Entre acusaciones cruzadas, declararon los imputados por el homicidio de Lucena

Entre acusaciones cruzadas, declararon los imputados por el homicidio de Lucena

Ambos ex policías dijeron no haber golpeado al muchacho fallecido; aseguran que lo confundieron con un delincuente de la zona. Becero y Monserrat dijeron haber visto a la víctima en el suelo, sangrando; el joven, que en ese momento tenía 25 años, murió horas después por los golpes que recibió.

JUICIO. A la derecha, los tres protagonistas de la primera audiencia: el abogado Cergio Morfil, su defendido Mondino Becero y Arturo Monserrat.  JUICIO. A la derecha, los tres protagonistas de la primera audiencia: el abogado Cergio Morfil, su defendido Mondino Becero y Arturo Monserrat.
19 Abril 2016
Ayer se realizó la primera jornada del juicio por el homicidio del joven Ismael Lucena, ocurrido en noviembre del 2011. Los primeros en prestar declaración fueron los principales acusados, los ex policías Mondino Becero y Arturo Monserrat. Además de ellos, hay otros tres policías imputados por encubrimiento agravado, falsedad ideológica e incumplimiento de deberes de funcionario público.

La sesión comenzó minutos después de las 14.30 con cerca de 50 personas pidiendo justicia bajo la lluvia en la intersección de Lamadrid y Congreso, y otras 50 como oyentes de la audiencia.

Becero y Monserrat coincidieron en gran parte de sus relatos. Sin embargo, cada uno de ellos deslizó culpas hacia el otro. Becero dijo haber visto a Monserrat mientras golpeaba al amigo de Lucena, Marcelo López. El otro imputado dejó entrever que a Becero se lo conocía en la fuerza por ser violento y que ese día estaba enojado porque había confundido a uno de los jóvenes con un ladrón que le había querido robar algunos días atrás, “el rengo”.

La noche del crimen

Según los acusados, la noche del homicidio los vecinos del barrio El Gráfico, donde ambos vivían, los llamaron porque habían visto a dos muchachos que se estaban drogando en la casa de una vecina. El primero en llegar fue Monserrat, quien le pidió a una mujer le mandara un mensaje a Becero para que también fuera. Ambos estaban de civil.

En un momento, los policías vieron a Lucena y a López. Los vecinos los apuntaron como los sospechosos, por lo que comenzó una persecución. Según la querella, los policías nunca se identificaron como tales. Los imputados, en su declaración, coincidieron en que Monserrat había gritado “alto, policía”.

Tras unos 400 metros de persecución, Lucena y López ingresaron a una vivienda del barrio, propiedad de la familia Álvarez. Allí fueron aprehendidos. Ese momento es la clave para entender qué pasó esa noche, la nebulosa donde el Tribunal integrado por Alicia Freidenberg, Dante Ibáñez y Néstor Rafael Macoritto deberá echar luz.

Las declaraciones

La primera declaración, y la más entrecortada por las objeciones que presentaba su abogado ante las preguntas de la fiscalía y de los querellantes, fue la de Becero. El imputado señaló haber llegado antes que su compañero a la casa de los Álvarez. Según su versión, allí se encontró de frente con Lucena. “Se me abalanzó y me quiso sacar el arma. Yo lo empujé. Él se golpeó la espalda contra la pared y luego se cayó al piso”, explicó. Luego de deshacerse de Lucena, señaló que procedió a la aprehensión de López.

“Cuando me di vuelta vi al dueño de casa, quien había inmovilizado a Lucena. Había sangre en el piso, pero no sé donde tenía la herida”, relató.

Desafiante, señaló que la estrategia de la fiscalía y de la querella era marearlo con las preguntas. Luego, expresó que vio a Monserrat golpear a López. Incluso, se permitió una opinión para dejar un manto de duda sobre Lucena: “si alguien escucha ‘alto, policía’ y corre, tiene algo que ocultar”.

Por último, señaló dos cuestiones que luego fueron rebatidas por otro de los imputados, Rubén Tejerina: que nunca tocó la escopeta de Monserrat y que no labró el acta de detención porque le dijeron “que no hacía falta”.

La versión de Monserrat coincidió en gran parte con la de Becero. Dijo haber dado la voz de alto y haber llegado después que el otro agente a la casa. Sin embargo, señaló que Becero quería atrapar a los jóvenes porque creía que uno de ellos era “el rengo”, una persona que le había robado.

“Yo sabía que les iba a pegar; en la Policía se lo conocía por su torpeza. Es una persona prepotente, que ‘se saca’. Tiene varias causas por lesiones. Cuando yo llegué, estaban los dos muchachos reducidos. Becero estaba con López y el dueño de casa con Lucena, que estaba sangrando”, explicó Monserrat, quien negó haberle pegado al amigo del joven fallecido.

López y Lucena fueron llevados a un destacamento policial. Algunas horas después, Lucena murió por los golpes que recibió.

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