Afirman que las instalaciones de Damien Hirst son tóxicas

Afirman que las instalaciones de Damien Hirst son tóxicas

02 Mayo 2016
Los animales de Damien Hirst sumergidos en formol dentro de una pecera para decir, palabras más, palabras menos, que en esta vida estamos de paso, han generado problemas al artista y al museo que los ha expuesto.

Los tanques de formol filtraron gases contaminantes durante cinco meses de 2012 en el museo Tate Modern de Londres en la exposición retrospectiva de apabullante éxito que le dedicaron al artista.

Un equipo de la Universidad Politécnica de Milán ha publicado un estudio en la Royal Society of Chemistry, entidad con sede en Londres, en el que midieron la toxicidad del aire y detectaron humos procedentes del formol de hasta 5 partes por millón. La normativa europea fija el límite de estos gases en 0,5 partes por millón. Giorgio Righetti, profesor de química de la citada universidad, explicó: “el visitante que miró de lejos las obras expuestas no fue contaminado, pero no se puede decir lo mismo de los empleados que estuvieron cinco meses allí o de los que acercaron la cara al tanque de formol para mirarlo de cerca”.

Tanto el museo Tate Britain como la empresa de Hirst, rechazaron, mediante comunicados, las acusaciones de que el arte en formol es tóxico o de que su exhibición supuso una amenaza para la salud pública. Tate Modern informó: “Tomamos todas las medidas de precaución para nuestras exposiciones. Y la seguridad de visitantes y empleados es lo primero”.

Esta no es la primera vez que los metafísicos animales en formol de Hirst encuentran obstáculos para ser expuestos como arte. El tiburón titulado “La imposibilidad física de la muerte en la mente del vivo”, adquirido por el americano Steven Cohen por 10 millones de euros, empezó a descomponerse al llegar a Nueva York; quizás tras el ajetreo del viaje. El coleccionista se quejó y el artista lo reemplazó por otro igual en 2006. Y “Madre e hijo divididos”, con una vaca y un becerro, premio Turner 1995, llegó al Museo de Tokio con signos de desintegración tras haber sido retenido en la aduana debido a la prohibición nipona de ingresar al país carne de ternera procedente de Europa. El museo tuvo que convencer al servicio de aduanas de que los animales de Hirst constituían arte.

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