrollar en nuestros laboratorios la cría de dos depredadores generalistas y un parasitoide de huevos, y haremos los ensayos a través del monitoreo de invernáculos. Eso, junto al desarrollo de un software asociado, explicará cómo deberá ser aplicado, entre otra información, y será lo que podremos entregar a los productores”, describe Valverde.

A través de los insectos benéficos -resume la investigadora- se logrará el desarrollo de tecnologías innovadoras de crías y liberaciones, control de plagas, conservación del medio ambiente, protección de la salud humana y mayores rendimientos de la producción. En esta propuesta están involucrados 14 biólogos profesionales (seis de ellos con doctorado), integrantes del Instituto de Entomología de la Fundación Miguel Lillo (FML), dedicados al estudio de plagas agrícolas y sus controladores biológicos. Mientras que la empresa (Telemática) brindará las herramientas para maximizar la eficiencia mediante la implementación de sistemas de información y de monitoreo.

Quiénes son

Depredadores: son organismos que capturan sus presas y las matan inmediatamente; consumen a lo largo de su vida gran número de individuos. Ellos son las mariquitas (Coccinélidos), las crisopas (Chrysoperla; Chysopodes) y los dermápteros (Doru lineare).

Parasitoides: son insectos cuyos estados inmaduros tienen vida parásita y sus adultos son de vida libre. Como Hymenoptera (Tricogramma pretiosum).

Los “hijos” de Carmen Reguilón, zoóloga y doctora en Ciencias Biológicas, son las crisopas, a las que ve desarrollarse en su laboratorio desde que son minúsculos huevos hasta que tienen esas alas transparentes como encaje y el cuerpo verde brillante, y están listas para volar. Para la vista común, no son insectos desconocidos: se ven muchas veces asentados en los vidrios o paredes de cualquier casa, cerca de las luces cálidas.

La investigadora de la FML e integrante de NOA-Biotic, describe esos insectos como activos depredadores, muy eficientes y - por cierto- “bellos. “Se están usando en cultivos de todas partes del mundo, pero primero comenzaron a utilizarlos en Europa para controlar plagas en cultivos de invernaderos, como pimientos y tomates. Son generalistas: porque comen huevos, larvas, ninfas y hasta adultos de plagas. Otra particularidad que tienen las larvas de crisopas es que comen por succión: clavan las mandíbulas, succionan y queda la cascarilla vacía de la presa. Esta última, a veces la utilizan para camuflarse en la naturaleza. Durante la etapa de larva tres son más efectivas (comen más), y miden aproximadamente 6 mm”, describe Reguilón.

Por otra parte, contó que en ensayos con el INTA Famaillá lograron controlar la arañuela roja en un campo de frutillas sin agroquímicos, gracias a que allí se liberaron crisopas. Esto fue una prueba de lo efectivas que son.

“El primer gran paso que hemos dado es que ya hemos puesto a punto la cría en laboratorio. Ahora falta avanzar hacia la cría a nivel semimasivo y sistematizado con un software, para que se entregue al productor. Con esto, sabrá cómo, cuándo y de qué manera usar los biocontroladores. Es muy importante el proyecto, porque en el país no está desarrollada la cría masiva para control biológico ni se han ajustado sistemas de manejo con enemigos naturales que sean amigables con el medioambiente”, confesó la investigadora.

Por último, resaltó otra característica positiva del proyecto: “los biocontroladores terminan estableciéndose con los años en el terreno que se liberan y no hace falta volver a introducirlos. Es bueno mirar a mediano plazo también”.

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