La pugna entre la tradición y la evolución

La pugna entre la tradición y la evolución

En los últimos lustros, distintas vertientes han confluido en la música nativa. ¿Se ha desvirtuado la esencia?.

Ella es raíz. Rostro. Historia. Idioma. Ropaje del alma. De las costumbres de un pueblo. La identidad es esa hoja que nos distingue de las otras en un mismo árbol. Él es grito de vida, soledad, alegría, dolor, amor, picardía, rebeldía, danza, canto... universo sonoro con sabor a locro, a humita, a vino patero, con olor a cerro, a silencio de comunidades sometidas, pero también con rumor de urbe. La identidad y el folclore se abrazan, amanecen en un mismo vaso. Nuestra música nativa ha pasado por distintas etapas a lo largo del tiempo, lo cual habla de su movimiento constante, aunque haya quienes se aferran a la tradición, a lo que no debe cambiar. 

¿Todo vale?

Hay rumbos que se han tomado en los últimos tiempos que nos llevan a preguntarnos cuál es el folclore verdadero: el del “¡adentro!” y “se va la segunda”, el que late en una caja, en una garganta vallista o un bolero con aroma folclórico o un rock o pop telúrico. “Don’t let me down”, cantado en quichua, o la “Marcha de la Bronca”, con acompañamiento de guitarras eléctricas, quena y sikus, ¿puede considerarse folclore? ¿El mercado impone una moda, una nueva identidad? ¿Todo vale? ¿Por qué hay festivales que se llaman folclóricos, cuando cada vez hay menos rastros de este? ¿Hay una crisis de identidad o esta siempre se halla en crisis? ¿Hacia dónde va la identidad?

Pertenencia colectiva

“Como sabemos, el hecho folclórico necesita pertenecer al patrimonio tradicional, es decir, es de pertenencia colectiva, transmitido por experiencias entre individuos o generaciones, y anónimo. Creo en una identidad ‘móvil’. Se va gestando con el paso de los años, por lo tanto va cambiando, según cambian las formas de vida de los pueblos (comidas, vestimenta, instrumentos, danzas...). No pienso en una ‘identidad desvirtuada’ porque, de ser así, estaría negando la evolución del hombre. Entonces, digo que no sé hacia dónde va la identidad en el folclore, pero entiendo que seguramente en unos años estará acorde con los nuevos usos y costumbres que nos esperan”, sostiene el guitarrista y compositor Carlos Podazza.

Como el agua

El músico taficeño Quique Yance considera que la identidad de los pueblos no se desvirtúa, sino que se va amoldando y aggiornando a los nuevos tiempos vividos. “Se va moviendo como el agua, si no se pudriría, como decía Astor Piazzolla. Se van sumando mitos, leyendas, costumbres, comidas, geografías e historias actuales para terminar de definirnos como sociedad. Lo mismo pasa en el folclore, desde el canto con caja hasta la nueva instrumentación (totalmente válida), hay una búsqueda constante para reflejar nuestra actual época sin perder nuestras raíces”, señala.

Integrante del trío Gato Negro, el joven luleño Matías Aparicio apunta que eso que nos identifica también nos diferencia. “La identidad del folclore para los jóvenes, a mi entender, tiene hoy varios frentes. Mucha juventud se identifica con artistas que comenzaron con el cancionero y estilo tradicional, y hoy rozan lo pop y lo tropical. Y muchos otros disfrutan y apoyan a grupos de estilo tradicional (guitarra y bombo). Si bien artistas como Abel Pintos logran rebalsar de público los predios de los festivales, también es muy fuerte la convocatoria de grupos de antaño, como Los Manseros Santiagueños, que causan devoción en gente de todas las edades”, señala.

Copiar y pegar

Aparicio explica que existe una cuestión de ofertas y de oportunidades. “El festival folclórico de una localidad en particular debería mostrar, expresar la identidad de su zona y de su gente, pero en los últimos años los festivales ofrecen carteleras casi idénticas con los mismos cinco o seis artistas que aseguran el éxito comercial del evento; por ende, todos los festivales terminan siendo un ‘copiar y pegar’. Para dónde va, no lo sé, pero sí estoy seguro de que lo clásico, clásico es, que este movimiento suele comportarse como una rueda y que siempre por una u otra razón volvemos a las raíces”, afirma.

