Manzur, el crédito y la mala Justicia

Manzur, el crédito y la mala Justicia

La relación entre el Gobierno nacional y la administración de Juan Manzur camina. A paso lento, como el tranco de esos heridos en las extremidades en pleno proceso de rehabilitación. En ese tránsito curativo se halla el mandatario que, sin embargo, tropieza con grietas en el frente interno.

El ex ministro de Salud de la Nación salió feliz del encuentro con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. El funcionario nacional le otorgó un buen trato. Le habría dado a entender que Tucumán no podía recibir más dinero en concepto de coparticipación porque los recursos extras que disponga la Nación serán para las “niñas mimadas” (Buenos Aires y Córdoba, por ejemplo). Pese a ello, el generoso Frigerio le sugirió a Manzur que haga lo que Mauricio Macri: salir al mercado internacional a buscar un crédito y hasta le habría entregado la personal card de un banquero estadounidense. Feliz como niño con tarjeta de invitación a un cumpleaños, el gobernador habría partido con el papelito en la mano. Implícitamente, Frigerio le había dado el OK al tucumano para que se endeude, algo imprescindible para la tarea, ya que sin el aval nacional la provincia no puede tomar deuda externa. Al toque, Manzur le habría encargado a su polifuncionario Sisto Terán que hiciera los contactos.

El ex vicegobernador de Julio Miranda, esa misma noche, ya tenía seis banqueros que se empujaban por prestarle dinero a Tucumán. Terán sugirió comenzar cuanto antes con el proceso de petición del préstamo porque -advirtió- el trámite sería extenso y engorroso. Manzur le habría dicho que empiece ya y que pida unos U$S 100 millones. Hasta ahí todo marchaba perfecto. Pero su antecesor lo habría parado en seco. José Alperovich se coló en la charla y habría advertido que la deuda, de contraerse, comenzaría a ser pagada dentro de unos tres años, o sea, en el epílogo del gobierno de su ex ministro de Salud. “Y yo quiero volver y tendría que lidiar con esa deuda”, le habría dicho, palabras más, palabras menos.

Los testigos de la escena afirman que la discusión entre antecesor y sucesor continuó y que aparecieron frases como “esas son las reglas de juego”. Manzur le habría explicado que necesita esos fondos para reparar rutas, encarar obras y llevar recursos a las comunas, porque los fondos con los que cuenta ahora apenas les alcanza para salarios y combustible para la Policía. Igualmente, Alperovich se habría mantenido firme en su negativa. Los seguidores del senador recordaron, en ese instante, que su líder siempre se jactó de haber tenido a disposición créditos privados cuando timoneaba la Casa de Gobierno, aprobados por la Legislatura, pero que su administración jamás necesitó llegar a utilizarlos. En medio de esa disputa entre el matrimonio político, lo del préstamo habría quedado en “modo avión”.

La lectura fina de ese entredicho dice mucho sobre qué le sucede políticamente al gobernador: Alperovich nunca se fue, quiere volver y continúa condicionando el andar de Manzur. Para colmo de males, Osvaldo Jaldo tampoco lo ayuda. El tranqueño es “amigo” de todos, pero juega sus propias fichas y crece en la tierra fértil del interior con la misma rapidez con que se yerguen las cañas de azúcar. Y se empodera en la Legislatura y en el peronismo. El vicegobernador acumula el poder que el mandatario declama, pero no ejerce. ¿Será casualidad que, justo antes que Manzur declare ante el juez Claudio Bonadio por el Plan Qunita, la Legislatura apura el tratamiento de una Ley de Acefalía? Los muchachos peronistas no pierden el tiempo.

Corrupción por doquier


Son corruptos. Lo son los ex funcionarios que se enriquecieron con el Estado, los actuales que supieron llenarse los bolsillos irregularmente y los jueces y fiscales federales y locales que se mueven al ritmo de la política y de sus intereses. La Justicia da pena cuando, como ahora, da muestras de reacciones interesadas en vez de justas. ¿Por qué ahora y no antes ni después se llevaron preso al ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, y al empresario K Lázaro Báez? ¿Qué casualidad del destino permitió que ambos nefastos personajes cayeran en desgracia justo cuando el Panama Papers hizo temblar al presidente Mauricio Macri? Maldita justicia la de los ojos bien abiertos, que se inclina hacia donde sopla el viento. Muestra de ello es el accionar de parte del Poder Judicial tucumano, que continúa sin dar curso ni muestra avances en causas que investigan presunta corrupción. Ningún magistrado se atreve a investigar a Alperovich por el uso del avión sanitario ni a los implicados en el caso del uso irregular de los recursos de la Dirección de Arquitectura y Urbanismo ni a los ex funcionarios que podrían decir quién asesinó a Paulina Lebbos, sólo por mencionar algunos casos. Son causas muertas, cuyo QEPD no permite que haya luz sobre hechos preocupantes -y hasta aberrantes- para la sociedad. El ex mandatario, su sucesor y Alberto Lebbos quizás podrían tener descanso -o problemas- si tan sólo la Justicia cumpliera con su función y determinara qué pasó con esos y otros casos. Sin embargo, persiste en su afán de avanzar infectada por la política, los intereses personales, el corporativismo, el favoritismo y la burocracia escandalosa que alivia a los corruptos y condena el desdén de los correctos.

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