El tucumano invisibilizado en la historia oficial

El tucumano invisibilizado en la historia oficial

El libro expone un diálogo entre Monteagudo y el perito que verifica su origen racial.

FEMINEIDAD DISEMINADA. Rosenzvaig también rescata la participación de las mujeres en la vida política argentina.  FEMINEIDAD DISEMINADA. Rosenzvaig también rescata la participación de las mujeres en la vida política argentina.
08 Mayo 2016

NOVELA

MONTEAGUDO: ANATOMÍA DE UNA REVOLUCIÓN

MARCOS ROSENZVAIG

(Alfaguara - Buenos Aires)-   

Monteagudo: Anatomía de una revolución de Marcos Rosenzvaig es una novela sobre el revolucionario decimonónico argentino. Nacido en Tucumán y asesinado en Lima, sus breves 35 años recorrieron con intensidad y amplitud el proceso de emancipación de la América Hispana. Su educación y sus virtudes retóricas lo convirtieron no sólo en un personaje revolucionario por sus ideas sino también por su capacidad para enunciarlas y escribirlas. 

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La novela expone un largo diálogo entre Monteagudo y el doctor Pascasio Romero, perito forense encargado de examinarlo para verificar su origen racial y así determinar el último destino de sus restos. Los huesos del prócer asesinado, repatriados desde Perú a la Argentina, durante una larga noche, hablan con el médico de su vida exaltada, sus ideas políticas y las pasiones que determinaron su deceso. Ambos personajes dirimirán sus diferencias ideológicas y filosóficas, aunque se encontrarán en la muerte y todo lo que gira alrededor.

Bernardo Monteagudo es uno de los próceres civiles que la historia oficial ha insistido en invisibilizar de modo sistemático por distintas razones. Desde la academia, el llamado revisionismo histórico se ha encargado en los últimos años de evaluarlas, aunque no del modo exhaustivo que se merece. Su carácter y origen racial le generaron toda clase de odios y envidias, en especial entre sus propios compañeros de ideas. Educado en la Universidad de Chuquisaca como abogado y teólogo, consiguió incorporarse de manera temprana a la causa independentista y formó parte de su facción jacobina, representada por la Logia Lautaro. Justamente algunas de sus decisiones, matizadas por una saña y un revanchismo irrefutables, originaron la controversia que se ha mantenido hasta la actualidad a la hora de juzgarlo.

La literatura tampoco se ha hecho cargo de brindarle un puesto entre sus personajes principales, ni en la novela histórica ni en el relato clásico. Se lee en las famosas tradiciones sanmartinianas, escritas por Ricardo Palma, una aproximación a Monteagudo desde su amante, la mestiza María Abascal. El venezolano Rufino Blanco Fombona, desde una perspectiva modernista, lo retoma en uno de sus ensayos históricos. Y el chileno Jorge Inostrosa, en su novela Los húsares trágicos (1965), lo sitúa en la vereda del autoritarismo como un personaje cruel y déspota. En todas estas ópticas la raza ha sido un componente relevante que dibuja a Monteagudo como un resentido social, aberrado y misógino.

Réquiem criollo

En este sentido Rosenzvaig rescata la participación de las mujeres en la vida política argentina. La femineidad está diseminada durante toda la novela. Tanto la madre como las parejas de Monteagudo, en especial María Abascal, son exploradas esencialmente desde lo físico, ya sea como paridoras o como amantes leales a la emancipación.

En una posición más intelectual se ubica a Beatriz, bibliotecaria e inmigrante anarquista. La única dama que consigue un equilibrio entre cuerpo y mente es Manuela Sáenz. La narración consigue ubicarla en el privilegiado lugar de la amistad, en una situación de igualdad con los protagonistas masculinos. En ese sentido, el autor hace uso de un personaje histórico fascinante, obviado hasta hace muy pocas décadas por la narrativa regional, y que tan bien supo retratar, de modo polémico, el venezolano Denzil Romero en La esposa del Dr. Thorne (1987).

Uno de los investigadores que más aportes ha hecho en la revisión de Monteagudo es Dardo Scavino, particularmente en su libro Narraciones de la Independencia (2010). Evalúa al revolucionario desde sus proclamas y cartas, situándolo entre los escritores fundacionales de los nuevos Estados. Señala Scavino que una de las singularidades de los miembros de la logia Lautaro era confeccionar una épica a la par que la realizaban. Esa visión de sí mismos como revolucionarios y narradores está condensada de modo impecable en la novela de Rosenzvaig. La voz del prócer apela a distintos géneros narrativos para llamar la atención de su principal interlocutor, un médico reaccionario. Por momentos, se apela a la farsa, y por otros, al auto sacramental para distinguirse de las páginas en donde lo ha ubicado la historia oficial. La novela construye un régimen de coherencia entre todas estas estrategias literarias, con el objetivo de convertir a Monteagudo… en un réquiem definitivamente criollo.

© LA GACETA
MARCELO DAMIANI Y MARSOLAIRE QUINTANA

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