UNA TENSIÓN CONSTANTE
"El arte, ajeno a las formalidades, es eternidad en un instante"

Nunca se detiene. Tampoco vuelve sobre sus pasos. Camina siempre hacia adelante. Si el tiempo está en un movimiento constante, la cultura y sus componentes también mutan, aunque con mayor lentitud, a veces imperceptiblemente. Y aunque la identidad es la raíz que sostiene el árbol, atada a la tierra, su gajo, el folclore, está expuesto al sacudón de los vientos, a los aguaceros, a las sequías. De manera que lo estático y el movimiento, pese a ser opuestos, pueden complementarse en algún punto.

“Aprendí de un amigo que tenía un pacto con el aire que el arte, vedado a la razón, es esencialmente ajeno a las formalidades, es eternidad en un instante y su ley es un pacto secreto entre el hombre y los elementos. Este componente dinámico de la cultura puede ser tradicional o no. Lo tradicional es estático y está vinculado al pasado, y nutre al folclore, que son saberes, usos y costumbres de un pueblo y que naturalmente cambian, y suelen confundirse con los conceptos de cultura e identidad”, señala el cantor y compositor Gustavo Guaraz.

Una tensión

El músico sostiene que la identidad se conforma por valores constituidos en distintos momentos de la vida de una sociedad y su territorio. “En este proceso holístico-sistémico Cultura y Natura viven la permanente tensión generada por la modernidad, autodestructiva y excluyente. En este marco, nuestras expresiones culturales también sufren esta tensión expresada en términos de necesidades del mercado (eufemismo de codicia) que somete a nuestra sociedad a la permanente manipulación de las empresas de entretenimiento global que necesitan la producción en serie de productos pseudo culturales disfrazados de romanticismo y alegría, con la complicidad de cantores, bailarines, promotores, organizadores de festivales y programas de TV. Para ello es menester fisurar los cimientos y las capas que conforman nuestra identidad, que es el componente indispensable para el crecimiento libre y solidario de una sociedad y su territorio”, afirma. “Felizmente, la humanidad y su arte genuino, que da cuenta de su tiempo y lugar, divierte y refleja el sentir de su pueblo, buscará las formas para seguir sorprendiéndonos con belleza y compromiso con la verdad”, acota el autor de “Prendida en mi alma”.

Hacerle un ADN

El cantautor Coqui Sosa recuerda que don Atahualpa Yupanqui, escuchando en una oportunidad una versión de su famoso tema, comentó: “me han asfaltado el caminito del Indio”. O que el Chivo Valladares, luego de escuchar una de sus zambas, dijo: “voy a tener que hacerle un ADN para saber si es mía”.

“El folclore no está en crisis, está en crisis la ‘creatividad de algunos que dicen ser folcloristas’, que quieren modificar lo que está ya hecho, sin conocerlo o incluso sin amarlo realmente… Lo que se ama, se respeta… No se desarreglan ni se asfaltan caminos de piedras”, asevera. “El folclore va de la mano de la identidad y en un mundo globalizado, defender identidad es la madre de todas las batallas, quien así no lo entienda no puede llamarse folclorista”, concluye Sosa. 

PUNTO DE VISTA I
Fortalecer el cancionero

FABIOLA ORQUERA - Investigadora del CONICET

Las nociones de “folklore” e “identidad” se van modificando junto a los cambios que se producen en la sociedad. Atahualpa Yupanqui, primer gran intérprete de las músicas de la Pampa, el Ande y el llano zafrero, percibe en sus ritmos la expresión del “paisaje” y de lo argentino “auténtico”. Leda Valladares, por su parte, defiende la “pureza” de las músicas “ancestrales”, pero su hermano, el Chivo, no se priva de incluir modulaciones de jazz en sus composiciones, si contribuyen a subrayar la emoción de una zamba o una vidala. Con matices, estos músicos entienden la relación entre folklore y paisaje como una forma de imaginar la argentinidad. Cuando en los ‘60 irrumpe el rock inglés, los amantes del folklore toman a Yupanqui, Cuchi Leguizamón y Eduardo Falú como sus referentes y tienen en el Festival de Cosquín un espacio donde nuclearse. El Movimiento Nuevo Cancionero -Mercedes Sosa, Oscar Matus y Armando Tejada Gómez- y artistas como Ramón Ayala, Pepe y Gerardo Núñez, Pato Gentilini, Juan Falú y Ariel Ramírez, entre otros, generan una renovación de perfil latinoamericanista que alcanza eco internacional. La dictadura viene a interrumpir este desarrollo. Con la democracia se establece una sutura que se abre al rock, sobre todo desde que Mercedes Sosa, al volver del exilio, graba temas de Charly García y León Gieco. En los ‘90 el folklore se acerca a la balada y al pop, dejando que las exigencias del mercado ganen cada vez más espacio. En la actualidad los artistas conectados al cordón umbilical del folklore, que despliegan su talento en condiciones económicamente adversas, necesitan de una política que los apoye para fortalecer el cancionero en el que se reconoce gran parte de los argentinos.

