Mujeres golpeadas, burocracia violenta y espantosa soledad

Mujeres golpeadas, burocracia violenta y espantosa soledad

 MUJER OBJETO. Maniquíes de la intervención sobre el Día de la Mujer. la gaceta / foto de roberto delgado MUJER OBJETO. Maniquíes de la intervención sobre el Día de la Mujer. la gaceta / foto de roberto delgado
De los 31 asesinatos que hubo en Tucumán en lo que va de 2016, sólo en un caso la víctima fue una mujer, Claudia Paola Vallejo, quien recibió un tiro en el cuello el 4/1 en barrio Ejército Argentino, cuando defendía a un vecino. El informe nacional de la Casa del Encuentro, presentado anteayer en Buenos Aires, que generó alarma al advertir que en el país hubo 286 homicidios de mujeres en 2015, menciona que Tucumán está en el punto más bajo de la radiografía de muertes cada 100.000 habitantes, con una proporción de 0,21, mientras que las otras provincias tienen cifras más altas: Salta 1,56, La Rioja 0,59, Tierra del Fuego 0,98, Capital Federal 0,58, Buenos Aires 0,71, Santa Cruz 1,46, Formosa 1,51 (La Nación, 1/4).

Es muy posible que este bajo porcentaje de femicidios se deba a la casualidad. Dos terribles historias de los últimos días tuvieron como víctimas a hombres, pero podrían haber sido mujeres las asesinadas, porque fueron los hombres los que iniciaron las trifulcas. El martes pasado, en barrio “El Sifón”, Viviana Ruiz mató de un puntazo a su ex pareja, Juan Carlos Ruiz, a quien había denunciado varias veces por agresiones. Ese día, en Famaillá, el feriante Valerio Agustín Olmos acuchilló a su cónyuge, Yanina Beatriz Cursio, delante de su hija de 4 años. Luego se fue con la nena y se quitó la vida.

Lo que no es casualidad es el incremento de ataques en una sociedad inundada de violencia: la fiscala VIII, Adriana Giannoni, dijo que en tres días de turno dictaron 40 medidas de exclusión de hogar contra golpeadores.

Crecimiento sin pausa
Todos los que aportan datos al respecto cuentan la alarma que genera el crecimiento sin pausa de un drama que a medida que es visibilizado aumenta. “En 2015 recibimos casi 800 denuncias más que en el año anterior. Se pasó de 1.230 a 1.900”, dice el subcomisario Luis Perdigón, a cargo de la comisaría que recibe casos de violencia, en Don Bosco al 1.800. La fiscala Giannoni informa que en el turno (de 12 días) de agosto tramitó 239 causas y en el de diciembre fueron 353. Perdigón aporta que reciben entre 10 y 15 casos por día; la Oficina de Violencia Doméstica del Poder Judicial (ubicada en Tribunales) recibe entre 12 y 14 , según cuenta la psicóloga Marta Palazzo, y en el Observatorio de Violencia Doméstica del Ministerio de Desarrollo Social atienden 100 consultas por mes, informó Eva Fontdevila. Hay otros lugares donde se reciben denuncias: hay un área en la Municipalidad capitalina -a cargo de Lucía Briones- y en cada comisaría se tramitan presentaciones.

Sin embargo, estos datos no permiten tener precisiones sobre lo que ocurre. Lo que detalla la fiscala Giannoni es lo que compete a su oficina, pero por la forma de trabajo que hay en Tribunales no se comparte información ni casos. No hay un organismo aglutinador de la información y cada área trabaja por su cuenta. Marta Palazzo explica que en la OVD, que es una oficina “prejudicial”, han logrado coordinar información y hacer “historias clínicas” para el trabajo de las justicias civil y penal, pero la proporción de casos que van de su oficina a las fiscalías es baja. Por ejemplo, en el turno de agosto, fueron 14 de la 0VD, 52 de Don Bosco y 173 de las comisarías del área del Gran Tucumán.

