El Picasso de la música celebra 75 años con canciones clásicas

El Picasso de la música celebra 75 años con canciones clásicas

El multipremiado compositor es un viejo candidato al Premio Nobel de Literatura por la calidad de su obra. Pasa 100 días al año en hoteles, de gira.

UN EMBLEMA. Bob Dylan es un referente de la música norteamericana. Reuters. UN EMBLEMA. Bob Dylan es un referente de la música norteamericana. Reuters.
24 Mayo 2016
Bob Dylan hará un alto en su interminable gira “Never ending tour” y hoy se tomará el día libre para celebrar sus 75 años. Pero, ¿qué es un día libre para un músico infatigable que continuamente saca discos, ya sea con material nuevo o antiguo, y pasa 100 días al año en hoteles de las ciudades en las que actúa?

En este momento, el gran poeta del rock, el blues y la música folk repasa sus éxitos pero también para habla de su futuro, en el que podría haber un nuevo gran álbum o incluso un Premio Nobel de Literatura, que hasta ahora se le ha resistido pese a haber sido nominado varias veces.

El “Picasso de la canción”, como lo describió Leonard Cohen, describió los inicios de su carrera en su espléndida autobiografía “Chronicles” (de 2004): “Estados Unidos estaba cambiando. Yo presentí ese giro decisivo y sencillamente nadé con la corriente del cambio. Sucedió tanto en Nueva York como en otras partes”. Nacido como Robert (Bobby) Allen Zimmerman en Duluth, Minnesota, tocó en sus inicios en grupos juveniles de rock and roll en su zona. Hijo de una familia judía, descubrió su debilidad por el nuevo movimiento folk en 1959 y después la “corriente del cambio” lo llevó al barrio neoyorkino de Greenwich Village. El éxito le llegó con la canción “Blowin’ in the wind” (1963). Temas salvajes y rabiosos como “Masters of war” o “A hard rain’s a-gonna fall” lo convirtieron en un refente del movimiento de protesta y de la famosa Marcha por los Derechos Civiles de Washignton.

Sin embargo, Dylan huyó de convertirse en un ídolo popular o una figura política y se pasó al rock de guitarra eléctrica. Algunos de sus fans lo consideraron un Judas por esa “traición” al pueblo.

El cantante no sucumbió a las críticas y a mediados y finales de los 60 compuso discos que se convertirían en clásicos, como “Bringing it all back home”, “Highway 61 revisited” o “Blonde on blonde”, con temas como “Desolation row” o “Like a Rolling Stone”, que después daría nombre a una de las principales revistas musicales.

Sus textos, llenos de metáforas y alusiones, tienen una calidad indudable, mientras que su voz nasal, entonces no tan áspera, también tiene su atractivo.

Tras sufrir un accidente de moto en el verano de 1966, Dylan se apartó de la vida pública y se retiró con su entonces esposa Sara Lowndes y sus hijos cerca de Woodstock. A pesar de vivir allí, el mayor pionero de la música pop y rock -junto con The Beatles y los Rolling Stones- no participó en el festival que se celebró en 1969, el más importante de la década. Los años 70 fueron una época agitada y difícil para el cantante: se separó de su mujer y su creatividad se estancó, salvo por excepciones como “Blood on the tracks” y partes de “Desire”.

Tampoco el balance de los 80 es impresionante, aunque volvió a casarse, consiguió éxitos comerciales con el grupo Traveling Wilburys y comenzó la gira mundial “Never ending tour”, con un centenar de conciertos al año. Su rehabilitación musical llegó en 1997 con su primera gran obra de la adultez, “Time out of mind”. Desde entonces su carrera tuvo un rumbo y cada par de años sacó discos admirables como “Modern times” (de 2006) o “Tempest” (2012). Sus álbumes vendieron unas 100 millones de copias.

También son incontables los premios que ha recibido: 11 Grammys, un Oscar, el Premio Pulitzer por “composiciones líricas de una fuerza poética extraordinaria” y la Medalla Presidencial de la Libertad, que le entregó el propio presidente Barack Obama.

Según su biógrafo, Heinrich Detering, la obra de Dylan se ha convertido en “un resumen de las tradiciones populares estadounidenses” de los últimos siglos. Y Sean Wilentz, autor del libro “Bob Dylan in America”, aseguró: “su trabajo, entonces como ahora, inspira, gusta, entretiene y contribuye al desarrollo de la gente en todo el mundo. Es patrimonio cultural estadounidense”.

Casi a punto para su cumpleaños, el artista sacó a la venta el 20 de mayo su nuevo disco, “Fallen angels”, una nostálgica recopilación de clásicos estadounidenses, casi una segunda parte de su anterior trabajo, “Shadows in the night”, en el que entonó con su voz gastada y ronca 10 temas popularizados por otro grande, Frank Sinatra.

Este es el álbum de estudio número 37 de Dylan, quien recopila su carrera como pocos. Su fase de mediados de los 60 la reunió en “The cutting edge”, una edición de lujo con 379 temas en 18 CDs.

El último no es un disco legendario, ni siquiera tiene nuevas canciones, sino una recopilación más bien contradictoria de temas antiguos que interpreta con intensidad. Más bien se corresponde con su obstinada actitud de no prestar atención a las expectativas que pesan sobre él y de hacer lo que quiere, más aun a su edad y con 50 años de conciertos a sus espaldas. Ha merecido ponerse un poco sentimental.

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