Bullying, una problemática que afecta a todos

Bullying, una problemática que afecta a todos

El acoso u hostigamiento escolar, designado en la actualidad con la voz inglesa bullying, alude a una forma de maltrato de carácter físico, psicológico o social que va aislando a la víctima, cuyos padecimientos pueden llevarla a tomar decisiones trágicas, que son sentidas como la búsqueda de una liberación. Es, en rigor, un fenómeno que siempre existió, pero cuya virulencia está adquiriendo ribetes realmente dolorosos y cada año se suceden con mayor frecuencia. Ayer se celebró en todo el mundo el Día Internacional del Bullying, por lo que -una vez más- desde esta columna creemos necesario reflexionar profundamente sobre los alcances de este fenómeno social. En Tucumán, por ejemplo, tres de cada 10 alumnos padecen acoso en las escuelas, según un estudio realizado por el Ministerio de Salud de la Nación. Esta cifra se desprende de una investigación que impulsó la psicóloga Anabel Llugdar, ganadora de la Beca Ramón Carrillo-Arturo Oñativia de la cartera de Salud para el estudio de comportamiento agresivo y bullying en las aulas. La investigación se llevó adelante entre 2014 y 2015 en aulas de niveles medio de cuatro establecimientos tucumanos donde cursan alumnos de niveles socioeconómicos bajos.

De acuerdo al trabajo de Llugdar, el 30% de los alumnos presentó comportamiento de haber sido víctima de bullying. Mientras que el 15% de ellos contó con una conducta agresiva con sus pares, que fue desde una palabra o una agresión verbal, hasta un ataque físico. Consultada sobre quiénes provocan más acoso (los varones o las mujeres), Llugdar afirmó que no se pudo detectar una diferencia significativa entre ambos. “Se dice que los varones tienden a ser más agresivos, pero los análisis no arrojan ninguna diferencia significativa”, sentenció.

Por su parte, Unicef ha estimado que entre un 50 y un 70% de los estudiantes de América latina han sido acosadores, acosados o testigos de bullying. Cabe agregar que el llamado “acoso cibernético”, que se produce a través de las redes sociales, ha contribuido a incrementar de modo exponencial las formas del maltrato y de intimidación. A veces, son meros gestos de desprecio, de poner apodos o de imitaciones que ridiculizan la imagen de la víctima ante un grupo; en otros casos, se procura manipular al agredido obligándolo a realizar actos por la fuerza, mediante amenazas o castigos. El problema presenta, al menos, tres rostros: el de quienes acosan, el de quien padece el ataque y el de los que se sitúan como meros testigos. En los distintos roles inciden los climas que generan los antecedentes de desorganización familiar, las fallas en la educación, las disciplinas autoritarias, la violencia estructurada en áreas de la vida social y la influencia de ciertos mensajes que se transmiten mediante los medios masivos de comunicación.

Como lo hemos señalado en otras oportunidades, creemos enfáticamente que la solución a este complejo problema pasa por el trabajo mancomunado entre los padres, la escuela y el contexto social. Los adultos y los menores de edad deben aprender a anticiparse a los conflictos mediante la prevención. Importa mucho el fortalecimiento emocional de los adolescentes y de su capacidad de aprender a afrontar situaciones ingratas y superarlas.

Lo inaceptable es que padres, docentes y autoridades ignoren o marginen de toda consideración una problemática que puede dejar marcas gravísimas en la salud física y mental de los chicos.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios