El mítico Obelisco cumple 80 años como ícono de Buenos Aires

El mítico Obelisco cumple 80 años como ícono de Buenos Aires

Durante su construcción, los porteños ironizaban: "pisapapeles de acero y cemento". Hoy es el centro de todas las postales, manifestaciones y festejos deportivos.

Obelisco. ARCHIVO Obelisco. ARCHIVO
23 Mayo 2016
BUENOS AIRES.- Testigo central e inmutable durante décadas de los momentos más felices y aciagos del país, el Obelisco, símbolo indiscutible de Buenos Aires que hoy cumple 80 años, fue construido en poco más de un mes y en medio de críticas que, sin embargo, no llegaban a las portadas de los diarios.

A seis años del golpe que derrocó a Hipólito Yrigoyen, promediando la "década infame", el parlamento porteño votó en 1936 erigir un monumento que reflejara el espíritu progresista para celebrar los 400 años de la fundación de Buenos Aires. Presidía el país Agustín P. Justo y el intendente era Mariano de Vedia y Mitre.

Las obras comenzaron en marzo. "Un gigantesco Obelisco recordará en la Plaza de la República el cuarto centenario de Bs. Aires", publicó La Razón el 21 de ese mes, en la página 4 y acompañado por un gráfico.

También especulaban con quién se casaría el rey Eduardo VIII de Inglaterra -con dos nobles griegas como posibles candidatas y el escándalo por su amor a la divorciada Wallis Simpson como telón de fondo-, se había declarado inconstitucional el impuesto al vino en Salta y anunciaban los estrenos de "Ana Karenina", con Greta Garbo en el rol central; de "39 escalones", de Alfred Hitchcock, y del film argentino "Canilllita".

Durante la construcción del Obelisco, que un consorcio alemán con poco más de 150 operarios levantó en el cruce de 9 de Julio y la ampliada calle Corrientes, la portada de La Nación seguía paso a paso la situación europea.

"Está de parte del Reich la opinión pública británica", decía la primera plana de La Nación el 20 de marzo. Y también estaba el acuerdo de cuatro signatarios del pacto de Locarno (Suiza, 1925, para asegurar la paz en Europa): "Con esta solución se ha alejado el peligro de la guerra", afirmaba.

Mientras las obras avanzaban en la ciudad, Hitler aseguraba que Alemania se armaba "para ser un país más fuerte", obtenía un triunfo abrumador en las elecciones, varios países se preparaban contra un posible ataque y el Reino de Italia convocaba a millares de "súbditos" de las clases 1902 a 1906 para reforzar su aviación.

En tanto, los porteños ironizaban: "pisapapeles de acero y cemento"; punzón, estaca y otros términos acompañados por duros calificativos eran comunes para burlarse del monumento.

Entre moldes de blusas de organdí, mantelería en encaje Richelieu, vestiditos en punto smock para las niñas, monogramas para blanquería y publicidad de pastillas azucaradas de aceite de hígado de bacalao para un "rápido aumento de peso", con las que ya no gritarían "los pobrecitos niños débiles y delgados cuando su madre les muestre la botella", hasta la revista Para Tí se sumaba con viñetas y chistes a las bromas sobre el Obelisco.

La obra continuó sin pausa, dando forma al proyecto del arquitecto tucumano Alberto Prebisch (1899-1970), difusor del racionalismo europeo y autor también del teatro Gran Rex, inaugurado al año siguiente en Corrientes al 800, y del cine Atlas, en Lavalle a la misma altura, además de varios edificios para el Banco Hipotecario y del cine Gran Rex de Rosario.

El Obelisco pesa 170 toneladas, mide 67,5 metros y tiene 206 escalones con siete descansos hasta llegar a la cúspide, con cuatro ventanas. Su costo fue de 200.000 pesos moneda nacional, destacó Télam.

Cada uno de sus lados rinde homenaje a un hecho histórico: las dos fundaciones de Buenos Aires (Pedro de Mendoza, 1536, y Juan de Garay, 1580), el primer izamiento de la bandera, en la iglesia de San Nicolás (que estuvo en ese predio) y la Constitución de 1880, que estableció la Capital Federal.

El sábado 16 de mayo, en la página 7, La Nación publicaba: "Quedó terminada ayer la construcción del Obelisco en la Plaza de la República". La inauguración fue el 23 y apareció en la página 9, al día siguiente. La Prensa le dedicó la página 8, ese domingo. En ningún caso fue portada.

En junio de 1938, después de un acto escolar por el Día de la Bandera al que había asistido el presidente Roberto Ortiz, se desprendieron algunas de las placas que recubrían el monumento.

El Concejo Deliberante dispuso demolerlo, por 23 votos a favor y tres en contra, pero la ordenanza la vetó el intendente, Arturo Goyeneche. Sacaron todas las placas, entre ellas las que tenía el nombre de Prebisch, pero resistió.

Y ahí está, 80 años después, para recibir a hinchadas futboleras, protestas políticas y sociales, intervenciones artísticas o ambientalistas, como supo ser punto de encuentro de muchachas llegadas de las provincias, de "colimbas", cotidiano escenario para la foto turística y la postal que muestra Buenos Aires al mundo, otra vez en pie de guerra.

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