Cartas de lectores
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05 Mayo 2016

Caballos en la plaza

Aproximadamente a las 21 del 29 de abril pasado, caminaba rumbo a mi casa cuando por calle Don Bosco al 2.500, en la esquina de la plaza Villa Luján observé que un policía hacía desviar el tráfico, por lo que se impedía circular hacia el paseo. Grande fue mi sorpresa cuando vi una veintena de caballos con sus jinetes en la plaza, y unos 15 más frente a la parroquia. Pregunto: ¿para honrar a la Virgen hace falta ocasionar tan grande daño al paseo público que tanto nos costó hasta verlo en condiciones? Cuando sea el día de la Virgen, en su procesión, seguro llegarán agrupaciones gauchas de toda la provincia y que sumarán unos 250 caballos o más, si agregamos los sulkis, carros, calesas y carruajes de tracción a sangre. Opino que los gauchos que llegarán a honrar a la Virgen tienen que asistir sin caballos para no arruinar las instalaciones del paseo de nuestro barrio. En ese sentido, pido a las autoridades municipales y a la Policía un estricto control sobre la gente montada a caballo, vendedores ambulantes, etcétera, para que la plaza siga en las condiciones en que se encuentra hoy.

Juan de Dios Zurita

Viamonte 254

San Miguel de Tucumán


Los despidos son una sensación

La manifestación convocada el 29 de abril por las centrales obreras, agrupaciones y partidos políticos en rechazo a los más de 130.000 despidos durante la gestión presidencial de Mauricio Macri, fue la primera en la que están unidas las principales centrales sindicales de Argentina: la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA); una demostración de fuerza en la unificación por los derechos laborales. Es necesario reconocer que la riqueza, la renta y el interés del capital son frutos exclusivos del trabajo humano; la forma de posibilitar y garantizar al trabajador una retribución moral y material que satisfaga sus necesidades. La consideración que el trabajo reviste como función social y el respeto consagran el derecho de los individuos a exigir condiciones dignas y justas. En cuatro meses del gobierno las cesantías, tanto en el sector público como en el privado, afectaron a 127.000 trabajadores, un promedio cercano a 1.000 despidos por día, La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), por su parte, estimó que las cesantías eran 130.000; 45.000 empleos perdidos en el aparato estatal y 85.000 en el sector privado, de los cuales 55.000 corresponden al sector construcción. En cambio para el ministro de Hacienda, Alfonso Prat- Gay, los despidos son “una sensación”. Dejen de mentir. En tiempos de crisis, los derechos del trabajador están siendo despedazados por el huracán feroz del gobierno de Macri con despidos masivos; se lleva todo por delante, castiga el trabajo y recompensa la especulación de los que más tienen. Entre los despidos y una caída salarial del 15 %, desde el inicio de la gestión de Cambiemos, hay 300.000 nuevos indigentes y 917.000 nuevos pobres. Señores, paren la mano con los despidos, los tarifazos en las facturas de los servicios públicos, con la inflación que sigue disparándose y las políticas de ajuste que nos llevan a tiempos pasados; debemos pensar que Mauricio Macri no sabe nada de política, según Hugo Moyano: “Yo no sé si son los que lo asesoran, o él expresa cosas que no tienen nada que ver con la realidad política ni con la responsabilidad que tiene como Presidente. Señor Presidente, ahora tiene la oportunidad de saldar su deuda con los trabajadores, que a pesar de todo aún lo estamos acompañando.

Julio Argentino Gómez

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Incomunicados

Cuando escuché en un informativo de radio que Lázaro Báez tiene 150 casas en Calafate, 10 estancias, numerosos autos y camionetas de alta gama, aviones propios, en fin... me subió la presión, me invadió la indignación. Todo esto lo sabía la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, por su gran amistad con este personaje, dominado por la avaricia y la ostentación, y pensé en ese momento qué diría ese gran patriota Manuel Belgrano que tuvo que entregar su reloj por no tener dinero para pagarle a su médico que lo atendía; qué diría ese patriota después de tantas batallas y luchas por la patria, que andaba y cabalgaba con botas remendadas. Gentes como Báez, que lamentablemente son muchas, eran las que halagaban y rendían pleitesía a la ex presidenta, que llevó al país al borde de la quiebra. Eso sí que era saber invertir en beneficio propio, sin importarle un ápice el país ni los argentinos.

