Sbutoni tendrá hinchada propia en Rosasrio

Sbutoni tendrá hinchada propia en Rosasrio

El marcador central siente el apoyo de su familia, santafesina como él, y de su mamá, fallecida hace poco.

FAMILIA UNIDA. Sbuttoni merienda con Silvio, su padre y sus hermanas Agostina (a su lado) y Antonella (derecha). El central tendrá hinchada propia en el Marcelo Bielsa.  LA GACETA / FRANCO VERA FAMILIA UNIDA. Sbuttoni merienda con Silvio, su padre y sus hermanas Agostina (a su lado) y Antonella (derecha). El central tendrá hinchada propia en el Marcelo Bielsa. LA GACETA / FRANCO VERA
El amor se describe como un sentimiento intenso, sin límites. Transciende hasta el mismísimo infinito y sobrevive hasta el fin de la eternidad. Al pisar nuevamente Rosario, Franco Sbuttoni lo hizo sabiendo que por primera vez en su existencia esta visita a la Chicago criolla no era igual que las anteriores, cuando vivió por cuestiones laborales           -debutó en Tiro Federal y después jugó en Central Córdoba-.
En las tribunas siempre estuvo ella, su mamá, Graciela Leiva. Pero ya no estará. Ahora lo sigue y alienta desde el cielo, desde que a principios de año se despidió. “Igual la siento, hablo con ella; la tengo presente y estoy seguro de que nos acompaña, me acompaña y nos ayuda”, dice el “Gringo” con facciones de cara en compota. Cada vez que habla de Graciela, sus ojos brillan como el lucero que guía a un barco que pelea por escaparle a una deriva incierta.
“Gringo” está a 90 minutos de extender alegrías con el resto de sus amigos. Está en Rosario a la espera de dar el golpe frente a Newell’s, al que enfrentará desde las 18.30 con Atlético, y también reza para que su ángel guardián, su mamá, lo acompañe. Pero también espera que Estudiantes tropiece en su visita a Unión porque si eso sucede, el “decano” dará otro salto cuya meta es la Copa Libertadores.
¿Cuál es la fórmula tan maravillosa de Atlético? El respeto al rival y saber sacarle el jugo a los pequeños detalles de una contienda. “En un fútbol tan parejo como el argentino, los detalles hacen la diferencia y nosotros supimos explotarlos”, lo dice orgulloso un zaguero central que contará hoy en el “Coloso Marcelo Bielsa” con hinchada propia, encubierta, claro, pero hinchas propios. Desde el silencio más profundo, su familia, hermanos, hermana, padre y amigos entregarán su corazón al aliento por Franco, un remero de los de antes. Nunca se cansó de pelear. Ni lo hará ahora, promete. 
“Uno es en la cancha como lo es en su casa. Soy un trabajador de la vida”, asegura, mientras LG Deportiva le agrega que también es un atrevido, en el buen sentido de la palabra, y le recuerda su patriada contra San Martín de San Juan, en la que se bancó el achique de dos rivales, los pasó, amagó y le puso como si supiera una asistencia a Cristian Menéndez que derivó luego en el 2-1 parcial de Guillermo Acosta, la semana pasada. Entonces, ríe. “Y bueno, también hay que jugársela, aunque después pensás y decís ‘qué locura hice’, ja, ja, ja”.
Reducir la campaña a esta última final sería hasta un despropósito, concuerda el rubio nacido en Villa Constitución. “Si ganamos y seguimos en el torneo sería una premio extra a una gran temporada. Pero, sobre todo, considero que habría que ver el panorama de lo que logramos, no sólo quedarnos con un triunfo, un empate o una derrota”. 
Pase lo que pase esta tarde, Atlético se despedirá del Torneo de Transición del fútbol de Primera con una base, mínima, de 30 puntos, que puede ampliarse a 31 o 33. Números increíbles para un equipo recién ascendido y con apenas tres meses y medio de trabajo en la máxima categoría.
“El club dejó de ser una sorpresa. Hoy es una realidad”, agrega Sbuttoni, y lo explica: “partido a partido fue demostrando que su idea se respeta en la cancha y afuera de ella. El grupo está bien puertas adentro. Está unido”.
No será el Monumental donde Atlético se despedirá de la actividad oficial reglamentaria del certamen. Será en casa de la “Lepra”, donde Sbuttoni, con su corazón pintado de celeste y blanco (“Atlético es mi segunda casa”), no busca olvidar sino recordar que en una de las butacas del estadio ubicado dentro del Parque de la Independencia Graciela, su mamá, su amor, lo estará acompañando como lo hizo siempre. En las buenas y en las malas.