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PUNTO DE VISTA II

El fundamento del lenguaje

CARLOS DI FULVIO - Intérprete y compositor/Miembro de la Academia Nacional de Folklore


El hombre habla; partiendo de tal premisa, el principio de “identidad” es el fundamento del lenguaje que solo es posible mediante la fijación de lo significativo de las palabras; y suponiendo que así fuera, tanto el creador del objeto en sí, como el admirador de lo que de él resultare, estarán expuestos al universo que grafiquen tales palabras. Pues, tanto ayer como hoy, o en lo futuro, la vida siempre fue y seguirá siendo exactamente la misma; no así los hombres, que son al fin los que por ahora hablan. Digo esto con cierta pena y sarcasmo pues noto a cada instante (por los variados formatos de celulares y/o telefonitos en permanente uso) que los humanos nos estamos desacostumbrando a buscar las palabras categóricas para bien expresarnos. Es algo así como si se prefiriera un argot que, al solo hecho de pronunciarlo o imprimirlo, uno da muestras claras de quién es y de qué era viene. Como quien -por exigencias de la moda- luce perfectamente renovado; que no es otra cosa que figurarse como tal: fugaz y efímero. Después de lo expuesto, me permito decir: siempre existirá la posibilidad de haber distintas identidades -no solo dentro del panorama de lo folklórico- y solo es riesgo de cada uno, saber a cual de ellas uno pertenece.

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PUNTO DE VISTA III
Esencialismo y multiculturalismo

CARLOS MOLINERO / Miembre de la Academia Nacional de Folklore


Definir la “esencia” o el ser nacional, ya es debatir su direccionalidad. Su para qué. En el centenario, la identidad se buscó en las antiguas raíces agrarias. El folklore, el gaucho (y literariamente el Martín Fierro), fueron recuperados simbólicamente; allí estaría (y se estudiaría) lo argentino. Se impuso el concepto de raza “crisol”: varios materiales fundidos en uno nuevo, cuya esencia se encontraba aún más pura en los grupos aislados rurales. A esa concepción le siguió (en el mundo y aquí) la identidad “tipo ensalada”: una multiculturalidad, donde los ingredientes (mapuches, guaraníes, italianos, españoles) preservan su cultural individualidad, pero en la mezcla le otorgan al conjunto (la identidad argentina) un sabor y resultado especial. Ambas concepciones (y sus gradaciones) derivaron en métodos de estudio diversos. Si la cultura tradicional era esencial y verdad identitaria, estudiarla era consustancial con el objetivo de “preservarla”. Antes de que se “perdiera”. Pero además de esas rurales manifestaciones de pueblo “premoderno”, había un folklore en el resto del país (más del 90% de la sociedad). La cultura tradicional urbana empezó a aflorar, y también el cómo la afectaban las fuerzas económicas y culturales exógenas. Lo evolucionante, más que lo estático se puso al centro. La actuación o performance como eje para describir y entender, fue su lógica consecuencia. Así, tanto el folklore “esencialista” o “multiculturalista”, o las formas de estudiarlos, son apenas visiones sobre la identidad, no la estructura inherente e inmanente de ella. Pues no es, se está haciendo; no está hecha ni terminada. En otros 100 años, diversas visiones habrá sobre nosotros. Pero la identidad será, y los estudios sobre ella también. Es que si “cambia, todo cambia”, por dentro somos… y seguiremos siendo.


En agenda  

De “Los amigos del chango” al festival confluencias

Los debates acerca de hacia dónde va el folclore se trasladan a la escena tucumana esta semana, con dos propuestas de alto atractivo. El viernes, en el aula magna de la Facultad de Derecho de la UNT se presentará “Los amigos del Chango”, la agrupación de música popular fundada por el fallecido Chango Farías Gómez que heredaron y ahora sostienen Rubén Mono Izarrualde y Luis Gurevich, ganadora del diploma al mérito de la Fundación Konex. El sábado, en el club Villa Luján, estará el festival Confluencias del Bicentenario, con algunos de los folcloristas más convocantes del momento, como Sergio Galleguillo, Néstor Garnica, Taa Huayras, el grupo Purij, Yuca Córdoba, Naymé, Carafea y Los Duendes Copleros.


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