“Occidente se encuentra en guerra”

“Occidente se encuentra en guerra”

“El Estado Islámico representa una vertiente de intransigencia y radicalismo bélico dentro del mundo islámico que ante todo nos propone a los occidentales un desafío que es no confundir jamás la cultura, la sociedad y el mundo islámico con el extremismo islámico”, afirma el intelectual.

08 Mayo 2016

Por Jorge Brahim

PARA LA GACETA - TUCUMÁN 

- ¿Es el mundo islámico el gran enemigo de Occidente?

- Occidente tiene en este momento un enemigo que está dispuesto a promover su exterminio. El Estado Islámico (EI, o ISIS), el gran enemigo, representa una vertiente de intransigencia y radicalismo bélico dentro del mundo islámico que ante todo nos propone a los occidentales un desafío que es no confundir jamás la cultura, la sociedad y el mundo islámico con el extremismo islámico. Creo que ese reduccionismo le ha costado a Occidente muy caro porque la homologación del delito a una cultura promueve la voluntad de exterminio de esa cultura. Es precisamente lo que hace EI con Occidente; lo homologa a lo repudiable y aniquilable, y encara a la civilización occidental como un todo al que hay que hacer desaparecer.

- ¿Cómo está reaccionando Occidente frente al terrorismo de EI?

- Los países occidentales han aceptado ese desafío bélico. Lo reconoció el presidente Hollande después de los atentados de París de noviembre pasado cuando dijo que Francia se sumaría con más decisión a la lucha contra EI. El bloque occidental, aunque el presidente Obama lo haya dicho con otras palabras, se encuentra en guerra. Es una guerra de la cual nosotros tenemos en este momento indicios y pruebas. Los indicios hablan de los atentados potenciales que en cualquier momento pueden producirse a lo largo y a lo ancho de Europa y de los EE. UU. Las potencias occidentales todavía actúan por reacción, sin tener demasiado claro cómo llevar adelante su neutralización.

- ¿Existe una razón fundamental por la que EI ha lanzado esta guerra?

- Los atentados que han tenido lugar en Occidente, no solamente los de París, sino este último de Bélgica, y también en los de Oriente y África, son una prueba acabada de que el proyecto de aniquilación que lleva adelante el EI consta de dos direcciones: una, es la eliminación de toda disidencia musulmana con el planteo radicalizado del ISIS; la otra, es la lucha contra Occidente, al cual lo ve como el promotor de la desgracia del mundo islámico en el marco de la globalización. Además, hay que tener en cuenta que el terrorismo propiamente dicho no tiene una finalidad estrictamente orgánica, es realmente reactivo; pero acá no estamos frente al mero terrorismo, acá hay un proyecto de exterminio.

- ¿Qué experiencia viviste en París en diciembre último, a pocos días del atentado?

- Traté de resumirlo en la crónica que escribí en los primeros días de enero y al que titulé “París, ciudad sitiada” y que publicó La Nación. Lo que yo pude observar es que era una ciudad en estado de alerta, con una vigilia que aniquilaba toda posibilidad de sentir que uno estaba en una ciudad acogedora. París seguía siendo objetivamente una bella ciudad, pero la belleza estaba absolutamente empañada por la tensión que podía percibirse en las calles; y -como yo contaba en esa crónica- la tensión era tan extenuante que al menor indicio de la posibilidad de que se desatara un ataque, uno podía advertir actitudes de pánico en la gente. Para colmo, los parisinos mostraban desasosiego por el nuevo auge de la extrema derecha encarnado en la figura de Marine Le Pen. Francia está trastornada, pero yo diría que este panorama desolador representa un resumen de la situación europea actual.

- El Papa hace un tiempo dijo que estamos frente a una Tercera Guerra Mundial, aunque larvada, distinta… ¿Estás de acuerdo?

- Creo efectivamente que estamos en guerra, no hay duda alguna, hay que tener el coraje y la sensatez para admitirlo. La guerra no tiene las características de una guerra convencional. Pero evidentemente estamos en una situación en la que Occidente está sufriendo, en distintas latitudes de sus escenarios, ataques muy graves.

- ¿Cuál puede ser la solución que dé fin al problema?, ¿Occidente dispone de una respuesta eficaz?

- No creo que Occidente tenga una respuesta eficaz hasta este momento. En verdad, por su desconcierto, sólo tiene una actitud reactiva. Por otro lado, los ataques aéreos que se están llevando a cabo en el norte de Siria y también en Irak, que es donde EI tiene su principal base territorial, no han logrado desbaratar sus procedimientos bélicos. ¿Por qué? Porque cuenta con una estrategia a través de células que combaten en forma independiente y con una misma finalidad en distintos escenarios de Occidente, y porque es muy importante entender la caracterización del concepto de muerte en su idiosincrasia. Para los terroristas del EI la propia muerte es un logro que, que además de bélico, está asociado a una redención celestial y a la condición de mártires. Me pregunto, ¿cómo se combate esto?

- ¿Qué futuro se puede vislumbrar en el mundo occidental?

- Nuestro porvenir es muy oscuro. Nosotros podemos sentirnos tentados a decir que los países occidentales están en decadencia, que los grandes liderazgos políticos se han desdibujado, que ya no tenemos estadistas, y todo esto en parte es así. Pero lo cierto es que Occidente se encuentra en un impasse muy serio, porque está en una guerra donde por el momento su papel es reactivo y el carácter ofensivo de sus iniciativas militares no está produciendo los resultados esperados.

- Otro de los grandes flagelos actuales es la depredación del medioambiente. ¿Qué fue lo que más te impactó de la Cumbre Climática COP 21, en París, a la que concurriste como invitado?

- Una de las cosas que advertí en la Cumbre Climática, fue la concurrencia de personas que representaban a países poderosos que ganan mucho dinero con el carbón y el petróleo y que para no perder rentabilidad disentían en cómo se pasaría del empleo de energías tradicionales a energías renovables, en realidad ellos se resisten a cualquier cambio; y también, paradójicamente de países que ya estaban acosados por las aguas o las sequías, por la imposibilidad de seguir viviendo en donde estaban y que pedían soluciones inmediatas. El imperativo que se planteó es cómo resolver esta asimetría en un plazo muy corto de tiempo, porque de lo contrario los trastornos pueden comprometer la subsistencia de la especie humana. Todavía resuena en mis oídos lo que dijo Hollande el día que se inauguró la Cumbre: “No tenemos un plan B, porque no tenemos un planeta B”.

© LA GACETA

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