¿Cuánto dura la paciencia?

¿Cuánto dura la paciencia?

Macri viajó a Tucumán, mientras los gremios iban llenando de protesta y descontento las calles porteñas. El peronismo a través de su estructura gremial le ha marcado la cancha al gobierno nacional. El acto era en Yerba Buena, pero la atención estaba puesta en Buenos Aires

¿Cuánto dura exactamente la paciencia? Es imposible precisarlo. Según el diccionario, la paciencia es “la capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”. En base a esa acepción de la Real Academia el tiempo de durabilidad es exactamente cuatro meses. Ayer los gremios unidos confirmaron que no van a darle más tregua a la gestión de Mauricio Macri. Precisaron con multitudes no soportan más, que se alteraron.

“Capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas”. El gobierno nacional se aferra con uñas y dientes a esta definición de la palabra. En este caso ellos tienen el cronómetro que dirá cuánto dura la paciencia. Está convencido de que el trabajo para desanudar los nudos de su herencia exigen una tarea especial. No pueden precisar cuándo se verán los frutos y esa incapacidad altera algunos nervios. Los propios votantes (macristas y desencantados de la descomposición política anterior) han empezado a impacientarse porque el horizonte se aleja. Están perdiendo la paciencia cada vez que se preguntan ¿hasta cuándo?

La tercera acepción es la prenda de unidad: “facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho”. El gobierno nacional está seguro que hay que tener paciencia y que hay luz al final de túnel. Cuando llegue a ese lugar que es el destino no sólo habrá un despegue económico que se sentirá en los descuajeringados bolsillos sino que también será la plataforma política. Macri y sus adláteres ya empezaron la cuenta regresiva. En agosto del año que viene el pueblo irá a las urnas a dar su veredicto sobre la gestión. Si dice no hasta la reelección será puesta en tela de juicio aunque falten (en ese momento) casi dos años. La oposición, eufemístico nombre que ha adoptado el peronismo, se agarra con fuerza a esta misma definición. Sin dudas, desea fervientemente recuperar el poder y va a hacer hasta lo que no le guste para esmerilar el poder que les arrebataron el Pro y sus aliados. En esta coincidencia la paciencia dura hasta agosto de 2017, es decir un año y tres meses.

Cuando los gremios unidos empezaron a desgranar sus reclamos, el Gobierno nacional ha salido a blandir la frase: “tenemos la misma agenda”. De alguna manera los unos y los otros reconocen un mismo destino, aunque los caminos son diametralmente opuestos. En ese tironeo no hay paciencia que aguante.

En el terreno estrictamente político el peronismo sacó a la calle su bandera gremial, la más fuerte que ha tenido desde que se constituyó. Con esos liderazgos y con varias calles llena de seres humanos le ganado una pulseada a Macri y le ha puesto una agenda no deseada por el Presidente. Macri incluso no ha podido capitalizar el acto en Yerba Buena donde desempolvó proyectos millonarios. Como esos goleadores que tienen la foto de la novia debajo de la camiseta para mostrar, Macri hizo el gol pero por la televisión se vio otra cosa.

Corto y frío

Da la sensación de que ni el mismo Presidente estuviera conforme con el acto que se vivió en Yerba Buena. Fue corto, fue frío. El Presidente además estuvo esquivo con la prensa, mostrando una actitud exactamente contraria a los primeros 30 días de gestión. A como dé lugar Macri puede querer diferenciarse de los actos como bombos y ómnibus esperando en la puerta, pero en la distancia con la prensa, ayer en algo se pareció. Los intendentes del interior y los legisladores poblaron la tribuna más que la gente común. Los pocos minutos que le dedicó a la ceremonia llamaron la atención, tanto que el vicegobernador Osvaldo Jaldo y el intendente Germán Alfaro tuvieron más tiempo para recordar viejas épocas peronistas mientras hacían el aguante a la llegada de las autoridades que lo que duró el acto. El escenario se puso colorado cuando iba a subir Domingo Amaya y por segunda vez en Tucumán se quedó en el andén entre los invitados especiales. En cambio, el diputado nacional Facundo Garretón se pasó el semáforo en rojo y lo hicieron bajar en el mismo momento en que hablaba Macri.

Llenando el álbum

Juan Manzur sigue llenando su álbum de figuritas. Esta semana pegó su foto en Nueva York y en Washington y llegó a las apuradas para poder sonreír en la foto junto a Macri como anfitrión en Tucumán. Pero su sonrisa no era la misma de las otras imágenes. Esta tenía la distensión que muestran los bebés cuando los alzan y los sacan de la cunita. La Justicia le trajo el alivio al haberlo desprocesado de la causa en la que había sido denunciado junto a Aníbal Fernández por las compras de elementos para el plan Qunitas que se hizo cuando fue ministro de Salud kirchnerista.

Habiendo conseguido esa luz verde en la Justicia y teniendo una relación tranquila con el Gobierno nacional, sólo tiene la mirada atenta a los movimientos del intendente de la Capital, Germán Alfaro, con quien tiene una silenciosa guerra. En estos días una de las batallas se libra en la Sociedad Aguas del Tucumán. Las bombas van y vienen y estallan en la SAT. Las esquirlas salpican principalmente a Alfredo Calvo, titular de esa empresa, pero terminan abriendo agujeros por toda la ciudad. En la Municipalidad están convencidos de que Alperovich (el archienemigo de Alfaro) es el “dueño” de Calvo. En la Casa de Gobierno, en tanto, tomaron conciencia de que estaban perdiendo esa batalla porque habían dejado solo a Calvo. Por eso durante la semana tuvo que salir a respaldar al titular de la SAT el vicegobernador, que estaba a cargo del Poder Ejecutivo por la ausencia de Manzur.

Oxígeno judicial

Cuando José Alperovich se levantó de la banca de senador y volvió a la Casa de Gobierno para ser titular del Poder Ejecutivo, su gran inventor, Julio Miranda, le dejó un preciado regalo. Alperovich le había creado la caja única a Miranda y éste le dejó la cámara única. Todas las cuestiones penales terminarían así en la Cámara de Apelaciones en lo Penal. Esta semana la Legislatura sancionó el proyecto de ley por el cual crea dos cámaras más. Le otorga así un fuerte respaldo institucional al Poder Judicial cuya reputación viene siendo zamarreada desde hace tiempo. Ahora con esta trilogía tendrá una bocanada de oxígeno. En algunos sectores del foro lo tomaron como una derrota del ministro fiscal Edmundo Jiménez, quien cuando era funcionario político de Alperovich no objetó la formación de esa cámara y cuando salió este proyecto habría llegado a proponer que fueran dos y no tres las salas en la que se dividía la Cámara. Jiménez, en tanto, sigue en la mira del Colegio de Abogados, que ya tendría lista para presentar la denuncia contra el ministro Fiscal, pero las autoridades de la institución esperan la visita del titular de la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA). De cumplirse esta idea, la estocada contra “Pirincho” sería de Francisco García Posse y de Eduardo Massot, presidentes del Colegio de Abogados de Tucumán y de todos los colegios del país, respectivamente. Este guiño nacional será también un llamado de atención para el ministro de Justicia de la Nación, que recibió y escuchó a todas las voces de la Justicia tucumana, pero no tomó cartas en el asunto.

En las altas esferas del Poder Judicial recibieron con beneplácito la decisión de la Legislatura pero alcanza para poco. No es la única coincidencia que han tenido ambos poderes. La otra es el secreto que mantienen a la hora de hablar de las remuneraciones. Si bien el Poder Judicial no aparecen los gastos sociales, los montos están empezando a dar que hablar en el palacio.

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