El patrimonio inerte de la ciudad

El patrimonio inerte de la ciudad

Es notable la facilidad con la que el paisaje urbano queda intervenido –indefinidamente- por elementos extraños. Construcciones precarias que no deberían estar allí. Prótesis de una ciudad que se acostumbra a utilizarlas. El techito en la entrada del ex Banco Provincia, frente a la plaza Independencia, es paradigmático.

Muchos dejaron de preguntarse para qué sirve. Será la imposición de la costumbre, pero a ojos de los tucumanos
ese pedazo de chapa ya forma parte de lo cotidiano. Y no, no está bien que lleve tantos meses allí. Claro que es mejor eso a que un trozo de mampostería de la fachada haga blanco en un transeúnte. Más teniendo en cuenta lo visitada que es la planta baja desde que alberga al Registro Civil.

Idéntica es la situación en el edificio de Gendarmería, en San Martín al 700. La diferencia es que a simple vista las grietas son mucho más pronunciadas y que el frente puede venirse abajo en cualquier momento es más una certeza que una sensación.

La cuestión es que el improvisado pasillo, túnel estrecho por el que conviene pasar lo más rápido posible, está integrado a la cuadra. A pocos metros, la mole que albergó a la Dirección de Rentas acumula suciedad y roedores. El destino del edificio está ligado a la Caja Popular de Ahorros y ahora que Armando Cortalezzi y La Bancaria parecen llevarse como si nunca hubieran batallado tal vez pueda encontrarse una salida. Hay objetivos de máxima (¿el gran centro cultural que tan bien le vendría a la Provincia?) y de mínima (un poco de limpieza). Eso sí: se haga lo que se haga con la ex Rentas no será barato.

La Municipalidad capitalina viene rumiando desde el año pasado la posibilidad de contar con su propio espacio cultural. Se sabe que el lugar elegido está en Buenos Aires primera cuadra, donde funcionó la Dirección de Tránsito.

Presupuesto propio no hay, a los fondos se los espera desde el puerto. A los teatristas tucumanos no les gustó ni medio cuando se enteraron de que al Ministerio de Cultura de la Nación se lo había interesado en el tema. Temen que el dinero que debe direccionarse al fomento del arte independiente termine en manos del Estado. Otra opción es colar la carpeta en el carrito del cortejadísimo José Cano. Al Plan Belgrano también puede acudir el Ente de Cultura, necesitado de efectivo para poner punto –entre otras dependencias- el teatro San Martín.

Lo concreto es que el edificio de la vieja Dirección de Tránsito forma parte del patrimonio inerte del microcentro. Una lástima, teniendo en cuenta lo bien que quedó la cuadra al cabo de la remodelación que practicó el municipio. Se replican los ejemplos anteriores: esa construcción abandonada se acomodó al paisaje y verla a diario dejó de llamar la atención o de molestar.

Todas estas viñetas, propias del interior de las cuatro avenidas, pertenecen a lo público. Las hay en buen número también desde lo privado. Formidable y maciza, la estructura del banco que funcionó en San Martín y Junín, sirve sólo para albergar afiches. En Mendoza y Virgen de la Merced (calle a la que seguimos llamando Rivadavia), la bellísima casa de la ochava sureste se mantiene clausurada. El gigantesco baldío de Mendoza y Marco Avellaneda lleva… ¿cuánto tiempo? Que cada lector haga su propia lista.

Está de moda abrochar cada problema social, económico, político o histórico con el Bicentenario. Pues bien, de acuerdo con el contador instalado en la peatonal faltan 106 días para el 9 de julio. No hay forma de que estas
perlas negras de nuestra urbanidad brillen en tan poco tiempo. Puede ser mejor, los apuros de los megafestejos suelen derivar en lavadas de cara y los maquillajes se borran con un par de tormentas. Mejor pensar a largo
plazo y, en especial, convencerse de que los parches no pueden ni deben durar para siempre.

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