El amor se describe como un sentimiento intenso, sin límites. Transciende hasta el mismísimo infinito y sobrevive hasta el fin de la eternidad. Al pisar nuevamente Rosario, Franco Sbuttoni lo hizo sabiendo que por primera vez en su existencia esta visita a la Chicago criolla no era igual que las anteriores, cuando vivió por cuestiones laborales -debutó en Tiro Federal y después jugó en Central Córdoba-.

En las tribunas siempre estuvo ella, su mamá, Graciela Leiva. Pero ya no estará. Ahora lo sigue y alienta desde el cielo, desde que a principios de año se despidió. “Igual la siento, hablo con ella; la tengo presente y estoy seguro de que nos acompaña, me acompaña y nos ayuda”, dice el “Gringo” con facciones de cara en compota. Cada vez que habla de Graciela, sus ojos brillan como el lucero que guía a un barco que pelea por escaparle a una deriva incierta.

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“Gringo” está a 90 minutos de extender alegrías con el resto de sus amigos. Está en Rosario a la espera de dar el golpe frente a Newell’s, al que enfrentará desde las 18.30 con Atlético, y también reza para que su ángel guardián, su mamá, lo acompañe. Pero también espera que Estudiantes tropiece en su visita a Unión porque si eso sucede, el “decano” dará otro salto cuya meta es la Copa Libertadores.

¿Cuál es la fórmula tan maravillosa de Atlético? El respeto al rival y saber sacarle el jugo a los pequeños detalles de una contienda. “En un fútbol tan parejo como el argentino, los detalles hacen la diferencia y nosotros supimos explotarlos”, lo dice orgulloso un zaguero central que contará hoy en el “Coloso Marcelo Bielsa” con hinchada propia, encubierta, claro, pero hinchas propios. Desde el silencio más profundo, su familia, hermanos, hermana, padre y amigos entregarán su corazón al aliento por Franco, un remero de los de antes. Nunca se cansó de pelear. Ni lo hará ahora, promete. 

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“Uno es en la cancha como lo es en su casa. Soy un trabajador de la vida”, asegura, mientras LG Deportiva le agrega que también es un atrevido, en el buen sentido de la palabra, y le recuerda su patriada contra San Martín de San Juan, en la que se bancó el achique de dos rivales, los pasó, amagó y le puso como si supiera una asistencia a Cristian Menéndez que derivó luego en el 2-1 parcial de Guillermo Acosta, la semana pasada. Entonces, ríe. “Y bueno, también hay que jugársela, aunque después pensás y decís ‘qué locura hice’, ja, ja, ja”.

Reducir la campaña a esta última final sería hasta un despropósito, concuerda el rubio nacido en Villa Constitución. “Si ganamos y seguimos en el torneo sería una premio extra a una gran temporada. Pero, sobre todo, considero que habría que ver el panorama de lo que logramos, no sólo quedarnos con un triunfo, un empate o una derrota”. 
Pase lo que pase esta tarde, Atlético se despedirá del Torneo de Transición del fútbol de Primera con una base, mínima, de 30 puntos, que puede ampliarse a 31 o 33. Números increíbles para un equipo recién ascendido y con apenas tres meses y medio de trabajo en la máxima categoría.

“El club dejó de ser una sorpresa. Hoy es una realidad”, agrega Sbuttoni, y lo explica: “partido a partido fue demostrando que su idea se respeta en la cancha y afuera de ella. El grupo está bien puertas adentro. Está unido”.
No será el Monumental donde Atlético se despedirá de la actividad oficial reglamentaria del certamen. Será en casa de la “Lepra”, donde Sbuttoni, con su corazón pintado de celeste y blanco (“Atlético es mi segunda casa”), no busca olvidar sino recordar que en una de las butacas del estadio ubicado dentro del Parque de la Independencia Graciela, su mamá, su amor, lo estará acompañando como lo hizo siempre. En las buenas y en las malas.

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