Un largo camino para ser feliz

Un largo camino para ser feliz

Con 10 años en la F-1, Nico Rosberg se acerca al título

ALEGRÍA INMENSA. Nico Rosberg dio un salto de felicidad apenas se instaló en lo más alto del podio del GP ruso de Sochi. Lewis Hamilton, cabizbajo, y Kimi Raikkoner, con cara de póker, convidados de piedra. Reuters ALEGRÍA INMENSA. Nico Rosberg dio un salto de felicidad apenas se instaló en lo más alto del podio del GP ruso de Sochi. Lewis Hamilton, cabizbajo, y Kimi Raikkoner, con cara de póker, convidados de piedra. Reuters
05 Mayo 2016
La racha es brillante y permite aventurar que no es tan descabellada la posibilidad de que, en pocos meses, la F-1 vuelva a tener a un padre y a un hijo como campeones, como sucedió con Graham (en 1962 y 1968) y Damon Hill (en 1996). La referencia concreta es hacia Nico Rosberg, el políglota alemán que lidera con absoluta autoridad el certamen 2016 de la “máxima” al mando de un Mercedes, y que está yendo detrás de los pasos del finlandés Keijo Erik “Keke” Rosberg, que se consagró en 1982.

¿Qué es lo que permite pensar que Nico está en un camino de gloria? En primer lugar, los resultados recientes: viene precedido por una gran racha de siete victorias, tres en el cierre de la temporada 2015 y cuatro en lo que va del año (en Australia, Bahrein, China y Rusia). Pero además está aprovechando un tiempo de cierta debilidad en su compañero de equipo, el campeón vigente británico Lewis Hamilton, a quien los problemas se suceden carrera a carrera.

¿Hay algo más? Lo que los fanáticos de la categoría dicen: que Mercedes estaría favoreciendo al alemán por sobre las chances del británico. Al respeto, la escudería publicó una carta abierta negando esa cuestión. “Acá no hay equipo ‘A’ o ‘B’. Cada uno de los miembros se ganó su derecho a ser incluido en la élite de su disciplina”, aseguró.

Rosberg, nacido en Wiesbaden el 27 de junio de 1985 (además de la nacionalidad alemana, tiene la finlandesa), cuenta en su palmarés con 18 triunfos en la F-1, en la que lleva una década. Inició su camino ascendente tras ganar en 2002 el torneo de la Fórmula BMW ADAC. Luego dio un salto a la F-3 Euroseries y con el apoyo de BMW/Williams llegó en 2005 a la “máxima”, como segundo piloto probador. Ese año ganó el título de la GP2, lo que le abrió las puertas al volante de un Williams en 2006.

Sus siguientes años hasta 2012 fueron anodinos, con apenas cinco podios. Hasta que llegó el GP de China y pudo festejar su primera victoria. En 2014 y en 2015 fue subcampeón del mundo con Mercedes, pero aunque ambos resultados parecieron más que buenos, no tuvieron el mismo efecto en él. Es que haber quedado atrás de Hamilton fue casi un fracaso personal, sobre todo porque se pensó que podría plantar cara a su compañero. Los rumores se fueron haciendo cada vez más grandes: no ganaba las suficientes carreras, su talento parecía inferior...

La paradoja fue que el presente de Nico comenzó a edificarse en uno de sus peores momentos. Ocurrió en el GP de EE.UU., el 1 de noviembre de 2015. Hamilton se coronó campeón, pero Rosberg ganó la carrera. Y repitió en México y en Brasil, para cerrar en racha la temporada. Quedaba la duda de cómo sería su comienzo 2016. Los resultados ya están hablando por él.

Nico, nacido en Alemania y criado en Mónaco, empezó corriendo como finlandés hasta definirse como germano. Habla en italiano, alemán, inglés, español y francés; vive la mejor racha de su carrera deportiva y la del equipo Mercedes desde su retorno a la F-1. Hamilton consiguió en 2014 cinco victorias seguidas durante la segunda mitad de la temporada. Rosberg ya superó esa estadística al ganar en Bahréin, a principios de abril.

Puede parecer prematuro, ya que quedan aún 17 competencias por delante, pero todo parece estar direccionado: históricamente, los nueve pilotos que lograron ganar las primeras carreras del certamen de F-1 acabaron imponiéndose en la clasificación general al final de temporada. Nico tiene ahora la manija para que esa estadística no se corte.

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