En la violencia de género se siente con fuerza la oscuridad estadística que abarca al Estado tucumano. La OVD muestra informes con computadora, pero la comisaría de Don Bosco exhibe problemas de papel: por cada causa, que abarca seis hojas, se hacen 16 copias que son enviadas cada día a tribunales y jefaturas policiales. Cierto es que Giannoni les ordenó que le envíen notificaciones por correo electrónico... pero es la única fiscalía que lo hace. Las comisarías exhiben carencias más notorias y hasta tienen problemas para tomar las denuncias, porque si no está el oficial de guardia no se puede asentar nada. Lucía Briones añade que a la cifra oscura se aumenta la falta de detalles como consignar “violencia de género” en la recepción de casos de quemaduras y de quebraduras sospechosas en los hospitales.El problema de la toma de denuncia es casi cultural. El ministro fiscal, Edmundo Jiménez, informó varias veces en las últimas semanas que se estaba capacitando en protocolos al personal del 911, aunque estos policías reciben capacitación obligatoria permanente, según indican las distintas oficinas. “Pero muchas veces acuden al lugar y no entran porque aducen que no tienen orden de allanamiento o le dicen a la mujer ‘señora, tiene que ir a hacer la denuncia a la comisaría’”, revela Perdigón. “A veces son como chicos rebeldes para aprender. No se quieren meter. Y también pasa que la sociedad no se quiere meter”, agrega. Algo similar cuenta María Elisa Gallo, capacitadora del Poder Judicial, con relación a una experiencia piloto de curso sobre trata de personas: “quedamos un poco afligidos porque vimos que los asistentes venían con muchos estereotipos, como que las prostitutas ‘ganan plata’” . El ministro fiscal reniega porque las capacitaciones abarcan a oficiales “pero no instruyen a los que están parados en la esquina”.

La cuestión es dramática en las despobladas comisarías, donde las víctimas de violencia van de un lado a otro: cuando logran que les reciban la denuncia, tienen que ir por sus medios al CAPS para el examen, y luego a ver al médico de Policía en Junín 850, para que certifique. Y cuando avanza la denuncia, las reciben en Don Bosco o la OVD de lunes a viernes... pero muchos ataques ocurren los fines de semana y la demora incide en que se desista el trámite. Lo dice Fabiana Tuñez, a cargo del Consejo Nacional de la Mujer: “falta capacitar a los sectores relacionados al momento de la toma de denuncia”. Y es que la ley 26.485, contra la violencia de género, de 2010, aún se está reglamentando, porque “estamos trabajando en el plan, que estará a fines de mayo o principios de junio” (Clarín, 6/6).

Estas falencias no son gratuitas. Hay un mundo violento que se reproduce sin pausa en todas las clases sociales (en estos días se dijo que el 76% de los casos son de clase media) y que mientras en la clase alta suelen resolverse en juzgados de familia, los otros segmentos sociales pasan por el saturado fuero penal, según cuenta Perdigón. Para este subcomisario es alarmante “que a pesar de la visibilización, el problema crece: el hombre cree que es dueño de la vida y del cuerpo de la mujer”. Agrega que en el campo el dominio sobre mujer e hijos es total.

Lucía Briones comenta que no se debe olvidar la relación entre violencia de género y violencia sexual. En este sentido, dice que la Justicia exhibe lenidad tanto frente a a los violadores como a los agresores que desobedecen la orden de exclusión. “Estamos estancados cuando no hay verdadera sanción”... “En algún punto hay que convencernos de que hay que proteger a las víctimas y que hay una sociedad que es vulnerable. Además de que a las víctimas hay que sacarles la culpe de lo que les pasó”. Cuenta que en la Justicia está dando vueltas desde 2014 el caso de un niño de 4 años violado por su abuelo materno, con conocimiento de la madre, y que el violador no llega a juicio. “El padre va a llevar la historia a Garavano para pedir Justicia”, dice.

Registros que faltan
Briones recuerda que no hay registro de violadores, y Giannoni reclama que no se contempla el registro de deudores alimentarios, así como no se ha reglamentado el registro de identificación genética y de delitos contra la integridad sexual.

Ahora la fiscala va a tratar de coordinar con los patrulleros del 911 para que contemplen posibles violaciones de órdenes de exclusión de domicilio. Pero Tucumán y el país están lejos de aplicar el sistema de tobilleras para agresores y de botones antipánico para las víctimas que quieren escapar del drama.

Briones señala que hay varios puntos a tratar: 1) ayuda económica. “En España hay un subsidio equivalente a un salario mínimo”. 2) Vivienda. “¿A dónde va una mujer con hijos que quiere salir del hogar de violencia?” 3) Cambio educativo desde el jardín de 4. “Educar en valores, hablar sobre la violencia. También debería haber una escuela para padres”.

El resto es hojarasca de la burocracia cultural que envuelve al sistema, dejando a las víctimas sumidas en la más espantosa soledad. Quizás hubo pocos femicidios en Tucumán, pero sí hubo muchos golpes. Y no parecemos en condiciones de medir el problema ni de actuar eficazmente.

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