Juan Carlos Monasterio

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Pasaje Luis Beltrán 1.452

San Miguel de Tucumán



“Peor, no muere nunca”


Este antiguo refrán italiano con la que titulo esta carta, citado a menudo por mis abuelos, recordando con tristeza y nostalgia a aquella dura pero amada patria que quedó allá, detrás del mar inmenso, resulta aplicable no sólo a las cambiantes circunstancias de este sainete escrito por un loco en curda, al que llamamos vida humana, sino también desgraciadamente, al errático y siempre decadente rumbo de nuestra sociedad, cuyos integrantes, con escasas y honrosas excepciones, hacen todo lo posible para convertir a aquella magnífica Argentina del primer centenario -ubicada entre los 10 mejores países del mundo, un faro cuya benéfica luz alumbraba el camino de la esperanza para todos los desheredados de la tierra- en este demencial paraíso de la delincuencia impune, donde algunos empecinados en negar la historia real, encuentran razones para celebrar el bicentenario, producto de un siglo, donde civiles y militares no dejaron errores e infamias sin cometer. Esa celebración, para evitar males futuros, debiera consistir, básicamente, en realizar un meditado y justiciero análisis de ese triste período, sin olvidar que la justicia “es la razón sin la presencia de la pasión”. Ingenuamente y empecinadamente, los muy viejos como yo, creíamos que este irracional proceso de autodestrucción eran solamente circunstancias infortunadas, pero pasajeras, porque no podíamos aceptar, ni moral ni intelectualmente, que nuestras presuntas “dirigencias” convirtieran el noble ejercicio de la vida pública en una delictiva y eficaz forma de enriquecimiento ilícito, sin riesgos y sin esfuerzos, olvidando que la generosa libertad que hizo posible tamaño despojo, no era sino una espléndida oportunidad para ser mejores. Tuvimos que contemplar -impotentes- cómo las “dirigencias” fracasadas acudían a buscar el infortunado salvavidas militar que, siempre sedientos de un poder que nunca aprendieron a usar, asumieran el poder total, no para crear un país nuevo y mejor, sino para violar los derechos humanos y para embarcarnos en una guerra absurda donde nuestros heroicos milicos lucharon con hondas contra misiles, mientras la gente aplaudía a Galtieri. La Argentina recoge sus frutos de las amargas semillas que sembraron los que pasaron de corruptos a genocidas, porque fue robar millones de dólares a un país donde las estadísticas más confiables hablan de 10 millones de pobres, dos millones de indigentes, de unos siete millones de jubilados vilmente estafados y de los indiecitos Qom, que también son argentinos, muriendo de hambre en los bosques del Chaco. Y cuando hablamos de genocidio, sentimos la necesidad de un Nüremberg argentino, donde paguen sus culpas todos aquellos que, enfermos de codicia, convirtieron a la patria de todos,en este infortunado y caótico país para algunos, esos mismos que lograron que durante 100 años nos fuera siempre peor, nunca mejor, dándole la razón al refrán de mis abuelos.

Dante Diambra Caporaletti

Avenida Sarmiento 947

San Miguel de Tucumán


Los ricos no piden permiso

Me vino a la mente, casi simultáneamente, el título de la novela “Los ricos no piden permiso”, cuando vecinos de Belgrano al 200 de la ciudad de Monteros hicieron calar una pared lateral de la casa vecina, dañando techos y aberturas, y como broche de oro, con total desparpajo, arrojaron todos los escombros de su construcción en la vereda lindera. Y nunca se les ocurrió pedir permiso a nadie.

