El “Cholismo”
CHOLO SIMEONE. ARCHIVO "CHOLO" SIMEONE. ARCHIVO

Ezequiel Fernández Moores - Especial para LG Deportiva

“Jugadores, jugadores/ hemos venido a ganar/ que se enteren los vikingos/ quien manda en la capital”. Atlético Madrid aguanta el 1-0 los últimos minutos casi refugiado dentro de su área, aunque juega en casa y contra un Rayo Vallecano que puede descender. No importa. Es triunfo y punta de la Liga de España (provisoria porque luego Barcelona también ganó). Así, 1-0, sufriendo y refugiado en su arco, Atlético terminó ganándole el miércoles pasado a Bayern Munich también en el Calderón. Y así sueña con terminar hoy en el Allianz Arena para ganar, como sea, el segundo boleto en tres años a la final de la Champions, acaso en revancha contra Real Madrid, su verdugo agónico de 2014. Son los “vikingos” del canto de los hinchas.

El apodo, despectivo, nació en los ’70, porque Real Madrid, del presidente Santiago Bernabéu, compraba alemanes como Gunther Netzer, Paul Breitner y Uli Stielike y daneses como Jenning Jensen. Los hinchas “merengue” replicaron llamando “indios” a los de Atlético, porque compraba argentinos como “Ratón” Ayala, “Cacho” Heredia y “Panadero” Díaz. Después llegaría Diego Simeone, el más “indio”.

De pibe, cuando jugaba a los indios y soldados, Simeone no jugaba batallas, sino un partido de fútbol, con una cancha que armaba dentro del fuerte. “Como soy de Racing -contó una vez el ‘Cholo’-, ataba en la cabeza de los indios una cinta celeste y blanca de la verdulería y siempre estaba de parte de los indios”. Los hinchas de Atlético, que hoy se ufanan del apodo despectivo de indios, cantaban el sábado pasado levantando mensajes de “Vamos ‘Cholo’”, algunos de ellos, con caretas del DT.

Fue una forma de darle aliento al hombre que llegó en 2012 para sacarlos casi del descenso y llevarlos a la cumbre del fútbol mundial. Y mantenerlos allí desde hace más de cuatro años. Liga y Supercopa de Europa primero y luego Copa del Rey, Liga y Supercopa de España. Ahora va por la Liga de Europa y por la que podría ser la primera Champions en la historia del club.

Por la que eliminó a Barcelona de Leo Messi. Y por la que buscará eliminar ahora a Bayern Munich de Pep Guardiola. Atlético no es un club pobre. Puede gastar más de 40 millones de euros en un refuerzo. Pero, comparado con el presupuesto de esos rivales, es pobre. El equipo indio.

“Indios feos, sucios y malos que atacan a traición”, cantaba Piero, con ironía, en los años ’70. En su salsa, Simeone dirige tal como él jugaba, “con el cuchillo entre los dientes”. O escondido. Porque los indios malos, se sabe, atacan a traición. “Comandante Simeone”, lo bautizó esta semana el italiano “La Gazzetta dello Sport”, uno de los principales diarios deportivos de Europa, con el ‘Cholo’ como Che Guevara. “Gran intérprete del ‘bilardismo’ que además se nutrió del Calcio”, lo elogia la prestigiosa firma de Alessandro de Caló. Fútbol de presión que, cuando se retrasa, “se cierra en catenaccio” y “gana sufriendo”. Algunos lectores se indignaron. Afirmaron que si un DT italiano vuelve hoy al viejo sistema defensivo del catenaccio la prensa lo destroza y lo llama “antifútbol”.

Pero que, si en cambio lo hace un extranjero, lo llaman “revolucionario”. Un Che Guevara del fútbol que lidera una revolución que parecía en retroceso desde el declive del portugués José Mourinho. La encuesta de los lectores, sin embargo, da un resultado categórico. En el país del catenaccio, un 60 por ciento quiere que “el Cholismo” le gane al “Guardiolismo”.

