Atlético perdió con Newell’s en su intento por llegar a la Libertadores

Atlético perdió con Newell’s en su intento por llegar a la Libertadores

El "Decano" murió de pie. Fue 2-1 para los rosarinos. Los goles.

ESTA VEZ NO PUDO. Luis Rodríguez pelea contra la defensa de Newell’s que lo controló bien durante todo el partido, salvo algunos remates aislados desde afuera del área. Atlético perdió en Rosario.  la gaceta / foto de  franco vera (enviado especial) ESTA VEZ NO PUDO. Luis Rodríguez pelea contra la defensa de Newell’s que lo controló bien durante todo el partido, salvo algunos remates aislados desde afuera del área. Atlético perdió en Rosario. la gaceta / foto de franco vera (enviado especial)

Encontrar consuelo en una derrota es un camino tan sinuoso como peligroso. Atlético, el que se acostumbró a ganar, a cumplir con los objetivos planteados desde hace un año y medio, quedó en la puerta de acceso con dirección a la Libertadores. Perdió anoche con Newell’s en Rosario y verá la copa por TV. ¿Hay algo para reprocharle a este equipo? No. Murió de pie como acostumbró a su gente y peleó, bien o mal, con sus armas, hasta ese final dramático con Daniel Mancini convirtiéndose en héroe de “ñuls” y en verdugo de un Atlético que nunca supo cómo iba Estudiantes con Unión.

Si hubiera que hilar fino, Newell’s fue un digno ganador, lo mereció por todo lo que le aportó al espectáculo, pero también mereció ser empatado y quizás sentir lo que era caer al suelo. El partido se dividió en varios segmentos y la “Lepra”, en todos los cortes de la película, pareció haberse puesto el traje de director de imagen.

Fue superior Newell’s. Dominó el mediocampo, fue incisivo con los laterales y molesto con sus delanteros. Pero no fue Newell’s una máquina certera del gol. Aunque sí Mauricio Tevez, el ingeniero que colocó un fierrazo cruzado y bajo desde afuera del área para vencer a Cristian Lucchetti, entre varias piernas en el medio. La pelota fue invisible. Penetró la materia.

En un cuarto de hora de juego, la película ya era en blanco y negro para un Atlético aquejado quizás por los nervios o la desconcentración. En los pequeños detalles, falló. No le costaron caro porque atrás estuvo Lucchetti, el autor intelectual de que Atlético no se fuera al descanso perdiendo por una diferencia de dos o más goles. Le tapó una increíble a Lucas Boyé. Lo apuró en un mano a mano en soledad y ganó con los pies.

También a Maximiliano Rodríguez. La “Fiera” de la noche era Lucchetti, pero sus compañeros no acompañaban, aún cuando una luna redonda y perfecta invitaba a la transformación. Le pedía al “Decano” cambiar el traje de cordero por el de lobo.

Y sabiendo que estaba al todo por el todo, el tono del drama dio un giro. La acción, el golpe a golpe captó la pantalla, de un arco a otro, después del pitazo inicial del complemento de Federico Beligoy.

Atlético salió a buscar la América. Leandro González le dio el empujón con un remate en el arco que rato antes Lucchetti había sido lastimado: 1-1. Todo podía pasar. De lo más insólito a lo peor.

La segunda opción tomó fortaleza entre las trepadas de Luis Avdíncula, los sablazos de Ignacio Sccoco y los amagues de “Maxi”. Lucchetti continuaba evitando que la cosa se pusiera colorada. El arquero fue el antídoto. Sin embargo, la ofensiva no funcionaba, incluso con sus variantes.

Cuando ingresó, Lucas Villalba fue quien mejor entendió el juego. Mezcló pase corto con velocidad y gambeta. Buscó cortar la línea defensiva de Newell’s. Buscó llegar al gol. Pero el destino se lo negó. O su rosca. Después de pensar y encontrar un hueco, Villalba buscó el mismo lugar donde Tevez había cacheteado a Lucchetti. No lo encontró por centímetros.

Entonces, cuando el tiempo apremiaba, Atlético quemó biela. Estando todo el equipo cerca del área de Luciano Pocrnjic, Luis Rodríguez calculó mal un centro y se los puso a los pies a Advíncula. El peruano se sintió con un panorama enorme y salió eyectado hacia una propiedad albiceleste que apenas tenía un dueño para cuidar su tierra. Inteligente, resolvió que lo mejor era buscar rápido la contra. Daniel Mancini se lo agradeció, porque pudo superar sin dramas el intento de Lucchetti y llegó al gol acompañando por todo un estadio cuya fiesta contrastó con el dolor de un Atlético que murió, pero de pie.

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