Josefina Amaya de Argañaraz

San Martín 651 Monteros


El ser docente

Soy docente regular de la Universidad Nacional de Tucumán desde 1984, y en 30 años como trabajadora de la UNT he pasado, junto a colegas docentes y no docentes, momentos difíciles, buenos y malos. Hace un par de años que afrontamos una inflación sostenida sin respuesta salariar acorde a la misma. Hoy, nuestra situación –en especial para los más jóvenes- es desesperante; por eso la huelga que tanto nos duele. Muchos se preguntan ¿y a quién le importa el salario de los universitarios? ¿Quién los necesita? Quiero contestar a esas preguntas: a todos. Porque los egresados universitarios son los responsables de la educación de niños y jóvenes de todo país, pues son formadores de maestros y profesores; ellos se hacen cargo de la asistencia social, médica, psicológica y legal de cada uno de nosotros como argentinos; porque son los científicos y tecnólogos que en el país y el mundo hacen posible los fármacos, las vacunas, los tratamientos apropiados, la defensa del medio ambiente, los teléfonos celulares, las computadoras, los medios de transporte, la optimización de la cría de animales y el cultivo para la alimentación, la apertura de caminos, la construcción de diques, represas, usinas; son responsables, además, de la formación de artistas y literatos que hacen mejores y más lúcidas nuestras vidas; del deporte que templa el espíritu de competencia y trabajo compartido, etcétera. El reclamo de los universitarios nos involucra como sociedad, porque todos, de una u otra manera, necesitamos a la Universidad trabajando intensamente día a día para una vida mejor.

Griselda Barale

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Literatura del NOA

Muy buena y oportuna la carta del lector Héctor F. Boero (3/5) sobre los libros y la lectura en Tucumán. Quiero decir algunas palabras sobre el modesto señor Boero, que al día de hoy es un joven de 87 años, excelente persona y padre de familia. Egresado del Instituto Técnico de Tucumán. Recibido de Ingeniero Electromecánico en la Universidad de La Plata. Realizó muchos trabajos de ingeniería en nuestra provincia. Fue profesor en la Universidad Tecnológica y en la Unsta. Pero también es escritor y ha publicado el libro “Memorias de un Ingeniero Argentino”; así que sabe muy bien lo difícil y costoso que es editar en Tucumán. Leyendo su carta vino a mi memoria un diálogo con mi Sheide (abuelo), Manuel Zuzman, hace más de 50 años: -¿Es cierto que escribirás un libro? Sheide: - Sí, lo tengo pensado. -¿Sabes qué tema piensas escribir? Sheide: -Quiero contar la vida y experiencia de los emigrantes en los campos de Colonia Dora en Santiago del Estero. -¿Cuando se publique tu libro ganarás mucho dinero y serás rico? Sheide: - No conozco ningún escritor del Noroeste Argentino que haya logrado vivir de sus libros. Es verdad, los escritores y artistas tucumanos no reciben ningún tipo de ayuda y promoción para realizar sus obras. Uno de los pocos, si no el único medio que promociona a los escritores es el Suplemento Literario de LA GACETA, que dicho sea de paso debería tener más páginas. Hoy, en el año del Bicentenario, la frase de mi abuelo tiene plena vigencia: “No conozco ningún escritor del Noroeste Argentino que haya logrado vivir de sus libros”. ¿Habrá alguien capaz de desmentirlo? Muchos lectores prefieren novelas y bestsellers de autores extranjeros, que poco y nada expresan pero tienen mucha propaganda, en lugar de los escritores de nuestra tierra, con cuyos libros se puede disfrutar y emocionar de mejor manera.