Que en un diario madrileño puedan leerse elogios a Simeone es lógico. “Su gran mérito -escribe por ejemplo Enrique Ortego- es que, como Guardiola, logra que sus equipos estén esculpidos a su imagen y semejanza”. Sí llama más la atención un extenso y elogioso artículo en el diario catalán “Sport”, bien cercano a Barcelona. Dice primero que Barcelona “es admirado” en el mundo por su método para ganar. Y que el Atlético, siempre pequeño ante su todopoderoso vecino Real Madrid, creció “rebelde”, forjando “históricamente un carácter guerrilero” en sus aficionados, lo que facilitó “la conexión emocional” con Simeone.

“Atlético -dicen luego Rubén Uría y Xavi Torres- es el mejor equipo del mundo en no permitir que su rival juegue” y sus jugadores, según Simeone no le temen a la muerte y dan la vida por su entrenador. “Que las líneas estén juntas todos los minutos de todos los partidos no sucede porque sí”, añaden los autores. Y citan cambios tácticos claves de Simeone, los goles de pelota detenida, la disciplina para defenderse sin cometer faltas y la apuesta por los jóvenes, como el caso de Saúl, que anotó un gol “a lo Messi” en la semifinal de ida contra Bayern Munich.

“El placer de Atlético por el resultado -sigue el texto publicado por ‘Sport’- elimina muchos debates sobre la estética y permite sin vergüenzas una intensidad por muchos definida como agresividad o violencia”. Simeone, añaden sus autores, no es un “revolucionario” de la táctica, pero sí “un manual de autoayuda” para quienes amen las utopías. Un DT que orquestó una máquina de competir y ganar, con poca estética y mucha épica. Y que ha convertido a Atlético en “un barrio de Esparta”, en “una tropa de supervivientes” más que en un equipo de fútbol. Y al Calderón en un templo religioso. “El cholismo es una religión y Simeone su profeta”. El texto hace apenas mención a episodios oscuros que ensucian la cara del “Cholismo”, como la pelota que ordenó a un alcanzapelotas que tirara a la cancha unos días atrás para frenar un contragolpe de Málaga. La razón por la que, suspendido por tres fechas, Simeone debió seguir desde la tribuna el sufrido triunfo 1-0 del sábado contra el modesto Rayo Vallecano.

Simeone es fruto de un fútbol argentino que, poco menos, decretó que la picardía forma parte del fútbol (lo que no está mal) y que, esto sí es más complicado, también decretó poco menos que está prohibido perder. El propio Simeone, que debutó como jugador en la Primera de Vélez en 1987, años de Bilardismo pleno, contó años atrás que él era alcanzapelotas en un Vélez-Boca de 1982. Que el “Loco” Gatti salió mal desde el arco y tiró afuera a cualquier lado, pero la pelota rebotó en una baranda y volvió al campo. Y que justo él había tirado rápido otra pelota a Mario Vanemerak para que aprovechara el adelantamiento de Gatti. Casi gol. Juan Carlos Loustau, que era el árbitro, terminó expulsando a Simeone. “¡Hasta de alcanzapelotas me echaron!”, recordó Simeone la anécdota en 2005 a “La Nación”.

Hay otra que Simeone contó a “El Gráfico”: final de Copa del Rey 2013 Real Madrid-Atlético en el Bernabéu. El rival, en casa, tenía a cargo la organización del partido. Boleterías, controles, etc. Hasta que llegó la discusión sobre los alcanzapelotas. “Querían poner los 12 ellos, al final pudimos poner seis pibes nuestros. En España no evalúan eso, pero pará, sino éramos visitantes”, recordó Simeone.

El episodio de la segunda pelota que ordenó tirar para frenar el contragolpe de Málaga reabrió recuerdos de otras “avivadas” de Simeone, como aquella vez que hizo expulsar a David Beckham en el Mundial de Francia 98. Hay muchas más. Ahora es un técnico reputado en el mundo. Y, tarde o temprano, futuro DT de la Selección.

En un artículo en “Clarín”, Daniel Lagares recordó que la “picardía y la trampa” están “a un paso” cuando se las usa como “arma táctica”. El colega refrescó también episodios de cuando la Selección era dirigida por Bilardo, imposibles de repetirse luego en tiempos de José Pekerman, Marcelo Bielsa o “Tata” Martino. “El riesgo de los pícaros -dice Lagares- es convertir la viveza en estrategia. Y no distinguir entre arrojar una pelota al campo y ofrecer al rival un bidón envenenado”.

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