Mario Efraim Brailovsky

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Recuerdos amables del pasado

A veces una carta informativa puede tener fuertes repercusiones emocionales “extras” en algún lector. Dicho sea con humor, es lo que me pasó cuando leí la simpática carta titulada “Ratas” del lector Ysmael Díaz (2/5). Sí, ella me trajo cosas olvidadas que es muy lindo recordar a más de 40 0 50 años. Comenta que las ratas venían escondidas en camiones. Eso me trajo a la memoria un excelente cuento del filósofo y escritor tucumano Jorge Estrella, con quien compartí alguna vez una inolvidable excursión andinística. Desempolvé un librito de tapas verdes editado en Buenos Aires en 1974, “Cuentos de Provincia”, toda una joyita. Además del cuento de Estrella, hay uno de otro tucumano, Julio Ardiles Gray, muy bueno. Y figuran otros autores reconocidos, como ser el santiagueño Bernardo Canal Feijóo, el jujeño Héctor Tizón, el cordobés Juan Filloy, que si no me equivoco murió a los 106 años. El cuento de Estrella se titula “Se escapó la rata”. Lo sintetizo. Una rata escapa de un taller mecánico, cruza la vereda y se mete debajo de un camión allí estacionado para que le arreglen una rueda. Se juntan de a poco 10 personas alrededor para matarla (veinte ojos y diez traseros, dice el autor). Le levantan el capot al camión, lo garrotean, lo hurgan con un palo “tirando chuzazos”, lo sacuden, le sacan los asientos, hacen andar el motor... y nada de rata, escondida muy quietita. Llega el dueño del camión y muy enojado hace que todo se deje bien. Le ponen la rueda y se va con rata y todo. Con frondosa imaginación, me la imagino a la astuta ratita haciéndole pito catalán a esos peligrosos animales depredadores de dos patas, de cuya criminal intención logró salvarse. Díaz despertó mis oxidadas neuronas por mencionar la palabra ucucha, del quichua. Quizás los de la ciudad no la conocían. Pero en el campo, allá lejos y hace tiempo, era común. Me acordé que una persona que nos visitaba cada tanto me había puesto de apodo Ucucha. Habrá sido por lo petisón que era para la edad, y por lo raquítico, debido al paludismo que había en la década de 1940. Trae a colación también Díaz un curioso objeto que había olvidado, y se vendía en los almacenes de ramos generales: las “ingeniosas trampas-jaulas”, hoy de museo. Eran eficaces. Las recuerdo redondas, de unos 20 centímetros, fabricadas con un fino alambre. Tenían un corto y estrecho “túnel” de alambres rectos, por el cual entraba la laucha empujando un poquito, atraída por el queso. Era fácil entrar, pero luego ¿qué pasaba? Los alambres se cerraban de nuevo y ya no podía salir. Curiosos objetos del pasado. Me contaron que en Córdoba hay un museo con todas las cosas “domésticas” de antes. Tienen iniciativa los cordobeses para entretener a los turistas.

José E. Santillán

Lizondo Borda 1.137

San Miguel de Tucumán


Canillita asaltado

Hace muchos años que vivo en un departamento céntrico y un diariero me trae puntualmente LA GACETA a las 5.30 de la mañana. Como soy muy anciana, a veces no puedo dormir, y bajo a la portería a recoger mi diario; así me entretengo un poco. Me extrañó que una mañana el canillita lo dejara recién a las 7. El portero me informó que el gacetero anduvo ese día tarde debido a que lo habían asaltado para robarle la moto con la que hace el reparto. Le quitaron el vehículo y cuando estaba en el suelo lo patearon ferozmente. El tomó los diarios -me cuentan- y así como estaba, todo sucio y maltrecho, los repartió a pie. Es un ejemplo de trabajador. No lo nombro porque tengo temor de que los delincuentes lo lastimen. Yo trataré de ayudarlo con unos pesitos, pero me gustaría que alguien, o una empresa generosa, le regalara otra moto, aunque sea de baja cilindrada, para que siga repartiendo el diario. ¡Te felicito canillita valiente y trabajador!

Raquel M. M. de D’Onofrio
[email protected]


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